LA MENTE DE DIOS

SERIE 16: EL ESPIRITU SANTO
LA MENTE DE DIOS
LECCION # 6


El Espíritu Santo en tí como creyente, es la mente de Dios. Filipenses 2: 5 dice, “Haya, pues, en vosotros este sentir (esta mente) que hubo también en Cristo Jesús”.
No tengo ningún problema en convencerte si crees en la Biblia, que el Espíritu Santo es la mente de Cristo. Pablo, escribiendo a la iglesia en Corinto dijo: “¿Quién conoce las cosas de Dios, excepto el Espíritu de Dios?” (Parafraseando). La habilidad de conocer está en la mente.
A lo largo del Nuevo Testamento, se nos dice vez tras vez, que seamos guiados por el Espíritu. La completa dirección del cuerpo, está ordenada por la mente. “Haya, pues, en vosotros, esta mente”. Hemos establecido que el Espíritu Santo en el creyente es la mente de Dios en esa persona. Pero acá en el libro de Filipenses, Pablo no está diciendo a esa iglesia, “sed llenos del Espíritu”; el énfasis aquí está en el verbo, “Haya”. “Haya en ustedes esta mente”. Los filipenses ya estaban llenos del Espíritu Santo, y lo que Pablo les estaba diciendo a ellos era: “que el Espíritu Santo que está en ustedes, sea su mente”. Tenemos una elección en esto y es triste decirlo, pero generalmente tomamos la decisión incorrecta.
Cuando naces de nuevo, un “nuevo hombre” viene a la vida. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”. No una reparación del “viejo hombre”, sino un “nuevo hombre”. Por lo tanto, en el cuerpo de un creyente verdaderamente nacido de nuevo, hay dos personalidades distintas; está el “viejo hombre”, y está el “nuevo hombre”. Lo que Pablo está diciendo a la iglesia filipense, y así también a todos nosotros que formamos parte de la Iglesia, es que, “esta mente sea tu mente”. En otras palabras, te está diciendo que tienes que por tu propia voluntad rechazar lo carnal y aceptar lo espiritual. Vas a tener que hacer eso; el Espíritu Santo no te va a forzar a hacerlo, no te va a forzar a elegir a Dios. Por tu propia voluntad, debes tomar una decisión en cuanto a la voluntad de Dios. Esta es la razón por la cual debes familiarizarte con la Biblia, para que sepas lo que Dios está haciendo. Pero para que Su mente sea tu mente, debes decidirlo. Debes hacerlo por tí mismo, y si se lo permites, El será tu mente.
A pesar de que el Espíritu Santo haya entrado, puedes continuar operando en el ámbito de la mente carnal. De hecho, casi 95% de la actividad de la Iglesia es un producto de la mente carnal; hacemos casi todo sin Dios. La Escritura dice, “Hay camino (esto es mente) que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. Tener la mente carnal es muerte; ésta debe ser rechazada y en su lugar, debe ser aceptado el camino (o la mente) que “ningún ojo de buitre puede ver”. Cuando la Biblia tiene la palabra “ver”, habla acerca de conocer, se refiere al entendimiento. Hay un camino, hay una mente, que no es visto por el ojo de ningún buitre. (Job 28:7) Sabemos lo que es un buitre; un buitre es un animal que se alimenta de los muertos. Esta es la mente carnal, y Dios dice que la mente carnal no puede ver los caminos de Dios. Sólo el Espíritu Santo en el creyente puede ver esto. Para llegar a donde está Jesús, debemos tener la mente de Dios. Queremos llegar a esta verdad para que Dios pueda impactar nuestros espíritus con ella.
Toda habilidad está en la mente, toda la función del ser humano es coordinada por la mente. Si algunas partes del cerebro son dañadas, el hombre no podrá caminar a pesar de que aparentemente esté normal. He visto que un hombre puede tener lengua y boca, pero no puede hablar; este órgano es normal pero algo ha sucedido ahí.
