EL CABALLO DE TROYA
SERIE 18: AVIVAMIENTO
EL CABALLO DE TROYA
Lección # 14
En Hechos 2: 42 dice: “Y perseveraban en la doctrina de
los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en
las oraciones”. En Marcos 13: 13 “…el que persevere hasta el fin, éste será
salvo.”
La palabra “perseverar” indica que ellos estaban
levantándose contra algo. “Y perseveraban”, se refiere a que estaban
resistiendo a algo para poder permanecer donde estaban. Había oposición, algo
trataba de derribarlos, había algo que quería entrar, tratando de hacerles como
todo a su alrededor. Pero la palabra dice de la Iglesia primitiva, que “Ellos
perseveraban”, se mantuvieron firmes, vieron el avivamiento y vieron cómo Dios
obraba. Nosotros no podemos cambiar los principios de la Biblia. Cuando el
enemigo pudo desviar la palabra de Dios, la Iglesia fue reducida sólo a una
forma de poder. Todo se perdió eventualmente, y el mundo entró en la Edad
Oscura. Cuando nos relajamos en algunas cosas, significa que tarde o temprano
nos vamos a relajar en todas las cosas. Esta es la verdad que no puede ser
ignorada, y tú has sido parte de un sistema que ha llevado a la Iglesia a donde
está ahora, porque comenzaron relajándose en algunas cosas y ahora vemos los
resultados finales de ello.
Sólo mira a la Iglesia hoy: hay tanta homosexualidad; la
Iglesia casi tolera el adulterio; hay tanta drogadicción que la Iglesia está
aceptando el beber socialmente en su medio; estamos tan inmersos en lo obsceno,
que ya ni pensamos si debemos ir al teatro. Pero la palabra de Dios aún declara
que si yo permito la iniquidad en mi corazón, Dios no me escuchará
(Parafraseando Salmo 66: 18). Está escrito que las bendiciones de Dios están
prometidas para los de manos limpias y un corazón puro. La Iglesia ha cambiado,
pero Dios no ha cambiado. Creo que Dios quiere tener una audiencia con su
Iglesia. La Iglesia está tratando de delinear algún tipo de programa, en su
esfuerzo por levantarse a sí misma. Dios no está interesado en esto. El no
quiere que le alcances un sistema de métodos, Dios quiere tener una audiencia
con su Iglesia. El está diciendo que debes discernir entre lo puro y lo impuro,
entre lo bueno y lo malo (Levítico 10: 10). Dios es el mismo Dios santo que
siempre ha sido, y El dice a su Iglesia, “…seréis santos, porque yo soy santo…”
(Levítico 11: 44). El Señor declara que va a ser nuestro Padre, si nosotros
salimos del mundo y no tocamos lo inmundo. Si damos una nueva mirada a la caída
de Troya, creo que esto nos mostrará algunas verdades prácticas a ti y a mí en
una manera espiritual.
Si recordamos, los atenienses habían sitiado Troya, y por
diez largos años, (en el Siglo XII), trataron y fracasaron al tratar de
destruir sus defensas (todos los griegos estuvieron unidos para vindicar el
insulto). En 1,184 antes de Cristo, construyeron escaleras, intentaron subir
los muros, pero fracasaron en todos sus esfuerzos; trataron de quemar la
ciudad, hicieron hondas con los árboles y los doblaban poniendo grandes piedras
para lanzar a los muros. Pero los habitantes de Troya resistieron a todo
esfuerzo de ellos: por diez largos años, no permitieron que sus enemigos
entren. Después de diez años, los griegos vieron lo inútil de una guerra
abierta contra Troya, así que cambiaron de táctica; construyeron un hermoso
caballo de madera y durante la noche jalaron el caballo hasta la entrada
principal de Troya y lo dejaron ahí; ahora el ejército griego volvió a los
barcos.
En aquellos días el dejar un regalo o un sacrificio
significaba que te habías rendido, así que dejaron este caballo de madera, que
luego fue conocido como el caballo troyano, pues fue dejado fuera de Troya;
este regalo simbolizaba, “nos hemos rendido”. Pero sin que lo supieran los
troyanos, habían soldados griegos escondidos dentro del caballo de madera.
Ahora, por un tiempo los ciudadanos de Troya miraron a este caballo con
curiosidad, pero después de algunos días, no habiendo soldados griegos a la
vista, los troyanos decidieron que la guerra ya se había acabado realmente y
metieron al caballo dentro. Con la creencia que la guerra ya había acabado
Troya empezó una celebración. Después de todo, habían estado sitiados por diez
largos años. Esta noche mientras la ciudad estaba en un estado de ebriedad, los
soldados griegos salieron del caballo y abrieron las puertas de la ciudad; los
griegos entraron, y toda la ciudad fue asesinada. Algunas leyendas dicen que
sólo dos personas escaparon para contar los horrores de esta última noche en
Troya. Esta fue una tragedia en la historia, pero ni llega a ser tán trágico
como lo que quiero compartir contigo en este capítulo.
