LA FUNCION Y EL DESEO DEL ESPIRITU SANTO

SERIE 16: EL ESPIRITU SANTO
LA FUNCION Y EL DESEO DEL ESPIRITU SANTO
LECCION # 4

Hemos visto que Dios no solamente nos ha dado el Espíritu Santo, sino que nos ha dejado el registro y el ejemplo de como El obró en la primera Iglesia, para así poder valorar lo que El debe ser en nosotros. Es el ejemplo y la promesa de lo que Dios puede hacer y hará a través de cualquier pueblo en cualquier edad que permita ser poseído por El. Vimos que el Espíritu Santo vino a una vasija preparada. Por toda la Biblia vemos que cuando Dios llamó a un hombre, El inmediatamente preparó a este hombre para lo que El iba a hacer: Abraham recorrió una caminata de veinticinco años de fe, Moisés pasó 40 años en lo más seco del desierto, José estuvo en los calabozos de Egipto; todo esto preparándolos para lo que Dios los había llamado a ser. Hemos sido llamados por Dios para llevar el mensaje y ser la vasija, los receptores y el canal mediante el cual este último avivamiento puede venir. Tenemos a los primeros discípulos como ejemplo de la preparación de este avivamiento, y esta es la razón por la cual estamos aquí.
Nuevamente, quiero leer en Efesios 5: 18, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.
Luego nuevamente en Hechos 1: 8 dice, “Pero (pero tú) recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”.
En Lucas 24: 49, vimos: “Pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.
Justo antes de irse, Jesús dijo a los apóstoles y a aquellos creyentes que, “os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros…” (Juan 16: 7).
El había dicho muy poco sobre el Espíritu Santo hasta los últimos días, justo antes de retornar al Padre. Comenzó a hacer énfasis, hablando de El como el Espíritu de verdad y como el Consolador, diciéndoles que tenía que irse y haciéndoles saber que el mismo Espíritu que estaba en El, iba a venir sobre ellos. El Espíritu Santo es la clave a todo lo que Dios va a hacer y hará sobre esta tierra, porque el Espíritu Santo es la conexión con Cristo. Cuando recibimos el Espíritu Santo, nosotros somos unidos de inmediato a Cristo; por lo tanto, nos unimos de inmediato con el propósito de Dios en lo que concierne a Cristo. He dicho muchas veces que no somos solamente el propósito de Dios en Cristo, sino que también somos los canales mediante los cuales este propósito se va a realizar.
Al venir a Cristo en la nueva creación, nuestro espíritu humano es renovado y restaurado, recibimos el Espíritu Santo para que sea el vínculo entre nuestro espíritu renovado y el Cristo quien se sienta a la diestra del Padre. Esto es lo que Jacob dijo cuando él huyó de Esaú esa noche que durmió en el desierto, y tuvo ese sueño y esas visiones de Dios de una escalera que subía desde Bethel, la roca, la casa, que es la Iglesia. Dondequiera que encuentres la palabra “casa” se refiere a la Iglesia, (esta es la primera mención de ella en el Antiguo Testamento) y dondequiera que está la Iglesia, está Cristo. Vemos la escalera que parte desde la Iglesia, que es Cristo sobre la tierra, llegando al trono. Este es el Espíritu Santo, y cuando recibimos el Espíritu Santo, entonces el vínculo entre nosotros y Cristo se establece. Con esto, la relación con Dios es establecida, y todo el sentido de la lejanía de Dios se va cuando nosotros realmente recibimos el Espíritu Santo.