La habilidad de un atleta es más mental que corporal. Por ejemplo, para que un jugador de basquetbol pueda meter la bola en el cesto, se requiere gran poder de concentración; si lanza a una distancia de 5 ó 10 metros, la mente en un segundo deberá calcular la distancia, luego determinar la altura, a donde esa bola debe llegar, y cuánta fuerza debe tener detrás para poder llegar exitosamente a este tablero. Es así que la habilidad de encestar es más un producto de la mente. Puedo tomar una bola y lanzarla a 10 metros, pero no podría encestarla como este hombre, porque él aprendió a concentrarse. Lo que es verdad para él, es verdad para un músico. He observado a un organista mientras esas manos corren a lo largo del teclado, y a la vez el pie está debajo, pasando por todos los pedales de abajo. Y mientras las manos están tocando arriba y los pies están tocando abajo, los ojos del organista están sobre el líder de música. La habilidad de hacer eso no está en las manos o en los pies. Yo tengo muy buenas manos y muy buenos pies; pero no puedo tocar el órgano, porque la habilidad de tocar el órgano está más en la mente que en las manos. Por supuesto si mis manos estuvieran adormecidas, no lo podría hacer. Pero la habilidad no está ahí; puedo golpear esas teclas hasta cansarme, pero no puedo tocarlo. Pero si se pudiera transplantar el cerebro del organista en mi cabeza, entonces mis dedos podrían tocar el órgano. ¿Podemos ver la importancia de tener la mente de Cristo? Porque lo que es verdad en lo natural también es verdad en lo espiritual: pon la mente de Cristo en la Iglesia, en el creyente individual, y la Iglesia también tendrá Su habilidad. Con Su mente, viene Su habilidad. Con esa mente del organista en mi cabeza, vendría la habilidad del organista para tocar el órgano.
Cuando la mente de Cristo viene a mi mente, la habilidad de Cristo viene. Si El resucitó a los muertos, la Iglesia puede resucitar a los muertos, si El sanó a los enfermos, echó fuera demonios, abrió los ojos a los ciegos, hizo andar a los cojos, entonces también nosotros podemos, si permitimos que esta mente sea nuestra mente. El hombre en su descubrimiento, ha aprendido que lo que puede concebir, lo puede lograr. Los psicólogos modernos dicen eso: ellos dicen que si un hombre puede concebir algo en su mente, al final este hombre puede obtenerlo. Esto simplemente significa, que lo que el hombre puede pensar, lo puede hacer. Si en su mente él puede visualizar algo, puede traerlo a la existencia. El único requisito es la habilidad de ver eso en la mente. Vean los logros del hombre: estoy hablándote a través de este libro, producido por imprentas y algunos otros equipos. Todo esto fue alguna vez un pensamiento en la mente del hombre. Esta calidad de papel, los textos realizados en un sistema computarizado, en algún momento fue simplemente un pensamiento en la mente del hombre. Pero a causa de que el hombre pudo pensarlo, pudo hacerlo. Así es como vemos que todas las maravillas de esta edad moderna alguna vez fueron un pensamiento en la mente de un hombre. Por ejemplo, piensa en cualquier tipo de automóvil; esa maravilla de transporte una vez fue un sueño en la mente de un hombre. Hoy, este sueño es una realidad, porque la mente que lo concibió, fue capaz de producirlo.
