LA UNIDAD CRISTIANA

SERIE 15: UNIDAD EN LA IGLESIA
LA UNIDAD CRISTIANA
LECCION # 3


Cuando la Iglesia está en unidad, entonces Dios envía su poder. Hemos encontrado en esa unidad, la unanimidad, que significa estar en El en nuestro lugar debido en ese cuerpo, funcionando en el ministerio al que Dios nos ha llamado, cada uno de nosotros encontrando nuestro propio lugar y funcionando ahí. Esto crea la unanimidad, y es a esa atmósfera a la que Dios envía Su vida. Por lo tanto, puedes ver la importancia de la unidad cristiana, que es lo opuesto a ese asunto falso y mentiroso llamado “ecumenismo”.
Leyendo en Romanos 15: 4-7, dice que: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios”.
Dios se está moviendo en una forma muy definida para traer unidad a Su cuerpo, y esto tiene que ser uno de los mayores intereses de Dios en este último tiempo, porque la promesa de Dios es, “…derramaré mi Espíritu sobre toda carne…” (Joel 2: 28). Para poder derramar Su Espíritu, El debe tener ese cuerpo en orden, bien unido y ordenado, unánime, para que El pueda enviar Su vida a ese cuerpo. Porque sólo a través de ese cuerpo, El puede derramar Su Espíritu sobre toda carne.
El diablo, que siempre es un imitador, tiene su versión perversa de esta unidad y es el “ecumenismo”. Satanás sabe que en donde esa unidad bíblica sea lograda, el Señor enviará Su vida y bendiciones. En otros mensajes sobre esta misma verdad, hemos visto que esa unidad bíblica quiere decir, que todos estén en sus lugares correctos. Vamos a ir más allá para ver lo que Dios en realidad está buscando, porque es absolutamente imposible que guíes a un pueblo a menos que sepas dónde es que Dios quiere que ellos estén, y es imposible que formes esta compañía de hermanos, que habitan juntos en unidad, a menos que realmente sepas lo que Dios está buscando.
Pablo identificó la dinámica de la unidad cristiana en los capítulos 13 y 15 de Romanos. Nuestro texto establece estas verdades. Afirmando el lugar de la palabra de Dios en la vida del creyente, Pablo ora por los cristianos romanos. En esa oración, él declara la armonía entre el atributo y la actividad de la Palabra de Dios: “La paciencia y la consolación de las Escrituras…” (Romanos 15: 4) Luego, el muestra la armonía entre el atributo y la actividad de Dios: “El Dios de la paciencia y de la consolación”. La Palabra es para acercar uno a Dios, y producir en esa persona una calidad de resistencia. El efecto de esta obra de la palabra de Dios es conceder a los cristianos un mismo sentir los unos para con los otros.
La Palabra de Dios y el Dios de la Palabra, obran en la vida del creyente para producir lo que Pablo llama acá, un “mismo sentir”. Todo esto debe venir a través tuyo, el hombre de Dios, el portavoz de Dios, el anciano de Dios. Debes saber lo que Dios está diciendo, y a menos que lo digas, no será dicho; y si no es dicho, entonces nunca podrá tener su efecto creativo en el cuerpo de creyentes que Dios desea.
Entonces vemos esta palabra “dar”, “conceder”, se traduce a una palabra que significa “dar”. Esta palabra se usa 21 veces en la versión Reina-Valera de la Biblia, 8 de esos en el Nuevo Testamento, y siempre es de la misma palabra griega, y siempre se usa como una actividad de Dios.
Un “mismo sentir” nunca es producido por los esfuerzos del hombre: es un don que debe ser dado por Dios. En otras palabras, no hay nada profesional acerca de esto: no puede ser organizado; no podemos producirlo con ninguno de nuestros programas. Tiene que ser dado por Dios como un don de Dios, este mismo sentir de Dios. Pero El te usa a tí y a mí como el instrumento a través del cual El trabaja con Su palabra. La palabra “mismo sentir” es un infinitivo que significa “tener la misma mente”, “estar de acuerdo todos juntos”. Esto es, “estimar las mismas perspectivas”. Se encuentra en Filipenses 2: 2 El dice, “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”. La forma imperativa del verbo se usa en Filipenses 2: 5. “Haya”, ése es un imperativo, “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”.
Jesucristo, entonces, es ambos: la fuente y el patrón de la unidad cristiana. La unidad es la expresión de la vida de Cristo en y a través de Su cuerpo. Esto es lo que Dios está buscando, esto es lo que Dios finalmente tendrá, y toda Su obra con nosotros es conformarnos a eso. En Romanos, capítulos 12 y 15, Pablo nos dice cómo se obtiene la unidad. Pero en Filipenses 2: 5-8, Pablo nos da las características de la unidad; lo examinaremos: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Nota que la primera característica de la unidad Cristiana es que es imperativa. Tú y yo hemos visto que si queremos ver el avivamiento que Dios va a dar, (y lo hará a través de alguien,) y si tú y yo queremos ser este instrumento, entonces debemos traer ese cuerpo a la unidad. Notamos que lo primero acerca de ello es que es imperativo. No es una sugerencia, es imperativo: “Haya esta mente”.