Actualmente existe una imitación. Hay un pueblo cuyo énfasis está en las lenguas: te enseñarán como hablar en lenguas y te dirán que recibiste el Espíritu Santo, pero las lenguas no producen el Espíritu Santo, es el Espíritu Santo quien produce las lenguas. Esta generación no necesita lenguas, necesita el Espíritu Santo, y tú necesitas el Espíritu Santo; recibirás lenguas si recibes el Espíritu Santo. Necesitas el Espíritu Santo porque el Espíritu Santo hace a Dios cercano, muy cerca a tí, y esa unión es establecida por el Espíritu Santo. El espíritu humano renovado unido con el Espíritu Santo llega a ser la base de un nuevo mundo, y este es el mundo en el que debes operar si vas a ser efectivo. Estás siendo preparado para ser este vaso y canal mediante el cual el Espíritu Santo puede venir, y una vez que ocurra esto, la nueva criatura es totalmente espiritual. El Cristiano es un ser espiritual, y todo lo que involucra el Reino de los cielos llega a ser entonces el ambiente del Espíritu y la base de actividad para nuestra transformación de la imagen de uno mismo a la imagen suya. Tú y yo somos diseñados para la comunión con Dios, somos diseñados para el reino del cielo, pero no hagamos de esto algo geográfico; El Reino de los cielos es un orden espiritual, y el pecado son obras espirituales contra el mismo diseño de nuestro ser.
El pecado no es hacer esto o aquello, no se puede llamar al pecado por diversos nombres,pero esto sólo sale a la luz en este reino. Podemos tener un concepto de pecado, y quizás tenemos razón, pero este concepto tiene que ir más allá de todos esos nombres con los que asignamos al pecado. El pecado es algo, y los pecados son otra cosa. El pecado es lo que está detrás de todos los pecados, es lo que contamina el diseño de nuestro ser y acaba con el fin para el cual fuimos diseñados. El diseño de Dios para el espíritu humano renovado es un avanzar de fe en fe, y de gloria en gloria. El diseño definitivo es más bien en esencia “la transfiguración”, siendo conformados a la imagen de Cristo; esa es la obra de Dios y el intento y deseo del Espíritu Santo dentro de nosotros. El pecado obra contra eso, y esta es la razón por la que Dios está siempre tratando con aquellas cosas dentro de nosotros que no son Cristo.
Adán, el primer hijo de Dios, fue constituido con una capacidad para tener relación divina. Dios vino y caminó con él todos los días. Adán fue puesto bajo prueba, teniendo a la vista la transfiguración. Nosotros estamos ahora en prueba para esa herencia, esa herencia que finalmente es la transfiguración y dominio. Estamos en la prueba ahora, y las elecciones que hacemos van a determinarlo. Muchos son llamados, cada nacido de Dios es llamado, pero pocos son escogidos; es en los problemas y tribulaciones de la vida, la negación del “yo” y el tomar la cruz, lo que determina si somos elegidos. Tú y yo estamos en este lugar hoy.
La primera señal de la obra del Espíritu en tu corazón será un quebrantamiento y una confesión de tu necesidad; esa será la primera señal de esa obra. El quebrantamiento será el resultado de la corrupción de tu propio corazón revelado a la luz de Su santidad. El Espíritu Santo en tí da a conocer la tremenda santidad de Dios, y tú realmente, como Isaías, te ves a tí mismo. En el capítulo 6 del libro de Isaías, el hombre de Dios oró hasta atravesar el cielo y vio a Dios. El Espíritu Santo vino e Isaías vio al Señor, alto y sublime, y dijo que Sus faldas llenaban el templo. La gloria lo llenó, y la tierra entera se llenó de Su gloria. Los postes del templo se comenzaron a sacudir y a mover. Isaías vio a Dios, pero en esa presencia, cuando vio a Dios, se vio a sí mismo. Esta es la revelación que vendrá, esta es la primera obra del Espíritu Santo; traerá un quebrantamiento y una confesión. Isaías confesó, “soy un hombre de labios inmundos, y habito en medio de un pueblo de labios inmundos”. (Parafraseando). Esta será la primera señal del Espíritu Santo obrando en tí, no la risa, no la emoción, sino un quebrantamiento y una confesión de la impiedad en tu vida. Un sentido temible de la presencia de Dios vendrá, cuando el Espíritu Santo venga .