Por cincuenta años la gran Iglesia Pentecostés resistió
al demonio de las desviaciones, resistimos; nuestros padres antes de nosotros
resistieron todo esfuerzo del infierno, y rehusamos abrirle la puerta a la
idolatría, a lo no santo, a lo mundano; fuimos desterrados, burlados, y
perseguidos, pero rehusamos darle ni siquiera una pulgada de ventaja a lo que
sabíamos que no era Dios. Como el hijo pródigo, fuimos odiados, porque fuimos
diferentes, ¿Recuerdas cuando el hijo pródigo gastó todas sus riquezas, tocó a
la puerta del mundo, pidiendo algo de comer? el mundo le dijo: “Si alimentas a
mis cerdos te daré de comer”. Esto para un hombre judío era un insulto, y
estaba en contra de todo lo que creía, en contra de sus convicciones
religiosas. El mundo lo odiaba porque era diferente. Le dijeron, “si tú te
vuelves como nosotros entonces te ayudaremos”. Bueno, el mismo mundo toca
nuestras puertas, gritando por querer entrar, y hacerlo con sus propios
fundamentos. Ellos dicen: “Baja el estándar un poquito y así atraerás más
gente”.
Al principio de este último gran derramamiento de su
lluvia, Dios llamó a hombres de diferentes formas de vida, en un tiempo como
aquel en el que tú has sido llamado; un tiempo cuando la Iglesia está muerta.
No es nada más que pantomima y formas huecas. No hay presencia de Dios. Y Dios
llamó a nuestros padres exactamente como El está llamándote del mercado, de la
granja, desde los púlpitos de las iglesias más grandes de la tierra. Ellos se
apartaron para Dios; sabían que Dios era diferente del mundo, y también sabían
que el mundo era su enemigo. Les llamaron fanáticos y cosas peores. Debido a la
experiencia con el Espíritu Santo, los tradicionalistas llamaban endemoniados a
los pentecosteses, pero a pesar del mundo, la carne y el diablo, ellos tocaron
el mundo con este evangelio que les fue encomendado. Es verdad, nuestros padres
fueron extremistas; ellos rechazaron hacerse miembros de una iglesia, creyendo
que esto podía ser la marca de la Bestia; no sólo predicaban santidad en el
corazón, ellos predicaban santidad de conducta. Conocían a Dios y conocían al
enemigo. Ellos sabían de dónde venían y sabían a dónde iban; en su mayoría, no
salieron de un seminario religioso, sino que conocían a Dios. Rehusaron darle
ni siquiera una pulgada de ventaja a todo espíritu de desviación. Ellos
representaron verdad, pureza y santidad, no sólo con las palabras que hablaron
sino con su vida práctica; eran la verdad que predicaban, eran diferentes, y el
mundo los odiaba porque Cristo era visto en ellos. La Iglesia hoy no tiene
enemigos, porque no tiene evangelio; pero tú eres llamado a restaurarla a esta
pureza virginal del Evangelio que le fue dada.
Durante cincuenta años el enemigo trató de derrumbar los
muros, pero tuvo que retroceder una y otra vez. Si ibas a nuestras convenciones
te podías dar cuenta que éramos pentecosteses. Nunca íbamos a lugares que el
mundo iba. Nunca fumábamos sus cigarrillos. Nunca bebíamos su alcohol.
Caminábamos por las calles vestidos decentemente, como hombres y mujeres de
Dios. La gente sabía que éramos diferentes. Nos odiaban porque Cristo estaba
entre nosotros; éramos extraños en este planeta; y nuestro único interés era
Cristo. Se reían de nuestra forma de vivir, decían que no pertenecíamos al
Siglo XX.
Cerca de los años 1,970, acostumbraba a predicar en una
de las grandes iglesias fundadas por uno de los grandes hombres de Dios de este
siglo, el doctor Mayo, en Atlanta, Georgia. En una ocasión estuvimos
conversando él y yo, y el doctor Mayo me dijo: “Ojalá que Dios me hubiera
sacado de aquí hace 20 años”. Esto era cerca de 1,970. Le dije: “¿Por qué dice
esto Dr. Mayo?” El me respondió, “Porque no encajo”. Y yo sólo le remarqué:
“Esta es la razón por la que gente como usted y como yo estamos aquí”. No
encajamos. Dios tiene que tener a alguien que no encaje. Esta es la razón por
la que El nos ha llamado a salir de la manera corriente de vivir: para hacer de
ti, alguien que no encaje en este sistema.
