EL UNICO INTERES DE DIOS

SERIE 17: SANTIFICACION
EL UNICO INTERES DE DIOS
LECCION # 1

El interés de Dios son los valores fundamentales y eternos. El quiere que obtengamos esos valores tan directa e inmediatamente como sea posible. Además, la efectividad de la vida de un creyente, y del pueblo de Dios juntos, es todo un asunto de la medida de valor intrínseco. Es de suma importancia que el pueblo de Dios reconozca esto y se comprometa a él. Nuestro texto es la clave a todo lo que decimos: “el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción” . (2 Tim. 1:10) El gran propósito de la venida de Cristo a este mundo está resumido en esto: sacando a luz la vida y la incorrupción.
La venida, la vida, la muerte y la resurrección, había asegurado la sustancia del Evangelio. Todo este gran asunto fue traído a luz por el Evangelio. El fin de la predicación, de proclamar las buenas nuevas, fue vida e incorrupción. Aparte de esa venida, vida, muerte y resurrección; ni vida, ni incorrupción iban a ser conocidos o disponibles. Algunos pasajes tienen la palabra “inmortalidad” en el lugar de la incorrupción, una infortunada traducción para nosotros, porque “inmortalidad” ha tomado un significado mucho más general en las mentes de la gente, que la Palabra aquí permite.
La palabra es usada en conexión con varias cosas diferentes; primero es usada en conexión con Dios; se habla de El como “el Dios incorruptible” (Romanos 1: 23). Nunca usarían “inmortal” ahí en lugar de “incorruptible”. La palabra es usada en conexión con el Señor Jesús. “Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción” (Hechos 2: 27). El Señor Jesús tuvo una naturaleza incorruptible, y eso significaba que había algo ahí que conquistó la muerte. Era ese elemento incorruptible. La palabra es también usada con la Sangre de Cristo, “…sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación…” (1 Pedro 1: 18-19). Es también usada en relación a los cuerpos glorificados de los creyentes: “Esto corruptible debe ser vestido de incorrupción”; (I Cor. 15:33) eso está relacionado con la glorificación. Fue usado por el apóstol en la relación a una corona incorruptible (1 Corintios 9: 25). Esa es la palabra usada aquí. “Jesucristo…abolió la muerte y trajo vida e incorrupción a la luz a través del Evangelio” (Parafraseando 2 Timoteo 1: 10). Esa es la calidad de vida. El destruyó la naturaleza esencial de la muerte, que es corrupción.
Así como la efectividad de Cristo dependía de ciertos factores espirituales, así será con nosotros, y los factores sobre los cuales esa efectividad concentrada dependía, eran los factores o aspectos de la incorrupción. Qué gran cantidad de valor intrínseco hubo en tres años y medio. Ha costado dos mil años tocar el borde de esos tres años y medio, y va a costar todas las edades, agotar el contenido de esos tres años y medio. Del bautismo a la glorificación había una plenitud concentrada de valor, capaz de llenar la eternidad. Los hombres por todos estos siglos han estado bebiendo de la fuente de esos tres años y medio, y aún siguen bebiendo de ella todas las naciones, todas las clases, todas las lenguas, y está tan llena como siempre. ¿Cómo puede ser que tanto pueda salir de tan poco? Esto fue porque esa vida fue constituida sobre los principios y elementos incorruptibles. Aunque Jesús era el Hijo de Dios, y por lo tanto fundamental e infinitamente diferente de nosotros en lo referente a la Trinidad y la Deidad, el Nuevo Testamento hace claro que los aspectos de una vida incorruptible tienen que ser reproducidos y tienen que reaparecer en Su pueblo; no los aspectos de la Deidad o de la Trinidad, sino estos aspectos de Su vida.