Tú querrás pasar tiempo en oración y súplica. (Hoy hay un sobre énfasis en las lenguas o en cualquier cosa pero no en Jesús). Ahí vendrá este sentido de cómo es Cristo y un deseo de ser como el. El Espíritu Santo desea llenar tus pensamientos y El desea que Su luz penetre a todos los rincones ocultos de tu corazón. Si reconocieras esta función y deseo del Espíritu Santo, que Su venida ante todo es para romper, quebrar y dar a conocer la tremenda impiedad de tu vida, verás la poca importancia de qué tan santo te sentías antes. Quizás has sido un pastor o un evangelista por un tiempo largo y Dios te ha usado para realizar algunas cosas, pero si tú se lo permites en este tiempo, El te va a revelar la impiedad de tu corazón al revelar a Cristo. Tú puedes haber sentido y creído que el Espíritu Santo es una persona verdadera anteriormente, y en alguna medida lo has recibido, has conocido Su operación en y mediante tu vida, pero El quiere que la revelación ahora llegue a ser tan tremenda e imponente, que todas las otras experiencias te parezcan nada.
Déjame hacerte una pregunta. ¿Quieres que suceda? ¿Reconoces tú y otros que declaran ser llenos con el Espíritu Santo, la limitación en sus vidas? ¿Reconoces cuán poco El ha sido capaz de obrar a través tuyo? ¿Realmente deseas que El sea a través tuyo todo lo que El quiere ser y que cualquier otra experiencia de tu vida parezca como nada? El deseo del Espíritu Santo es hacerlo tan real a nuestro hombre espiritual, que será una experiencia cara a cara. Cuando eso suceda, será como si nunca lo hubiéramos visto antes, y como Job, clamaremos, “De oídas te había oído;, mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42: 5-6). Esa será la primera obra del Espíritu Santo, si se lo permitimos. El va a obrar en nuestras vidas. No debemos permitir que lo que El va a hacer de nosotros, en esta obra de santificación completa, se cruce y toque la experiencia de justificación; si lo hacemos así, nos desesperaremos. Pero si recordamos el valor de la Sangre, que estamos aquí a causa de la sangre de Cristo, no de nuestra perfección propia, entonces no nos desesperaremos cuando El comience a revelar, a pesar de toda nuestra predicación y toda nuestra obra, cuán verdaderamente profanos somos. El va a obrar dentro de nosotros para que El pueda hacer su obra perfectamente mediante nosotros. No debemos permitir que esta experiencia de santificación toque la experiencia de justificación, porque el acusador de los hermanos nos derribará; simplemente debemos saber que El está tratando con nosotros para que El pueda derramarse mediante nosotros. El está profundizando el canal y ampliandolo para que pueda haber un mayor fluir de Sí mismo. Para hacer eso, El mismo tiene que deshacernos de todo lo que no es El mismo. A la luz de Su pureza, no será tanto el pecado que verás, sino a tí mismo. No será tanto el pecado que tú veas, será el “yo”. Veremos en su mayoría, que el orgullo y motivos “propios” son la fuente de todo lo que hemos hecho.
Tengo un gran amigo que es predicador, quien tiene una iglesia grande. Dios lo ha usado singularmente; Dios lo ha usado en una forma que mucha gente no sabrá, pero conversando con él, decía que la iglesia ha clamado por el avivamiento que vemos en el libro de los Hechos, “ayunamos, oramos, pero no ha venido, y no comprendemos por qué”. Y le dije, “Pastor, ¿alguna vez usted ha tomado tiempo para que a la luz del Espíritu Santo vea la razón por la cual quiere este avivamiento? ¿Por qué lo quiere? ¿Cuál es el motivo detrás de su clamor?”. Y Dios lo quebrantó, porque él dijo que fue como una luz que destelló sobre él; vio que el motivo era que simplemente las almas sean salvas y la iglesia sea más grande, y no la gloria de Dios. Esto es lo que El va a hacer. La lujuria y la auto compasión se encontrarán en lugares donde nunca lo esperábamos, nunca sospechábamos que estuvieran ahí. Confesaremos entonces que sabemos tan poco del Espíritu Santo como la persona que habita dentro de nosotros.
Cuando realmente se le permite que venga y nos muestre Su función y Su deseo, llegaremos a saber en esa hora que nosotros sabemos tan poco sobre El. Sabemos que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, pero a la luz de Su santidad, cuando la pregunta se hace, ¿quién está viviendo en tu cuerpo?, Será difícil para nosotros decir que El está ahí, será difícil para nosotros decirlo. En Su naturaleza, El es exactamente como Jesús. El nunca viviría para sí mismo, sino para otros. ¿Qué dices acerca de esa revelación? En Su naturaleza, El es como el Padre, El nunca viviría para Sí mismo. ¿Y tú?