La Iglesia Pentecostés resistió por cincuenta años la
presión y el mundo nos llamó demonios, pero en 1,956 hubo una primera reunión
de la Renovación Carismática. En esos días nos despertamos una mañana, todo
estaba quieto; no venían rocas contra el muro, ni nadie atacaba nuestra puerta,
no había menosprecio, nadie criticaba, ni nos llamaban endemoniados. Todo
estaba quieto. Parecía que la guerra había terminado. Por la curiosidad,
salimos a mirar, y parado en la entrada estaba un hermoso caballo, dejado ahí
por los religiosos del mundo. Y ¡maravillas de maravillas! era un caballo
hablando en lenguas parado en nuestra puerta. No examinamos ese caballo, no
hicimos cuestionamientos, simplemente le dejamos entrar. Llegó quietamente en
una reunión de 1,956 llamada la Renovación Carismática. Una puerta se abrió.
Hicieron una grieta. Ese caballo inició su entrada.
No hay don mayor que la habilidad para comunicarnos con
Dios por medio del Espíritu. Nada es más maravilloso que orar hasta tocar el
reino espiritual y poder orar en las lenguas del Espíritu Santo. No me burlo de
ese don, pero no puedo ni voy a demostrarlo para los carnales religiosos más
que Jesús convertiría las piedras en pan. El Espíritu Santo no es algo para
jugar. Las lenguas vienen según el Espíritu las da, y el diablo las odia,
porque no sabe lo que estamos diciendo. El diablo, después de cincuenta años de
atentar contra el campamento, tratando de destruir nuestras convicciones,
decidió que la única manera con la que iba a entrar sería falsificando lo que
creemos.
El anticristo que vino contra nosotros, no era un
anticristo fundamental. No era un bautista, ni metodista, ni era católico; vino
como un pentecostés. El tenía que ser lo que nosotros éramos. El tenía que
saber lo que sabíamos, y vino como alguien que una vez conoció este poder, pero
se involucró en la prosperidad y en el mundo; perdió lo que había tenido, pero
aún sabía cómo funcionaba. Satanás sabía que el pecado, la mundanalidad, la
incredulidad y el infierno estaban garantizados contra cualquier cosa, excepto
contra el fuego divino. El diablo sabía lo que nos había guardado. El estilo
del infierno es su engaño por imitación. Sabíamos que estar medio desnudos,
beber licor, y lo mundano no era de Dios; resistimos esta presión. Por más de
cincuenta años otras religiones nos exclamaban, “¿Por qué no pueden ser como
nosotros? ¿Por qué no predican y viven como nosotros vivimos?”. No había forma
que la idolatría sea parte de nuestra vida, de ninguna manera. Cuando
predicábamos, estas cosas fueron expuestas.
Estuve en el Congo en 1,970, y mientras yo predicaba el
Evangelio, los hombres vieron la verdad; ellos quemaban sus ídolos. Yo no tenía
que decir que lo hagan. Todo esto ha cambiado con la aparición de este extraño
caballo. Parado en nuestra puerta está este extraño caballo con una minifalda,
hablando en lenguas. El énfasis no estaba en ser bautizado en el Espíritu
Santo, el énfasis estaba en una oración en lenguas. Llegó a nuestro medio un
espíritu de imitación, imitando el gran don de lenguas, y le abrimos la puerta
y le dejamos entrar. Habían demonios metidos dentro de ese caballo. Esos
demonios abrieron la puerta a toda ave inmunda y maligna. Jalamos al caballo al
interior y luego vino esta celebración falsa. Habíamos llegado a un punto que
no sabíamos lo que escuchábamos. Toda esta falsedad, una vez que estuvo dentro,
saltó toda barrera. Los católicos romanos rezaban el rosario en lenguas y los
pentecosteses creyeron que era real.
Un amigo mío en una reunión de los Hombres de Negocios
del Evangelio Completo, en Denver, no mucho tiempo después que ese movimiento
de la Renovación Carismática empezó; él era el orador de la mañana y en la
noche habría un orador mormón. En el desayuno, mi amigo le dijo al mormón:
“Estoy muy deseoso de escucharlo esta noche. Nunca he escuchado el testimonio
de un mormón que ha nacido de nuevo”. Y el mormón le dijo, “aún no me ha
ocurrido esto”. Mi amigo le dijo, “¿qué quiere decir con eso?”. Respondió, “aún
no he nacido de nuevo pero hablo en lenguas”. El caballo está en el interior.
Conozco una dama en Houston. En un retiro del “evangelio
completo”, ella estaba testificando y dijo, “esta noche antes de venir, me tomé
dos cócteles, iba a tomar el tercero, pero el Espíritu Santo me dijo, ‘dos son
suficientes’”. ¡Que el verdadero Espíritu Santo, por favor se ponga de pie! Tú
has sido llamado a ver estas cosas. Llegaron a nuestra puerta y nunca cambiaron
nada, sólo se trató de agregar algunas cosas. Estuvimos anonadados por el hecho
de que estaban hablando en lenguas. Abrimos nuestra puerta, ellos entraron, era
hermoso verlos. Nos arrullaron. Todo lo del mundo, la carne y el diablo
entraron junto con ese caballo. Lo que creímos una vez, ya no lo creemos más.