Hace unos años, cuando se puso un vehículo en Marte, recuerdo volver a casa y ver las noticias en la noche. Aquellos científicos lo enviaron a través de más de 300 millones de kilómetros en el espacio, lo pusieron en Marte, y enviaron fotos tridimensionales a color de este mundo prohibido. A lo largo de todo el regreso, más de 300 millones de kilómetros de espacio, este vehículo con sus cámaras envió fotos de regreso, y las vi en mi casa, exactamente en mi sala. Vi, atónito, mientras los hombres en la tierra le ordenaban a esa máquina que se estirara y tomara muestras de la superficie de Marte. Mientras la máquina obedecía, de pronto algo comenzó a fallar. El hombre en Houston, a 300 millones de kilómetros de esa máquina le hizo una pregunta: “¿Qué está mal?” El mensaje vino de regreso que uno de los seguros había fallado en salir, entonces su brazo no podía estirarse. Desde 300 millones de kilómetros, los hombres en la tierra le dijeron a esa máquina qué hacer para soltar sus brazos, y ¡ funcionó! Eso está más allá de nuestra habilidad de ver, pero recuerda, todo esto vino de una visión. Dios no hizo esto, el hombre hizo esto con el cerebro que Dios le dio. Alguien tuvo que concebir eso, alguien lo concibió, y su mente empezó a trabajar para lograrlo. Logró en realidad lo que su mente había visto. Todo esto me indica que la utilidad del Cristiano no está en sus libros de aprendizaje, no está en su habilidad musical, sino que está estrictamente en su habilidad de ser guiado por la mente de Dios, el Espíritu Santo.
Hay un límite para la mente natural. A pesar de todo el vasto y maravilloso mundo que la mente natural ha producido, existe un límite en cuanto a lo que puede realmente concebir. Y como hay un límite en lo que puede concebir, hay un límite en lo que puede lograr. Veamos a Albert Einstein, quizás uno de los hombre más inteligentes. Su teoría de la relatividad ha producido algunos de los descubrimientos más asombrosos de todas las épocas. Su pensamiento y logro han cambiado drásticamente nuestro mundo. Fue la teoría del Sr. Einstein la que condujo a la división del átomo de lo cual vino la bomba atómica, y todo un nuevo mundo de poder. Sin embargo, con toda su habilidad de pensar, él se habría reído de tí sugiriendo que este universo puede ser detenido.
No hay límite para la mente de Dios. Cuando un hombre empieza a pensar con la mente de Dios, rompe las barreras impuestas por la mente carnal. Miremos por un momento a Josué: estaba en una batalla, y había sido violenta, pero en la noche el enemigo estaba huyendo. Había quebrantado la moral del enemigo, había quebrantado todo, y el enemigo estaba apurado para huir. La victoria estaba en sus manos si él pudiera continuar presionando al enemigo, pero la noche se acercaba, y la batalla tendría que ser suspendida hasta la mañana. Josué sabía que si el enemigo no era vencido ahora, se reagruparía, se reorganizaría durante la noche y toda la victoria de este día, todos los hombres que murieron, hubiera sido en vano. Mientras el hombre de Dios pensó sobre esto, el pensamiento de detener el sol vino a su mente. Yo no creo que Josué haya oído una voz, sino que tuvo un pensamiento; el Espíritu vino. Un pensamiento tan poderoso, tan lejano de la mente natural, que probablemente él tuvo que sentarse. Su pensamiento consideraba detener el universo, no sólo el sol. Como ves, todos los billones de mundos allá afuera, soles, planetas, todos se están moviendo al unísono; si detienes a uno sin detener al resto, habría un desastre allá arriba. Creo que mientras Josué pensó en esta cosa imposible, llegó a él que tal pensamiento tenía que venir de la mente de Dios, porque su mente era totalmente incapaz de tener esos pensamientos. Sin ningun titubeo, se puso de pie y le ordenó al sol que se detuviera en ese lado del valle, y a la luna que se quedara quieta, y a la orden de un hombre, bajo la unción del Espíritu Santo, el universo se detuvo. Un hombre operando en la mente de Dios, detuvo el universo. ¡Si pudiéramos darnos cuenta que el único límite que tenemos es el límite impuesto sobre la Iglesia por la mente carnal! Pero la mente de Dios no tiene límites, porque “nada hay imposible para Dios”. La mente carnal rige la Iglesia. Decimos con nuestras acciones y oraciones que hay algunas cosas que Dios no puede hacer. ¡Qué tal insulto es esto para el Todopoderoso! Esto me fue mostrado un día miércoles en la noche, en un servicio hace muchos años. Estaba recibiendo las peticiones de oración, y una mujer se paró y le preguntó a la congregación si podían orar por su hermano; el era un obrero de un tren, se cayó, y el tren lo atropelló cortándole las piernas. Ella había estado con él todo este tiempo y ahora que su vida estaba fuera de peligro, ella había vuelto a la Iglesia y se había parado ese miércoles en la noche, pidiendo a la Iglesia que oren para que Dios pudiera restaurar las piernas de ese hombre. Con esa petición, se oyó una pequeña sonrisa en la congregación; con esta sonrisa algunos estaban diciendo, “Dios no puede hacer esto”. En la Biblia oímos acerca de los cojos que eran traídos a Jesús y El los sanaba. Otra versión de la Biblia dice que le traían a El los que habían perdido piernas y brazos y los restauraba. Sólo necesitamos esta mente, y veremos que esto sucederá otra vez. Si podemos permitir que esta mente sea nuestra mente, entonces nosotros veremos otra vez a la Iglesia levantarse en la habilidad de Dios, porque si ella se mueve en esa mente, de seguro operará en Su mente.