Si no es así ¿cuál es el significado de esto, que son traídos a la luz por el Evangelio? ¿Qué es traído a la luz? ¿Sólo ciertos hechos? ¡No!, ciertos valores que tienen que venir a ser nuestros, tienen que ser tan verdaderos en nosotros como en El. Los valores, aspectos y características incorruptibles del Señor Jesús como el Hijo del Hombre tienen que ser reproducidos en el creyente, conformado a Su imagen. Nuestra efectividad, nuestro valor, va a corresponder a la medida en la cual hayan valores incorruptibles en nuestra vida. Por lo tanto ciertas cosas van a seguir.
La incorrupción es la regla fija del cielo. La regla fija de pesos y medidas de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo, del cielo, y de la eternidad, son la regla de la incorrupción. Desde el punto de vista de los cielos todo es pesado y medido, de acuerdo a sus características incorruptibles. El cielo no tiene otra escala de valores; todo es pesado y medido por lo incorruptible. El cielo toma esta actitud, ¿Cuánto va a reaparecer y habitar por toda la eternidad? ¿Cuánto va a continuar cuando todo lo demás se termine?
Por lo tanto debemos juzgar todo lo que está en nuestras vidas por su naturaleza y valor incorruptible. Cuando todo lo que compone mi vida es traída a la regla de medida de lo incorruptible, que es aquello que puede asumir la gloria, ¿cuánto pasará la prueba? ¿Cuánto de todo lo compone mi vida se va a ir cuando el tiempo pase? ¿Cuánto va a seguir y a reaparecer otra vez con gloria eterna? Todo el trato de Dios con nosotros es de acuerdo a esa ley, ese estándar, para hacer muy pequeño lo corruptible, lo trascendente, y hacer todo incorruptible. ¡Cuánto hay de la vida que se va y no va a mostrar nada después! ¡Cuánto hay en esto! ¡cuánto está siendo gastado en lo corruptible! Dios está principalmente preocupado con el valor intrínseco, y con El que no es un asunto comparativo, es un asunto absoluto.
“La obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará” (1 Corintios 3: 13). Esa es una sentencia universal e imperativa. “La obra de cada uno…”, esto es universal. “El fuego la probará…”, esto es imperativo. En el Nuevo Testamento podemos agregar, “el fuego probará a cada hombre” y no sólo a su obra. El fuego puede significar las pruebas ardientes personales de las que Pedro habla, las pruebas ardientes probando la fe, probando el oro. Puede ser el juicio de la Iglesia en persecución y sufrimiento. Lo que sea que el fuego signifique, es lo que coloca las cosas en las categorías a las que pertenecen. El fuego pone el corruptible en la categoría de lo corruptible, nos hace saber que ahí es donde pertenece; el fuego lo muestra. El fuego por otro lado, pone lo incorruptible en su categoría, y muestra que no tiene poder sobre eso.
El fuego define su naturaleza: o es de lo perecible y lo pasajero, o lo imperecible y eterno. ¿Está actuando el fuego en tí ahora? Ya conocemos el juicio individual del fuego. ¿Qué está haciendo el fuego? ¿Por qué el fuego? Por una sola razón: poner las cosas en su lugar bajo la mano de Dios; hacernos pensar menos en lo corruptible y poner importancia en lo incorruptible. El fuego va a probar a todo hombre y a su obra. La ley de lo incorruptible debe ser aplicado a todo. Primero debe ser aplicado a nosotros mismos. Cuando hayamos vivido toda nuestra vida, ¿qué va a salir como resultado de haber estado aquí? Debemos aplicar esta pregunta de lo incorruptible a nosotros mismos.
¿Qué de todo nuestro conocimiento cristiano? ¿Toda la enseñanza que hemos tenido, la verdad que poseemos? Debemos aplicar la pregunta aquí. ¿Cuánto de esa enseñanza está produciendo lo incorruptible en nosotros? Debemos probar nuestras reuniones de avivamiento, conferencias, etc. por esto. ¿Cuál es la secuela o resultado final cuando el fuego pruebe nuestro conocimiento en esta vida? En todo lo que sabemos, en nuestra profesión cristiana, mientras llevemos el nombre de Cristo, incorporado en el título “cristiano”, ¿Cuánto de la profesión es más que sólo una profesión?
