LA PRIMERA IGLESIA Y EL ESPIRITU SANTO

SERIE 16: EL ESPIRITU SANTO
LA PRIMERA IGLESIA Y EL ESPIRITU SANTO
LECCION # 3



Anteriormente demostrábamos cómo el Espíritu Santo en nosotros es la respuesta a todo: es el Espíritu Santo quien nos hace santos, el es quien nos da poder para hacer la obra de Dios. Al estudiar lo siguiente, creo que Dios nos demostrará lo que debemos hacer si vamos a cumplir la voluntad y el propósito de Dios en esta última generación. Creo que somos la última generación, y nosotros debemos mirar atrás a la primera generación, porque el fin siempre vuelve al principio.
Leyendo en Hechos 1: 8, dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
En Hechos 2: 1-4, vemos el nacimiento de la Iglesia. “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas, repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
Luego en Mateo 18: 18-20 dice, “De cierto os digo todo lo que a atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos “.
Deseo que en este capítulo regresemos al Pentecostés, al nacimiento de la Iglesia Cristiana. Oro para que Dios aclare nuestras mentes de todas las presuposiciones y nos permita ver con una visión no nublada, porque en el Pentecostés se dan a conocer las grandes raíces y principios a través de los cuales en todas las edades la Iglesia encontrará la ley de su servicio y su triunfo sobre los poderes de las tinieblas.
Si vemos el Pentecostés en este nacimiento de la Iglesia, y vemos lo que significó para ellos, al asirnos de ello, las posibilidades son ilimitadas, porque, si al ver los logros de los Cristianos del siglo primero, concluimos que es posible evangelizar el mundo en esta última generación de la Iglesia de nuestro día; y si vamos a ganar cualquier cosa por admitir esto, necesitamos explorar la diferencia entre la primera Iglesia y nosotros mismos. Nosotros confesamos ser parte de una sucesión de esta gran fe Pentecostés, pero al leer el libro de los Hechos y ver esa Iglesia en su nacimiento, tiene que haber un sentido de culpabilidad que comienza a apoderarse de nosotros. Pero ahí es donde debemos regresar a descubrir lo que tendremos que hacer si vamos a hacer la voluntad de Dios. Es la voluntad de Dios que llevemos este mensaje a todo el mundo y a cada criatura; si nosotros no hacemos esto, entonces vamos a encarar a Dios como siervos inútiles. Jesús no nos ha dado solamente el Espíritu Santo, sino El nos ha dado también el registro de aquellos en quienes El primero vino a habitar, y El lo dio como una demostración viva de lo que El puede hacer por nosotros y mediante nosotros, si le permitimos.
La gente no está tan interesada en ideas abstractas como en los individuos que representan las ideas. La Iglesia del primer siglo, entonces, nos es dada por Dios, como un ejemplo y un anticipo de lo que el Espíritu Santo puede hacer en hombres que están totalmente poseídos por el Espíritu de Dios. Pablo estaba poseído por el Espíritu Santo; él dijo, “para mí el vivir es Cristo”.
Hablamos de gente poseída por demonios. La historia nos ofrece una galería de imágenes con aquellos quienes se levantaron para regir su generación, que eran poseídos totalmente por el diablo. Aquí tenemos el ejemplo ante nosotros de lo que puede suceder en este Siglo XX si somos poseídos por Dios. Si la Iglesia del Siglo XX va a ser y hacer lo que Dios desea, entonces ella debe estudiar el modelo Pentecostés, y no deberíamos estar contentos con nada menos que una devoción igual a la suya en a la obra de hacer a Cristo conocido en todo lugar; un árbol sólo puede crecer fuerte por permanecer en la raíz en que nació. El avivamiento que necesitamos y por lo cual oramos en la Iglesia solo puede venir por un regreso al Pentecostés. Dios no está interesado en nada más, y no debemos estar interesados en nada menos. El fin está contenido siempre en el principio y siempre regresa a su origen. El único poder para evangelizar el mundo en esta generación yace en saber qué significa el Pentecostés, y tener fe en el Espíritu.
Debo creer en el Espíritu Santo, creer que Dios me lo ha dado a mí. El dice que recibiremos poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre nosotros. La Iglesia debe tener fe en eso. No es si tengo ganas, no son los destellos calientes o fríos. ¿Creo en el Espíritu Santo? Dios me ha dado Su Espíritu Santo. El dijo, “recibiréis poder después que el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros”. Nosotros debemos creer e ir adelante, en la fe que El está en nosotros para hacer lo que Dios nos ha mandado a hacer. La gran comisión se dio en conexión con Pentecostés, y su cumplimiento se hizo enteramente dependiente de esto. Nosotros vemos en Hechos 1: 8 que, “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. Y en Lucas 24: 49, “Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. Cuando El viene, viene en este poder y con este poder. Nosotros debemos tener fe en el Espíritu.