Por lo que antes nos manteníamos firmes, ahora ya no lo hacemos; nos hemos
convertido en los extraños.
Dicen que es negativo y muestra una falta de amor el
estar contra algo. Tenemos temor de hablar la verdad. Le decimos a la gente que
pueden tener toda esta basura y al Espíritu Santo, también. Hemos dejado al
caballo adentro. La cerca ha sido rota. Hemos sido mordidos por una serpiente,
y Dios te llama a ti y a mí para que hagamos algo sobre esto. El diablo vino a
los tres jóvenes hebreos y discutió con ellos, sé que lo hizo, y les dijo que
Dios no decía las cosas en serio, igual al caso de Adán y Eva. Estoy seguro que
les dijo, “no tienes que mentir; sólo arrodíllate y cruza tus dedos para que
así realmente no lo estés haciendo en tu corazón”. Todo esto lo he escuchado
hasta enfermarme del estómago. Dios espera que yo sea un fanático. El espera
que yo me pare contra el mundo.
El caballo está adentro, la puerta está abierta, puedo
decírtelo, todo está perdido. ¿Qué va a ocurrir con la próxima generación si
alguien de nuestro lado no saca a ese caballo y cierra la puerta? Sé que no va
a ser fácil, pero estar en el infierno tampoco es fácil. La Iglesia debe
pararse en esta hora.
Cuando la música sonó, todos se inclinaron ante la imagen
de Nabucodonosor, y eran como tres señales de desaprobación parados ahí,
Sadrac, Mesac y Abednego. Nosotros éramos así. Por más de 50 años éramos esas
tres personas paradas, rehusando inclinarnos. Pero repentinamente somos
populares ahora. El mundo nos ama. Eramos las personas de quienes los teólogos
escribían que éramos los fanáticos y endemoniados, pero con este caballo
adentro, este gran Espíritu Santo es compatible con el mundo. Parados ahí sin
arrodillarse, ignorando a esta multitud religiosa, los jóvenes hebreos eran
blancos visibles; los soldados los agarraron, el rey los amenazó, pero ellos
rehusaron arrodillarse, y por haber hecho esto, no llegaron a quemarse. ¡Oh!,
tocaban a nuestra puerta, nos llamaban demonios. Todo lo que tenías que hacer
para que te odien era ser pentecostés. Cuando el Hermano Bishop fue a Sequín,
el alguacil se le acercó antes que entrara y le dijo: “no dejamos entrar aquí
basura como tú”. Los Pentecosteses eran vistos peores que los gitanos. Tú no
sabes todo lo que costó llevar este mensaje; los problemas, la persecución, el
odio; los pioneros antiguos tenían que soportar todas estas cosas para llevar este
mensaje. Ellos ni podían comprar propiedades.
Por dejar establecido este mensaje en Texas, el Doctor
Parm y su pequeño grupo de creyentes, tuvieron que vivir comiendo nabos crudos
durante seis largas semanas para plantar este Evangelio. El Pentecostés es un
mensaje que transforma vidas. Es la gracia de Dios, la victoria de Dios. Es el
único mensaje de nuestro tiempo. Es una revelación final de Dios. Esta es la
lluvia tardía; no ha habido otro avivamiento desde la lluvia tardía de Hechos
que sea como ésta. El Pentecostés no se va a dejar ser diluido. La única forma
que el mundo se podía meter, y sí se ha metido ahí, ha sido a través de la
imitación. Peleamos con el sistema de Babel hasta que la espada se pegó a
nuestras manos. Predicamos contra una religión que no tenía convicción. Nos
paramos contra todo lo que no era bíblico. Entonces ese caballo vino a nuestra
puerta. Fue un anticristo Pentecostés que nos engañó a nosotros. Peleamos mucho
y por largo tiempo, pero nos cansamos.
Ahí estaba
parado con su oración en lenguas. “Mira” el dijo, “yo puedo hacer lo que tú
haces”. Nos desarmó totalmente, le abrimos la puerta. No habían demandas, vino
como él era. Pensamos que se había unido a nosotros, pero él nos ha llevado a
la muerte. Cincuenta años de una experiencia de dura batalla, cambiada por una
multitud mundana con una lengua enseñada, una danza enseñada y un Cristo sólo
de enseñanza. El costo de este engaño no puede ser calculado. Los mismos
pecados que están en el mundo ahora están en la Iglesia. La nación se hunde en
una crisis moral. La sanidad ha sido reducida a una confesión. La salvación es
ir a la Iglesia y el bautismo del Espíritu Santo es un idioma enseñado. No
hemos cambiado al caballo, él nos ha cambiado a nosotros, y lo llamamos
avivamiento. Dios nos ha llamado a ti y a mí a excomulgar ese caballo.