¿Es ésta una posesión? ¿una incorruptible realidad? El fuego lo dirá. De toda nuestra tradición cristiana, ¿cuánto de ella es la esencia de Cristo? ¿Cuánto es sólo una forma y hábito, una cosa establecida y aceptada? En toda nuestra emoción, entusiasmo y ruidos, ¿hay detrás de esto aquello que se pueda parar contra la furia de Satanás y el odio del infierno? Este asunto de lo incorruptible es un asunto muy pertinente y el Señor va a seguir impresionándonos con esto al máximo en estos últimos tiempos, hasta que lleguemos al cielo.
Dios no juzga por el tamaño de una cosa, ni por los efectos inmediatos producidos por los medios y métodos del hombre. Dios ve más allá, El mira para encontrar lo incorruptible que no va a desaparecer en una semana, un mes, un año, sino que va a continuar y aparecer otra vez. Hay dos clases de puntos iniciales, el del hombre y el de Dios.
El hombre usualmente comienza con un gran marco, un gran local, maquinaria, publicidad, estructuras, cuando él va a hacer algo para Dios. Esa es nuestra tendencia natural, es nuestro propio camino, ése es el camino del hombre. No menosprecien el día de las pequeñeces. El camino de Dios nunca es así, ni nunca lo fue. Buscamos en vano para encontrar alguna instancia en que Dios comenzó así. El Pentecostés brotó de los tratos profundos y drásticos con doce hombres. El punto inicial de Dios es siempre lo intrínseco. Dios siempre empezó con la vida, con lo inherente, con el potencial. Las formas de inicio del hombre siempre terminan en algo de poco valor eterno. Las formas de inicio de Dios siempre terminan en un gran porcentaje de valores duraderos. Dios empieza con algo que parece muy pequeño. Pero igual es con una semilla; es algo pequeño, pero mira ese gran potencial en un grano de trigo. Para Dios es lo intrínseco primero; allí es donde El empieza.
La obra de Dios es secreta. Los treinta años de vida escondidos de nuestro Señor tuvieron un gran efecto en los tres años y medio. Los cuarenta años de Moisés en el desierto, cuidando las ovejas de su suegro, tuvieron un gran valor para el resto de su vida; no fueron años perdidos o desperdiciados. Podemos ver también en Abraham, David y otros, que tuvieron una larga historia secreta, escondida y profunda, y de ahí vino su efectividad. Cuando Dios ha obrado, muy frecuentemente más se ha hecho en los últimos pocos años, que en todo el tiempo previo. Esto no significa que todos los años previos no han de tomarse en cuenta; significa que Dios ha estado trabajando para obtener valores intrínsecos, y ahora al final, esos valores salen a luz; jóvenes deben tener cuidado de no ignorar o menospreciar a los santos más ancianos, tú puedes estar violando un principio de tu propia vida, aquello de valor intrínseco. Dios tenga misericordia de un anciano o anciana que no tenga valores intrínsecos.
Su grandes cosas salen de los valores intrínsecos para hacerse conocidos. Por lo tanto, Dios toma mucho tiempo y mucho dolor en la historia secreta con un sólo objetivo: asegurar aquello que es incorruptible. Puede ser que estés pensando que los años pasan ¿y para qué fue todo? Pronto la vida pasará, todo acabará y habrá perdido tu ruta. Puede ser que en pocos años una infinidad de valores espirituales salgan como resultado del tiempo que ahora estés pasando.
Ajusta tu vida a esto, que Dios no tiene ningún interés en nuestras escalas de valores, ni de tiempo, ni de métodos. Lo que a Dios le interesa es tener lo genuino, lo esencial, lo intrínseco. El obra para producir mayor intensidad, por lo tanto el obra a través de las pruebas, a través de la poda, y sin hacer caso a nuestros gustos naturales. La incorrupción es, por lo tanto, un asunto de mucha prueba y puede demandar un cambio completo de toda nuestra mentalidad.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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