Hemos visto que la unidad es moralmente correcta, intelectualmente excelente, psicológicamente saludable, y económicamente bueno. Tú has sido encargado como ministro de Dios con la responsabilidad de producir esto. Muchos cristianos piensan que su fe es un sistema de opciones. Estos cristianos son llevados por una mentalidad melindrosa en vez de ser llevados por convicciones. Esta mentalidad ha llevado a interpretaciones falsas de muchos pasajes de la Escritura. Veamos las palabras de Jesús, “si alguno quiere venir en pos de mí”. Actualmente se enseña, “si tomas la elección de seguirme, (y hacer esa elección es tu privilegio), esa es tu opción”; pero un examen cuidadoso del texto y el contexto, indica un significado muy diferente. El contexto y el tiempo del verbo “querer” es propiamente interpretado como, “si mi Padre te ha dado el deseo de seguirme”. “Nadie puede venir al Hijo, a menos que el Padre lo atraiga” (Paráfrasis de Juan 6: 65). Entonces la opción una vez mas está en Dios y no en el hombre.
La unidad que Pablo menciona en Filipenses 2 es un mandato. Tú y yo sabemos que la violación de un mandato siempre es pecado; por lo tanto, no mantener la unidad es pecado, y nos separará del favor y de las bendiciones de Dios. Nosotros podemos orar por un avivamiento hasta que caigamos muertos, pero nunca vendrá hasta que obedezcamos el mandato, “haya este sentir en tí”. La unidad cristiana es un asunto serio, y no es una función de la emoción o a la amistad: la unidad es encontrar el lugar de uno en el cuerpo. Es posible mantener la unidad frente a todo el desacuerdo. Comprende, si Dios va a enviar Sus bendiciones sobre nosotros, entonces debemos mantener la unidad. Para mantener la unidad debemos entender qué es, y qué no es, cómo mantenerla, y cómo restaurarla cuándo se ha perdido.
La unidad cristiana es interna, no es un asunto externo de influencias; es un asunto interno de actitudes, motivos, y pensamientos. Pablo dijo, “haya en vosotros esta mente…”. Basando sus enseñanzas en las palabras de Cristo, 1 Timoteo 6: 3, dice “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad…”. El afirma que la conducta externa es una manifestación de lo que está en el corazón (Mateo 15).
Si vamos a tener unidad en la conducta, conversación, en la comunidad y en la vida de los cristianos, debe comenzar en el lugar de los sentimientos; la mente. Cualquier intento de mantener la unidad sólo con una conformidad externa a un patrón hecho por el hombre, va a fracasar; lo he dicho antes, no es algo profesional, no es traído por los programas del hombre. No puedes organizarlo. La unidad cristiana, fluye de adentro para afuera. Es posible tener una apariencia externa de unidad, pero la prueba viene cuando la apariencia es desafiada por el disturbio. Dije anteriormente que es posible mantener esa unidad, aun cuando no estamos de acuerdo. La prueba de ello estará acá mismo. La unidad derivada de una misma mente, va a sobrevivir. “Una misma mente”, escritural, es ambos el producto y el proceso de la unidad cristiana, y no simplemente un acuerdo. “¿Cómo podrán andar dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” (Parafraseando Amós 3: 3). A menos que la visión de ese cuerpo sea una, no habrá unidad en ese cuerpo.
Dijimos, y queremos decir otra vez, que la visión está en el corazón del apóstol, el enviado, (ese serás tú), aun antes que sea algo visible sobre esta tierra. Esa visión, puesta en el corazón de ese hombre de Dios, debe venir a ser la visión del todo. Debe ser algo nacido dentro de ellos a través de la predicación de la palabra de Dios y mucha labor de oración, porque la unidad es de adentro para afuera. La unidad es: metas comunes de la vida, lealtad máxima, y la más elevada devoción. La unidad de Cristo con el Padre era interna y es el patrón objetivo de nuestra unidad.
Vimos en nuestros estudios, que cuando lees de Cristo en los evangelios, cuando ves cómo El anduvo por esta tierra, entenderás que nosotros hemos venido a ser lo que El fue. El fue ese nuevo hombre, El fue ese hombre celestial, y a través de El fluía la vida y el ministerio. Y a medida que lo vemos, vemos lo que el ministerio de la Iglesia es. Y a medida que vemos la unidad entre El y el Padre, entonces esto debe ser la unidad objetiva de la Iglesia. El Padre no tiene un cuerpo como el Hijo encarnado; El no estaba limitado por el tiempo y el espacio como lo estaba el Hijo encarnado. Su unidad, esto es, la unidad del Padre y el Hijo, derivaba de la unidad de Su mente y corazón. Los pensamientos de Cristo eran los pensamientos del Padre. Los deseos de Cristo eran los deseos del Padre. La voluntad de Cristo era la voluntad del Padre. La unidad de los creyentes es más una unidad de espíritu, (que es producida por la armonía con el Espíritu Santo,) que tener una conformidad externa de acuerdo a conductas o convicciones normativas. Sin embargo, la unidad del Espíritu producirá un comportamiento y creencias normativas, porque todos tendremos los mismos deseos, los mismos pensamientos, y la misma voluntad, porque tendremos la misma mente de Cristo. Entonces en verdad, venimos a ser uno.