Hay una dama que es muy amiga de mi esposa y también mía. Perdió a su hijo en un accidente, y cuando el había muerto por un año, ella me llamó y quería que orara para que Dios le diera su hijo de regreso. ¡Ella me estaba pidiendo que orara por su hijo que había estado muerto por más de un año! Muy temprano en la mañana, ella me llamó justo antes de que sonara mi despertador para la oración, y estaba tratando de hablar con ella. Pensé por un momento, y empecé a explicarle por qué no debería pedir tal cosa, pero el Espíritu Santo me detuvo. Le pregunté, “¿el joven era Cristiano?” Ella dijo que sí, entonces le iba a explicar acerca de la resurrección; y cuando estaba a punto de empezar a hablar, Dios me habló al oído y dijo, “Ten cuidado con lo que dices; no me limites. No vaya a ser que le hagas creer que no puedo hacerlo”. Estaba realmente perplejo por un momento. El Espíritu Santo continuó recordándome cómo fue que cuando Jesús fue crucificado y resucitado, y llevó cautiva la cautividad, las tumbas de los santos que habían muerto hace mil años fueron abiertas y los santos salieron de las tumbas y anduvieron por esas calles de Jerusalén. Partiendo de esto, oré con la dama que la voluntad de Dios sea hecha. Porque sé que si es la voluntad de Dios, El no tiene ningún problema en levantar a ese hijo. El lo podría poner la siguiente mañana tomando desayuno.
La mente de Dios en el hombre ha hecho lo imposible. Tal como la mente natural puede ser incrementada por el entrenamiento y la educación, así la mente espiritual puede ser incrementada en nosotros. Es algo emocionante ver cómo el mundo de un niño aumenta a medida que se desarrolla, a medida que su pequeña mente se desarrolla. Por mucho tiempo, viajaba cada semana a reuniones por todo el país. Mi hija, y su esposo trabajaron conmigo, y cuando venía de algún lugar ellos me recogían del aeropuerto. Siempre era emocionante verlos, especialmente porque mi nieta, quien en ese entonces tenía 3 años, era la primera en saludarme. Solía maravillarme de cuánto había crecido su mundo solamente de semana en semana. La pequeña mente era tan fértil, tan hábil. Cada semana ella tenía nuevas palabras para poder expresarse mejor a sí misma. Nuevas visiones de un mundo grande habían nacido; su mente estaba creciendo. De la misma manera, la mente de Dios puede ser incrementada en nosotros. Crece al ser alimentada de la palabra de Dios, y al rechazar totalmente esos pensamientos que deshonran a Dios. Dios está muy desagradado con cualquier limitación impuesta por nuestra incredulidad. Dios es más grande que cualquier problema real o inventado que pases. Nunca debemos permitir que nuestra mente reduzca al Dios Todopoderoso.