La comisión Pentecostés sólo puede ser efectuada por una iglesia Pentecostés en el poder Pentecostés. La gran pregunta entonces es, ¿cómo puede la Iglesia ser restaurada a la disciplina de la primera Iglesia, cuando en el poder del Espíritu Santo, ellos hicieron lo que ninguna otra generación ha llegado a hacer, esto es, alcanzar su generación para Cristo? La Iglesia de Pentecostés no era meramente un ejemplo y una muestra de lo que Dios podía hacer, es una revelación de la voluntad de Dios con respecto a lo que la Iglesia siempre debería ser; medita en esto. No era un día especial de la Iglesia, sino que era lo que Dios quiso que sea un día normal de la Iglesia. Nosotros que hemos sido llenos del Espíritu debemos andar en el Espíritu, y debe haber la misma evidencia que encontramos en el libro de los Hechos. El estado Pentecostés es el único que satisface a Dios, entonces debería ser la única cosa que nos satisface a nosotros. Quiero que tomemos todo esto en nuestros espíritus. Dios nos ha llamado, y en nuestros hombros descansa la responsabilidad de avivar la Iglesia y moverla para cumplir la voluntad de Dios de tomar este mensaje a las naciones de la tierra. Para hacer esto, vamos a tener que descubrir cómo ellos lo hicieron y por qué son los únicos que lograron hacerlo. Si nosotros estamos dispuestos a movernos con el mismo Espíritu, obedeciéndole, caminando con El, entonces nosotros podremos una vez más repetir el éxito del primer siglo.
La primera venida de Pentecostés vino primero a gente preparada; requerirá la misma preparación para la Iglesia de nuestro día para recibir el mismo poder. Nosotros hemos reducido esta experiencia a hombres que enseñan a otros hablar en lenguas. Esto no es lo que ellos eran, eso no es lo que evangelizará este mundo. Tiene que haber nuevamente la realidad que había en el principio. Debe ser gente preparada; esto implica abandonar y dejar todo lo que impide. Cuando encuentras la palabra “ojo” en la Biblia, significa entendimiento, a menos que específicamente hable de alguien cuyo ojo es ciego. Pablo dijo que los ojos de vuestro entendimiento sean alumbrados; la preparación debe enfocar nuestro entendimiento. Significa abandonar todo lo que impide, cualquier cosa que sea.
No hay nada demasiado pequeño que Dios no tratará con nosotros, al prepararnos como esa vasija para este retorno Pentecostés. Vino sobre gente preparada; estas ciento veinte personas que subieron las gradas al aposento alto estaban preparadas. Pablo dijo que fue a 500 hermanos que Cristo mandó que se quedaran en Jerusalén hasta que fueran investidos con poder desde lo alto. Ellos calcularon el costo del mensaje, y trescientos ochenta, o la mayoría de ellos, pensaron que el costo era muy alto. Esos que decidieron ir, los ciento veinte, sabían que teóricamente firmaban su sentencia de muerte, pues la gente que crucificó a Cristo esperaba en las calles para crucificarlos a ellos. El doctor subiendo esos escalones había abandonado su oficina; sus pacientes habían encontrado otro doctor, y no hay razón para volver. Las redes de pesca habían ya sido hurtadas o estaban podridas; los botes ya no están. El cobrador de impuestos no puede volver más a su profesión. Era un vaso quebrantado, desgajado y magullado que entró en el aposento alto, y fue sobre el vaso quebrantado que Pentecostés vino la primera vez. Esa era la preparación; no vino mediante la publicidad de las primeras páginas del periódico de Jerusalén, vino mediante el trato terrible de Dios con 12 hombres. Debemos tener la misma preparación; significa un vaciarnos y un limpiarnos de nosotros mismos porque El no vendrá a un vaso indiferente. Significa anhelar, esperar, una rendición entera; significa clamar a Dios, esperar en Dios; significa que el único deseo, el deseo desbordante de nuestros corazones es recibir este Pentecostés. El Pentecostés no fue derramado este día sobre Jerusalén: se derramó en ciento veinte personas que eran los vasos preparados por Dios, y mediante ellos, al mundo.
Tú has sido llamado por Dios al santo ministerio para tal preparación, para recibir este Pentecostés del último tiempo en que Dios ha dicho que la gloria de esta casa sería mayor que la primera. Que podamos ser el vaso mediante el cual Dios puede derramar nuevamente en este último tiempo el Espíritu Santo a un mundo en espera, hambriento y perdido. ¿Cuáles fueron los elementos principales de este entrenamiento? Primeramente había un llamado y una separación de los reclamos e intereses ordinarios de la vida. Este es el principio que caracteriza la vida de todos los grandes siervos de Dios en edades previas. El hecho de que estás leyendo esto me dice que has sido llamado por Dios, tú has sido separado para el Evangelio por Dios. Así que, voy a repetir lo que acabo de decir; este es el principio que caracteriza la vida de todos los grandes siervos de Dios en edades previas; Abraham, José, Moisés, Josué, David, Elías, ellos fueron sacados y apartados de su ambiente ordinario.