SERIE 18: AVIVAMIENTO
EL CABALLO DE TROYA
Lección # 14
En Hechos 2: 42 dice: “Y perseveraban en la doctrina de
los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en
las oraciones”. En Marcos 13: 13 “…el que persevere hasta el fin, éste será
salvo.”
La palabra “perseverar” indica que ellos estaban
levantándose contra algo. “Y perseveraban”, se refiere a que estaban
resistiendo a algo para poder permanecer donde estaban. Había oposición, algo
trataba de derribarlos, había algo que quería entrar, tratando de hacerles como
todo a su alrededor. Pero la palabra dice de la Iglesia primitiva, que “Ellos
perseveraban”, se mantuvieron firmes, vieron el avivamiento y vieron cómo Dios
obraba. Nosotros no podemos cambiar los principios de la Biblia. Cuando el
enemigo pudo desviar la palabra de Dios, la Iglesia fue reducida sólo a una
forma de poder. Todo se perdió eventualmente, y el mundo entró en la Edad
Oscura. Cuando nos relajamos en algunas cosas, significa que tarde o temprano
nos vamos a relajar en todas las cosas. Esta es la verdad que no puede ser
ignorada, y tú has sido parte de un sistema que ha llevado a la Iglesia a donde
está ahora, porque comenzaron relajándose en algunas cosas y ahora vemos los
resultados finales de ello.
Sólo mira a la Iglesia hoy: hay tanta homosexualidad; la
Iglesia casi tolera el adulterio; hay tanta drogadicción que la Iglesia está
aceptando el beber socialmente en su medio; estamos tan inmersos en lo obsceno,
que ya ni pensamos si debemos ir al teatro. Pero la palabra de Dios aún declara
que si yo permito la iniquidad en mi corazón, Dios no me escuchará
(Parafraseando Salmo 66: 18). Está escrito que las bendiciones de Dios están
prometidas para los de manos limpias y un corazón puro. La Iglesia ha cambiado,
pero Dios no ha cambiado. Creo que Dios quiere tener una audiencia con su
Iglesia. La Iglesia está tratando de delinear algún tipo de programa, en su
esfuerzo por levantarse a sí misma. Dios no está interesado en esto. El no
quiere que le alcances un sistema de métodos, Dios quiere tener una audiencia
con su Iglesia. El está diciendo que debes discernir entre lo puro y lo impuro,
entre lo bueno y lo malo (Levítico 10: 10). Dios es el mismo Dios santo que
siempre ha sido, y El dice a su Iglesia, “…seréis santos, porque yo soy santo…”
(Levítico 11: 44). El Señor declara que va a ser nuestro Padre, si nosotros
salimos del mundo y no tocamos lo inmundo. Si damos una nueva mirada a la caída
de Troya, creo que esto nos mostrará algunas verdades prácticas a ti y a mí en
una manera espiritual.
Si recordamos, los atenienses habían sitiado Troya, y por
diez largos años, (en el Siglo XII), trataron y fracasaron al tratar de
destruir sus defensas (todos los griegos estuvieron unidos para vindicar el
insulto). En 1,184 antes de Cristo, construyeron escaleras, intentaron subir
los muros, pero fracasaron en todos sus esfuerzos; trataron de quemar la
ciudad, hicieron hondas con los árboles y los doblaban poniendo grandes piedras
para lanzar a los muros. Pero los habitantes de Troya resistieron a todo
esfuerzo de ellos: por diez largos años, no permitieron que sus enemigos
entren. Después de diez años, los griegos vieron lo inútil de una guerra
abierta contra Troya, así que cambiaron de táctica; construyeron un hermoso
caballo de madera y durante la noche jalaron el caballo hasta la entrada
principal de Troya y lo dejaron ahí; ahora el ejército griego volvió a los
barcos.
En aquellos días el dejar un regalo o un sacrificio
significaba que te habías rendido, así que dejaron este caballo de madera, que
luego fue conocido como el caballo troyano, pues fue dejado fuera de Troya;
este regalo simbolizaba, “nos hemos rendido”. Pero sin que lo supieran los
troyanos, habían soldados griegos escondidos dentro del caballo de madera.
Ahora, por un tiempo los ciudadanos de Troya miraron a este caballo con
curiosidad, pero después de algunos días, no habiendo soldados griegos a la
vista, los troyanos decidieron que la guerra ya se había acabado realmente y
metieron al caballo dentro. Con la creencia que la guerra ya había acabado
Troya empezó una celebración. Después de todo, habían estado sitiados por diez
largos años. Esta noche mientras la ciudad estaba en un estado de ebriedad, los
soldados griegos salieron del caballo y abrieron las puertas de la ciudad; los
griegos entraron, y toda la ciudad fue asesinada. Algunas leyendas dicen que
sólo dos personas escaparon para contar los horrores de esta última noche en
Troya. Esta fue una tragedia en la historia, pero ni llega a ser tán trágico
como lo que quiero compartir contigo en este capítulo.