Pero luego, la unidad cristiana es emulativa. La unidad cristiana se encuentra en la emulación del Señor Jesucristo. Esto es La realidad objetiva, “la mente que hubo en Cristo,” que instruye y da definición a lo subjetivo, el mandato subjetivo de “tener la misma mente”. La mente que debe estar en el cuerpo de Cristo, de la cual la unidad cristiana fluirá entonces naturalmente, es la misma mente que estuvo en Cristo. La unidad de la primera Iglesia fue el resultado de la misma mente, esto es, la mente de Cristo. Esa mente se manifestó en: “Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2: 3 -4).
Entonces, la unidad Cristiana es el resultado de la vida de Cristo siendo manifestada en la vida del creyente, a través de la obra del Espíritu Santo. De otra forma no puede haber unidad. No existe afinidad entre organizaciones, no existe afinidad con hacer de ellas una ensalada de religión, no hay forma de unidad cristiana, excepto que la mente de Cristo esté en la mente de cada creyente. Se reconoce por la apariencia del carácter de Cristo en cada creyente. Déjame decir esto otra vez: la unidad se reconoce por la apariencia de Cristo en cada creyente.
En primer lugar, Sus convicciones vienen a ser nuestras convicciones. Lo que El ama yo lo amo, lo que El odia yo lo odio; lo que El hace yo lo haré, Lo que El rehusa, yo rehusaré. Pero luego la unidad se muestra en que tenemos Su compasión; El lloró sobre los perdidos, lloró sobre Jerusalén. Nunca debemos permitir que nuestra compasión sobrepase a nuestra convicción, debemos tener Sus convicciones, pero es necesario que haya esa compasión de Cristo mezclada con esas convicciones, o sino simplemente nos convertiremos en una computadora sin sentimientos.
La Biblia dice que no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras dolencias y debilidades, El es un sumo sacerdote compasivo. Y si ese sumo sacerdote va a vivir a través de nosotros, entonces, una de las marcas de nuestra vida debe ser esa compasión. No podemos usar el púlpito sólo para golpear a las personas, sino que tenemos que tratar con ellas con la compasión de Cristo. Entonces será visto a través de nosotros, el carácter de Cristo: Su convicción, Su compasión, Su conducta. Debemos andar como El anduvo, Su santidad debe ser nuestra santidad. Debe haber lo suficiente de la conducta de Su vida en nosotros.
La Biblia habla acerca de ser predestinados para ser hechos conforme a la imagen de Cristo. Esto es algo espiritual y moral; algún día tendremos un cuerpo como Su glorioso cuerpo, pero ahora es una conformidad espiritual y moral. Esto es, Dios por el Espíritu Santo está reproduciendo en nosotros el carácter moral de Cristo, para actuar como El actuó. Nuestra conducta es Su conducta, de tal manera que el mundo pueda darse cuenta que tú y yo hemos estado con Cristo. El Espíritu Santo, debe, sobre todo, poder reproducir esa conducta, porque no importa lo que nosotros decimos, si ellos no pueden ver la compasión, el amor y la santidad de Cristo manifestada en y a través de nosotros, entonces lo que digamos no significa nada. Este carácter tiene que ser reproducido.
Veamos su consistencia. El no se despertó un día actuando al contrario de como actuó el día anterior: era cada día que El andaba con Dios. El se levantaba antes al amanecer para orar. El pasaba toda la noche en oración. El esperaba delante del Padre. El vivía en esa unión máxima, habitando en el Padre. Por lo tanto, El siempre hablaba lo mismo, porque El dijo, “Yo no digo nada excepto lo que oigo decir a mi Padre, y yo no hago nada excepto lo que veo hacer a mi Padre” (Paráfrasis de Juan 5: 19). Su consistencia fue que El siempre se quedaba en el Padre, y Sus acciones siempre eran las mismas. Este carácter tiene que ser reproducido en nosotros. Esto será el producto de esa unidad, y debe ser demostrado y visto en medio del pueblo de Dios. Cuando eso es visto, entonces los hombres ven a Jesús. Y Dios dice que cuando lo vean a El, se arrepentirán.
La unidad cristiana es traída por este mismo sentir. Con Su mente en todos nosotros, entonces tenemos Sus pensamientos, Su deseo, y Su voluntad, de tal forma que actuamos como El, todos nosotros unánimes. La vida de Dios siempre se encuentra ahí.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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