Frecuentemente esto sucedió mediante la persecución y sufrimiento, para que ellos pudieran ser llevados a la soledad con Dios, y ser librados de lo que en otra manera es normal o lícito. Una vez librados, ellos podían oír Su voz, recibir la revelación, y ser cambiados y capacitados para la obra. Tú has sido llamado por Dios al santo ministerio, para pasar un tiempo muy intensivo de espera en Dios, para aprender, para oír; esta es la razón por la cual he dicho que dejes todas las presuposiciones fuera, para que podamos ver verdaderamente lo que Dios busca y en qué tipo de vaso El va a asegurar este tesoro; este somos nosotros. Jesús llamó a Sus discípulos a abandonar todo, los llamó a negarse lo que otros pueden considerar perfectamente legítimo, y El te llama a tí para la misma cosa. Si te comparas con otros, eres insensato; El te ha llamado lejos de cosas que pueden parecer ser legítimas a otros. Esos discípulos fueron llamados al lugar donde El era el objeto único de sus vidas. Por tres años El tuvo esos discípulos en entrenamiento.
Dejemos que se arraigue en nuestro ser lo que Dios anhela, qué es lo que El quiere que hagamos, y en qué tipo de vaso El quiere derramarse. Dios nos está preparando, así como El preparó a los primeros discípulos para Pentecostés; El nos está preparando para este último Pentecostés, y El los dejó como un ejemplo de cómo nosotros debemos hacerlo. ¿Y cómo lo hizo El? Dialogando con ellos, hablando con ellos, y es necesario que tú pases mucho tiempo en este Libro. Luego les permitió ver lo que El hizo, y por último, El reprendió e instruyó, trató con cada emoción y deseo; no hubo nada en ellos con lo que El no trató. ¿Qué estaba haciendo? Los preparaba para ser recipientes y canales del Espíritu Santo, para que El pudiera fluir mediante ellos, para que el Espíritu Santo, quien es el único que puede hacer la obra de Dios, fluyera mediante ellos. Ellos no sólo eran llamados a ser receptores del Espíritu, sino los canales mediante los cuales el Espíritu podía fluir. Esos primeros seguidores de Jesús llegaron a ser los ejemplos de la mente de Dios para la Iglesia. Y si producimos cualquier cosa fuera de esto, hemos traicionado a Cristo, porque fracasamos en producir aquello por lo cual El murió.
El amor de hoy por la comodidad, y el deseo de cosas, han borrado la posibilidad de ser ese vaso para el creyente que no está dispuesto a abandonarlo todo. Si no estás dispuesto a abandonar todo, estás aquí equivocadamente, y no deberías derrochar tu tiempo, porque Dios nos ha llamado, como a Ester, “para esta hora”. Vivimos en los últimos días de esta era de la Iglesia, y el derramamiento del Espíritu Santo que Pedro profetizó está sobre nosotros. Dios nos está preparando para ser el vaso mediante el cual El puede venir. El preparó esos hombres para el primer derramamiento, y El ahora prepara un vaso para el último derramamiento. Y si nosotros no estamos dispuestos a abandonarlo todo, no podemos ser este vaso. La visión de Pentecostés y la primera generación debe ser renacida. Podemos ser poseídos por Dios. La pregunta es, ¿estamos dispuestos a abandonar todo en nuestra búsqueda por El?
Siquieres ser el vaso mediante la cual este último Pentecostés puede fluir, antes de que pueda ser esto en tí, tiene que haber un anhelo por Dios que predomine sobre todo otro deseo de la vida. Es por esta causa que Dios te ha llamado al santo ministerio.
“Si alguno quiere ser mi discípulo, primero niéguese a sí mismo”. No hay lugar para el “yo”. No hay nada en tí que pueda producir algo que Dios usará; primero niégate a tí mismo, toma tu cruz, (esta cruz son los problemas y luchas diarias de la vida sin las cuales no podríamos tener nunca el “yo” negado) y sigue a Jesús. Lee los Evangelios y sigue a Jesús; El es el primogénito de esta raza. Nosotros hemos sido separados para este Evangelio, para ser el vaso mediante el cual Dios puede derramar este último Pentecostés. El vino a una vasija preparada; El llamó a personas a Sí mismo, y ellos deben abandonarlo todo, ellos deben dejarlo todo. El doctor cerró su negocio, y si tú eres llamado por Dios para predicar, ¿qué harás? Hay empresarios que predican, pero no hay predicadores que son empresarios; tú debes abandonar todo. El vaso ahora está siendo preparado, y Dios te ha llamado a ser este vaso, pero la decisión estará en las elecciones que tú haces cada día de tu vida, mientras ves el costo de ser tal vaso.
Recuerda que Jesús siempre hizo claro que antes que un hombre vaya a la guerra debe calcular el costo.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

Comentarios

Entradas populares