En una ocasión Dios trató conmigo acerca de Su grandeza. El me dijo, “tu propaganda es muy barata, tienes miedo de hacerme más grande de lo que soy”. Luego me mostró que era imposible para mi imaginar remotamente cuán grande es El, que nunca debo tener miedo de exagerar Su habilidad. El puede hacer más abundantemente de lo que pedimos o pensamos. Un tiempo después, estaba leyendo una revista acerca de la nueva estrella descubierta a 10 billones de años luz. Piensa acerca de esto. Pensé cuán lejos esto estaría; sabía que la luz viajaba a 300 mil kilómetros por segundo. Ahora, si pudiera calcular cuántos segundos hay en 10 billones de años, multiplicar el número de segundos por 300 mil, podría saber a qué distancia se encuentra esa estrella. Recordé que Job dijo, “¿No está Dios en las alturas de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están” (Job 22: 12). En otras palabras, Job dijo que Dios es más alto que las estrellas. ¡Oh, cuán grande es Dios! Esta debe ser nuestra forma de pensar, y para que sea así, debe ser el Espíritu Santo. No debemos tener pensamientos que reduzcan o limiten a Dios. Debemos permitir que la mente de Cristo sea nuestra mente, entonces tendremos la habilidad de Dios; podremos cumplir la Escritura. “…las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14: 12).
El ser guiado por el Espíritu (la mente de Dios), es tener la habilidad de Dios. Repito, ser guiado por el Espíritu es tener la habilidad de Dios. “Haya pues esta mente en vosotros, que estaba también en Cristo Jesús”. Cuando consideras la mente de Moisés, en el momento que Israel estaba frente al Mar Rojo, montañas alrededor, sin escape, y el ejército de Faraón detrás de ellos; aparentemente todo estaba perdido, y todo Israel estaba clamando, “¿por qué nos has traído acá para morir?” El mismo Moisés se ve atrapado, pero la mente de Dios viene a él. Otra vez, no creo que él oyó una voz, sino un pensamiento vino: “Extiende tu vara, extiéndela”. No creo que él haya oído una voz, pero este pensamiento, esta mente vino a él; esto es el liderazgo del Espíritu Santo. “Ensancha tu mente, extiende esa vara”. Y mientras Moisés la extendía, esas aguas se dividieron, y se vio tierra seca. Israel pasó a través de tierra seca esa noche. He leído eso muchas veces y he visto la película “Los 10 mandamientos”; fue una de las fotografías más hermosas que puedes ver, mientras el agua estaba de pie e Israel las atravesaba en esa película. Parecía como si fuera un camino, como de 100 metros de ancho. Tenía ese pensamiento en mi mente, hasta que una noche leí esto otra vez, y me di cuenta que Israel atravesó esto en una noche. Eran 3 millones de personas, y calculé vagamente que, para que Israel pasara el Mar Rojo en una noche, tenía que haber por lo menos 5 mil personas lado a lado. El Espíritu Santo sopló, haciendo un hoyo ahí de por lo menos 3 kilómetros de ancho. El sopló ahí, e Israel pasó sobre tierra seca. La mente de Dios en un hombre dividió las aguas del Mar Rojo, produjo maná en un desierto por 40 años, sacó aguas de una roca, dividió las aguas del Jordán, derribó los muros de Jericó, hizo que un hacha flotara, hizo que la cesta de un muchacho alimentara a tantos, la cual no hubiera podido alimentar ni a uno sólo. Todo esto ocurrió porque la mente de Dios estaba en alguien, y ellos se atrevieron a creer y actuar con esa mente.
El Espíritu Santo en tí, ministro de Dios, es la mente de Dios en tí, y esa mente es la habilidad de Dios. Dios dice, “haya esta mente”. ¡Que esta mente sea tu mente! El Espíritu Santo es la mente de Dios en el creyente y en la Iglesia de Dios colectivamente; por lo tanto, la Iglesia tiene la habilidad de Dios y nuestra única limitación es cuando operamos en la mente equivocada.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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