Muchos de nosotros hemos confesado que hemos dejado todo para seguir a Jesús; podemos cantar, podemos llorar y cantar la canción: “Donde El me guíe, yo seguiré”, pero ni siquiera vamos a un culto de oración. Somos hipócritas, y necesitamos confesarlo. Estamos acá para que Dios nos examine. Echemos fuera las creencias que hemos dejado entrar, y por un momento veámoslo a través de los ojos de Dios. Hemos sido solo apariencias, nuestros motivos han sido egoístas. Pero si nosotros le permitimos, El nos mostrará que hay un mundo de diferencia entre una vida rendida en Sus manos, y que El viva Su vida en tu cuerpo.
El libro de los Hechos no son los hechos de los Apóstoles, sino los hechos del Espíritu Santo. Los Apóstoles y los demás, simplemente habían llegado a ser Su cuerpo. El Espíritu Santo vivió en sus cuerpos igual como Jesús vivió en Su vida terrenal en el cuerpo que fue nacido en Belén. El Espíritu Santo pide de nosotros todo, y lo que El nos pide, es nuestra voluntad y nuestros cuerpos. El nos ruega: “hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo…”.
Nunca realmente entendí lo que esa palabra significaba hasta que Dios me trajo a este pensamiento de la función y deseo del Espíritu Santo. Su función y Su deseo, es vivir la vida de Jesús a través de mí, exactamente lo que Jesús viviría si El estuviera personalmente aquí ahora. “Nuestro Dios es fuego consumidor,” y si el Espíritu Santo toma posesión de estos cuerpos, El consumirá todo lo que hay de nosotros.
Frecuentemente cantamos, “Ser Como Jesús, todo lo que pido es ser como El”. Pero cuando una persona tal como Jesús viene y se ofrece para vivir a diario y cada hora en nosotros, encontramos cuan verdaderos o cuán irreales hemos sido. Oh, nos ponemos tan emotivos: “dame un corazón lleno de amor, y hazme más como tú”. Entonces el Espíritu Santo viene, quien es simplemente como Jesús en todo y quiere vivir esa vida mediante nosotros, y nuestro egoísmo aparece, descubriendo cuán irreales somos. La razón por la cual Dios está examinando nuestras vidas es para descubrir esto. En este tiempo de estar apartados, vamos a descubrir cuánto hay en nosotros que todavía prefiere vivir su propia vida, que se retrae de la sentencia de muerte. A la luz de tal trato del Espíritu Santo, nosotros veremos seguramente el significado de las palabras del Salvador en Lucas 9: 24, “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”.
Hay dos razones especialmente por las que El viene de esta forma. Primero, hay una obra para ser hecha que sólo el Espíritu Santo puede hacer; por eso Jesús dijo a esos primeros discípulos que no dejen Jerusalén hasta que hayan sido investidos con poder desde lo alto. El no ha venido para darnos gozo, El no ha venido para bendecirnos; lo que necesitamos es Jesús, el es toda la bendición que necesitamos. El Espíritu Santo ha venido a llevarnos a la Cruz para que sólo El pueda vivir en nuestro cuerpo, por la causa de un mundo perdido. Los problemas que desafiarán al creyente verdadero antes de que esta tarea sea concluida, serán tan grandes, y los ataques de Satanás tan fieros, que carne y sangre nunca serán capaces de mantenerse. Mira nuevamente, cómo sobre la víspera de la crucifixión, cuando el choque verdadero vino sobre los poderes de las tinieblas, fue sólo Jesús quien permaneció. A pesar de sus rendiciones, sus votos y sus devociones al Maestro, cada discípulo fracasó en esa hora. Mirando el futuro, la obscuridad de los últimos días y el choque final entre el Cielo y el infierno por los reinos de este mundo, sólo una persona será suficiente, El Espíritu Santo. Debemos creer en El; El ha venido para hacernos y conformarnos a la imagen de Cristo, para reproducir en nosotros el carácter moral de Cristo. Debemos creer en El. Su función y Su deseo es llenar este universo de Cristo. Para hacer esto, El debe llenarte a tí y a mí de Cristo, sólo de Cristo.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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