Por cincuenta años la gran Iglesia Pentecostés resistió
al demonio de las desviaciones, resistimos; nuestros padres antes de nosotros
resistieron todo esfuerzo del infierno, y rehusamos abrirle la puerta a la
idolatría, a lo no santo, a lo mundano; fuimos desterrados, burlados, y
perseguidos, pero rehusamos darle ni siquiera una pulgada de ventaja a lo que
sabíamos que no era Dios. Como el hijo pródigo, fuimos odiados, porque fuimos
diferentes, ¿Recuerdas cuando el hijo pródigo gastó todas sus riquezas, tocó a
la puerta del mundo, pidiendo algo de comer? el mundo le dijo: “Si alimentas a
mis cerdos te daré de comer”. Esto para un hombre judío era un insulto, y
estaba en contra de todo lo que creía, en contra de sus convicciones
religiosas. El mundo lo odiaba porque era diferente. Le dijeron, “si tú te
vuelves como nosotros entonces te ayudaremos”. Bueno, el mismo mundo toca
nuestras puertas, gritando por querer entrar, y hacerlo con sus propios
fundamentos. Ellos dicen: “Baja el estándar un poquito y así atraerás más
gente”.
Al principio de este último gran derramamiento de su
lluvia, Dios llamó a hombres de diferentes formas de vida, en un tiempo como
aquel en el que tú has sido llamado; un tiempo cuando la Iglesia está muerta.
No es nada más que pantomima y formas huecas. No hay presencia de Dios. Y Dios
llamó a nuestros padres exactamente como El está llamándote del mercado, de la
granja, desde los púlpitos de las iglesias más grandes de la tierra. Ellos se
apartaron para Dios; sabían que Dios era diferente del mundo, y también sabían
que el mundo era su enemigo. Les llamaron fanáticos y cosas peores. Debido a la
experiencia con el Espíritu Santo, los tradicionalistas llamaban endemoniados a
los pentecosteses, pero a pesar del mundo, la carne y el diablo, ellos tocaron
el mundo con este evangelio que les fue encomendado. Es verdad, nuestros padres
fueron extremistas; ellos rechazaron hacerse miembros de una iglesia, creyendo
que esto podía ser la marca de la Bestia; no sólo predicaban santidad en el
corazón, ellos predicaban santidad de conducta. Conocían a Dios y conocían al
enemigo. Ellos sabían de dónde venían y sabían a dónde iban; en su mayoría, no
salieron de un seminario religioso, sino que conocían a Dios. Rehusaron darle
ni siquiera una pulgada de ventaja a todo espíritu de desviación. Ellos
representaron verdad, pureza y santidad, no sólo con las palabras que hablaron
sino con su vida práctica; eran la verdad que predicaban, eran diferentes, y el
mundo los odiaba porque Cristo era visto en ellos. La Iglesia hoy no tiene
enemigos, porque no tiene evangelio; pero tú eres llamado a restaurarla a esta
pureza virginal del Evangelio que le fue dada.
Durante cincuenta años el enemigo trató de derrumbar los
muros, pero tuvo que retroceder una y otra vez. Si ibas a nuestras convenciones
te podías dar cuenta que éramos pentecosteses. Nunca íbamos a lugares que el
mundo iba. Nunca fumábamos sus cigarrillos. Nunca bebíamos su alcohol.
Caminábamos por las calles vestidos decentemente, como hombres y mujeres de
Dios. La gente sabía que éramos diferentes. Nos odiaban porque Cristo estaba
entre nosotros; éramos extraños en este planeta; y nuestro único interés era
Cristo. Se reían de nuestra forma de vivir, decían que no pertenecíamos al
Siglo XX.
Cerca de los años 1,970, acostumbraba a predicar en una
de las grandes iglesias fundadas por uno de los grandes hombres de Dios de este
siglo, el doctor Mayo, en Atlanta, Georgia. En una ocasión estuvimos
conversando él y yo, y el doctor Mayo me dijo: “Ojalá que Dios me hubiera
sacado de aquí hace 20 años”. Esto era cerca de 1,970. Le dije: “¿Por qué dice
esto Dr. Mayo?” El me respondió, “Porque no encajo”. Y yo sólo le remarqué:
“Esta es la razón por la que gente como usted y como yo estamos aquí”. No
encajamos. Dios tiene que tener a alguien que no encaje. Esta es la razón por
la que El nos ha llamado a salir de la manera corriente de vivir: para hacer de
ti, alguien que no encaje en este sistema.
La Iglesia Pentecostés resistió por cincuenta años la
presión y el mundo nos llamó demonios, pero en 1,956 hubo una primera reunión
de la Renovación Carismática. En esos días nos despertamos una mañana, todo
estaba quieto; no venían rocas contra el muro, ni nadie atacaba nuestra puerta,
no había menosprecio, nadie criticaba, ni nos llamaban endemoniados. Todo
estaba quieto. Parecía que la guerra había terminado. Por la curiosidad,
salimos a mirar, y parado en la entrada estaba un hermoso caballo, dejado ahí
por los religiosos del mundo. Y ¡maravillas de maravillas! era un caballo
hablando en lenguas parado en nuestra puerta. No examinamos ese caballo, no
hicimos cuestionamientos, simplemente le dejamos entrar. Llegó quietamente en
una reunión de 1,956 llamada la Renovación Carismática. Una puerta se abrió.
Hicieron una grieta. Ese caballo inició su entrada.
No hay don mayor que la habilidad para comunicarnos con
Dios por medio del Espíritu. Nada es más maravilloso que orar hasta tocar el
reino espiritual y poder orar en las lenguas del Espíritu Santo. No me burlo de
ese don, pero no puedo ni voy a demostrarlo para los carnales religiosos más
que Jesús convertiría las piedras en pan. El Espíritu Santo no es algo para
jugar. Las lenguas vienen según el Espíritu las da, y el diablo las odia,
porque no sabe lo que estamos diciendo. El diablo, después de cincuenta años de
atentar contra el campamento, tratando de destruir nuestras convicciones,
decidió que la única manera con la que iba a entrar sería falsificando lo que
creemos.
El anticristo que vino contra nosotros, no era un
anticristo fundamental. No era un bautista, ni metodista, ni era católico; vino
como un pentecostés. El tenía que ser lo que nosotros éramos. El tenía que
saber lo que sabíamos, y vino como alguien que una vez conoció este poder, pero
se involucró en la prosperidad y en el mundo; perdió lo que había tenido, pero
aún sabía cómo funcionaba. Satanás sabía que el pecado, la mundanalidad, la
incredulidad y el infierno estaban garantizados contra cualquier cosa, excepto
contra el fuego divino. El diablo sabía lo que nos había guardado. El estilo
del infierno es su engaño por imitación. Sabíamos que estar medio desnudos,
beber licor, y lo mundano no era de Dios; resistimos esta presión. Por más de
cincuenta años otras religiones nos exclamaban, “¿Por qué no pueden ser como
nosotros? ¿Por qué no predican y viven como nosotros vivimos?”. No había forma
que la idolatría sea parte de nuestra vida, de ninguna manera. Cuando
predicábamos, estas cosas fueron expuestas.
Estuve en el Congo en 1,970, y mientras yo predicaba el
Evangelio, los hombres vieron la verdad; ellos quemaban sus ídolos. Yo no tenía
que decir que lo hagan. Todo esto ha cambiado con la aparición de este extraño
caballo. Parado en nuestra puerta está este extraño caballo con una minifalda,
hablando en lenguas. El énfasis no estaba en ser bautizado en el Espíritu
Santo, el énfasis estaba en una oración en lenguas. Llegó a nuestro medio un
espíritu de imitación, imitando el gran don de lenguas, y le abrimos la puerta
y le dejamos entrar. Habían demonios metidos dentro de ese caballo. Esos
demonios abrieron la puerta a toda ave inmunda y maligna. Jalamos al caballo al
interior y luego vino esta celebración falsa. Habíamos llegado a un punto que
no sabíamos lo que escuchábamos. Toda esta falsedad, una vez que estuvo dentro,
saltó toda barrera. Los católicos romanos rezaban el rosario en lenguas y los
pentecosteses creyeron que era real.
Un amigo mío en una reunión de los Hombres de Negocios
del Evangelio Completo, en Denver, no mucho tiempo después que ese movimiento
de la Renovación Carismática empezó; él era el orador de la mañana y en la
noche habría un orador mormón. En el desayuno, mi amigo le dijo al mormón:
“Estoy muy deseoso de escucharlo esta noche. Nunca he escuchado el testimonio
de un mormón que ha nacido de nuevo”. Y el mormón le dijo, “aún no me ha
ocurrido esto”. Mi amigo le dijo, “¿qué quiere decir con eso?”. Respondió, “aún
no he nacido de nuevo pero hablo en lenguas”. El caballo está en el interior.
Conozco una dama en Houston. En un retiro del “evangelio
completo”, ella estaba testificando y dijo, “esta noche antes de venir, me tomé
dos cócteles, iba a tomar el tercero, pero el Espíritu Santo me dijo, ‘dos son
suficientes’”. ¡Que el verdadero Espíritu Santo, por favor se ponga de pie! Tú
has sido llamado a ver estas cosas. Llegaron a nuestra puerta y nunca cambiaron
nada, sólo se trató de agregar algunas cosas. Estuvimos anonadados por el hecho
de que estaban hablando en lenguas. Abrimos nuestra puerta, ellos entraron, era
hermoso verlos. Nos arrullaron. Todo lo del mundo, la carne y el diablo
entraron junto con ese caballo. Lo que creímos una vez, ya no lo creemos más.
Por lo que antes nos manteníamos firmes, ahora ya no lo hacemos; nos hemos
convertido en los extraños.
Dicen que es negativo y muestra una falta de amor el
estar contra algo. Tenemos temor de hablar la verdad. Le decimos a la gente que
pueden tener toda esta basura y al Espíritu Santo, también. Hemos dejado al
caballo adentro. La cerca ha sido rota. Hemos sido mordidos por una serpiente,
y Dios te llama a ti y a mí para que hagamos algo sobre esto. El diablo vino a
los tres jóvenes hebreos y discutió con ellos, sé que lo hizo, y les dijo que
Dios no decía las cosas en serio, igual al caso de Adán y Eva. Estoy seguro que
les dijo, “no tienes que mentir; sólo arrodíllate y cruza tus dedos para que
así realmente no lo estés haciendo en tu corazón”. Todo esto lo he escuchado
hasta enfermarme del estómago. Dios espera que yo sea un fanático. El espera
que yo me pare contra el mundo.
El caballo está adentro, la puerta está abierta, puedo
decírtelo, todo está perdido. ¿Qué va a ocurrir con la próxima generación si
alguien de nuestro lado no saca a ese caballo y cierra la puerta? Sé que no va
a ser fácil, pero estar en el infierno tampoco es fácil. La Iglesia debe
pararse en esta hora.
Cuando la música sonó, todos se inclinaron ante la imagen
de Nabucodonosor, y eran como tres señales de desaprobación parados ahí,
Sadrac, Mesac y Abednego. Nosotros éramos así. Por más de 50 años éramos esas
tres personas paradas, rehusando inclinarnos. Pero repentinamente somos
populares ahora. El mundo nos ama. Eramos las personas de quienes los teólogos
escribían que éramos los fanáticos y endemoniados, pero con este caballo
adentro, este gran Espíritu Santo es compatible con el mundo. Parados ahí sin
arrodillarse, ignorando a esta multitud religiosa, los jóvenes hebreos eran
blancos visibles; los soldados los agarraron, el rey los amenazó, pero ellos
rehusaron arrodillarse, y por haber hecho esto, no llegaron a quemarse. ¡Oh!,
tocaban a nuestra puerta, nos llamaban demonios. Todo lo que tenías que hacer
para que te odien era ser pentecostés. Cuando el Hermano Bishop fue a Sequín,
el alguacil se le acercó antes que entrara y le dijo: “no dejamos entrar aquí
basura como tú”. Los Pentecosteses eran vistos peores que los gitanos. Tú no
sabes todo lo que costó llevar este mensaje; los problemas, la persecución, el
odio; los pioneros antiguos tenían que soportar todas estas cosas para llevar este
mensaje. Ellos ni podían comprar propiedades.
Por dejar establecido este mensaje en Texas, el Doctor
Parm y su pequeño grupo de creyentes, tuvieron que vivir comiendo nabos crudos
durante seis largas semanas para plantar este Evangelio. El Pentecostés es un
mensaje que transforma vidas. Es la gracia de Dios, la victoria de Dios. Es el
único mensaje de nuestro tiempo. Es una revelación final de Dios. Esta es la
lluvia tardía; no ha habido otro avivamiento desde la lluvia tardía de Hechos
que sea como ésta. El Pentecostés no se va a dejar ser diluido. La única forma
que el mundo se podía meter, y sí se ha metido ahí, ha sido a través de la
imitación. Peleamos con el sistema de Babel hasta que la espada se pegó a
nuestras manos. Predicamos contra una religión que no tenía convicción. Nos
paramos contra todo lo que no era bíblico. Entonces ese caballo vino a nuestra
puerta. Fue un anticristo Pentecostés que nos engañó a nosotros. Peleamos mucho
y por largo tiempo, pero nos cansamos.
Ahí estaba
parado con su oración en lenguas. “Mira” el dijo, “yo puedo hacer lo que tú
haces”. Nos desarmó totalmente, le abrimos la puerta. No habían demandas, vino
como él era. Pensamos que se había unido a nosotros, pero él nos ha llevado a
la muerte. Cincuenta años de una experiencia de dura batalla, cambiada por una
multitud mundana con una lengua enseñada, una danza enseñada y un Cristo sólo
de enseñanza. El costo de este engaño no puede ser calculado. Los mismos
pecados que están en el mundo ahora están en la Iglesia. La nación se hunde en
una crisis moral. La sanidad ha sido reducida a una confesión. La salvación es
ir a la Iglesia y el bautismo del Espíritu Santo es un idioma enseñado. No
hemos cambiado al caballo, él nos ha cambiado a nosotros, y lo llamamos
avivamiento. Dios nos ha llamado a ti y a mí a excomulgar ese caballo.
¡DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!
x
Comentarios
Publicar un comentario