EL SONIDO DE LA MARCHA I &II

SERIE 18: AVIVAMIENTO
 EL SONIDO DE LA MARCHA I &II
LECCION # 3 & #4


En 2 Samuel 5: 24 dice: “Y cuando oigas ruido como de marcha por las copas de las balsameras, entonces te moverás; porque Jehová saldrá delante de ti a herir el campamento de los filisteos”.
Poco después que David haya sido establecido Rey de Israel, su enemigo mortal, los filisteos, vinieron y ocuparon el valle de Refaim. Entonces David consultó al Señor y El le dijo que vaya contra ellos. Ese día se llevó a cabo un ataque frontal y valeroso y el Señor los entregó en su mano. Pero tiempo después, los filisteos repitieron la maniobra, y David no presumió en la guianza anterior o confío en el éxito pasado sino que nuevamente consultó al Señor.
Esta vez Dios le dijo que los rodeara y luego tomara una posición detrás de ellos, de los enemigos, frente a las balsameras, y luego esperara hasta oír el ruido como de marcha. Este iba a ser la señal de que las huestes de Dios entraban en movimiento. Pero David tenía que saber que éste iba a ser la señal. Ahora es muy importante que tú observes esto y lo recibas, que David no presumió delante de Dios. “Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim” (Génesis 32: 1-2). Y estos iban a ser las huestes que David iba a escuchar que se movían.
El sonido iba a ser en estos árboles o balsameras. Ahora que estaban en movimiento, los poderes del cielo estaban siendo lanzados al conflicto para asegurar la victoria. Estas dos batallas ayudaron a ilustrar la diferencia entre el método de Dios en el evangelismo normal por un lado, y su método de avivamiento por el otro. En el primero, esto es en el evangelismo normal, se ve la actividad del hombre con la ayuda divina que es prominente. Pero observa en el segundo, es Dios quien entra en la batalla, y el hombre tiene que solamente moverse en el tren de esta victoria y recoger el botín.
Estamos ahora tratando del avivamiento. Y esto debe quedar bien grabado en nuestras mentes para no equivocar las bendiciones de Dios por lo que El nos va a dar como avivamiento. En este mensaje nos estamos refiriendo al “sonido de la marcha”, Este sonido de avivamiento que sólo lo escuchan los que están en la batalla: las personas exactas, en el lugar exacto, en el tiempo exacto.
Ahora, así como hay registradas en las Escrituras, señales que nos deben advertir de la pronta venida de Cristo, también hay señales que se nos han sido dadas por las que podemos saber cuándo Dios está enviando un avivamiento. Dios dice en Isaías 42: 9, “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias”.
Este sonido de marcha debe ser analizado y descrito, para que si está presente ahora, nuestros oídos puedan estar abiertos para oírlo. Debemos ser muy cuidadosos y no ver los factores equivocados para tener una evidencia del próximo avivamiento. El General Booth escribió a su hija mayor, cuando la muchacha estaba desanimada durante los primeros días de trabajo en París, y el General la aconsejaba para que mantenga sus ojos fuera de las olas y que los fijara en la marea, en avanzar. Cuando uno se ocupa en las olas, esto es, el menguar y fluir de la batalla espiritual, uno es alternadamente gozoso y desanimado. Pero es el poder invencible de la marea que tiene la importancia. Un espíritu de desorden y muerte nos rodea. Cuando lo miras, parece extraño pero es verdad, que la prevalencia de desorden y muerte en la Iglesia es frecuentemente un indicativo de un inminente avivamiento. “Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley” (Salmos 119: 126). Cuando la noche está muy oscura, un nuevo amanecer está por llegar.
Es un error siempre esperar ver el avivamiento anunciado con una disminución de la maldad o por una marcada y amplia mejoría en el estado espiritual de la Iglesia. Lo contrario es frecuentemente el caso; y tú y yo tenemos que saber esto, o vamos a estar desanimados, especialmente en estos días que estamos viviendo. Cuando la maldad prevalece no es del todo una evidencia de que no va a haber avivamiento: ese es frecuentemente el momento cuando Dios puede obrar. El hermano Finney notó esto en esos tiempos que hubo avivamiento.
Hablando del avivamiento del Siglo XVIII, el Doctor P.V. Jeness dijo, “…todo estudiante de la historia conoce que el amanecer del Siglo XVIII fue un tiempo de prosperidad material en Inglaterra. “Las colonias derramaban sus riquezas en el país materno. Eran días de lujo, deshonestidad, especulación y extravagancia, y fue seguida entonces por un pánico severo cuando el Mar del Sur sufrió un colapso; fue un tiempo de crecimiento en la actividad intelectual y de expresión. La libertad en la adoración asegurada a través de la Reforma, había degenerado en una licencia para desafiar a toda autoridad, humana y divina.
Hobbs y Lock hicieron que la infidelidad fuera popular. Gibson y Hume dedicaron sus talentos a desacreditar la Iglesia. Bolinglroke y Shaftesburg ayudaron a crear una atmósfera de enfriamiento espiritual entre los hombres de estado. La Reforma era una fuerza gastada. El ministerio se había corrompido ampliamente. Blackstone, autor de “Los comentarios de la ley”, escribe que él buscó en vano un buen predicador del Evangelio en Londres. El sábado era un día de juerga general. La blasfemia pública era común. La literatura corriente y la conversación común eran llenas de lascivia y corrupta. Dios era desafiado. Las perspectivas eran realmente oscuras.
En algunos lados unos pocos hombres y mujeres de Dios clamaban a Dios por un avivamiento. ¿Acaso esto no suena parecido a lo que tú y yo estamos enfrentando a nivel mundial? Bueno, así era entonces, así es ahora. Pero entonces, El Señor sacó a luz su santo ejército a los ojos de todas las naciones, para que los confines de esta tierra vieran su salvación. Tres hombres nacieron en 1,703; John Wesley en Inglaterra, Gilbert Tennent en Irlanda, y Jonathan Edwards en Massachusetts, U.S.A. y once años más tarde nació George Whitefield. Estos cuatro hombres fueron los vasos usados para este gran despertar espiritual que cayó como una tormenta sobre Inglaterra y América.
Este extraño hecho que el río de bendiciones está siempre fluyendo en su nivel más bajo previo al tiempo del gran despertar, puede ser confirmado por la historia una y otra vez. Jonathan Edwards en su obra, “Pensamientos sobre el avivamiento en Nueva Inglaterra”, escribió, “¿quien, viendo el estado de cosas en Nueva Inglaterra hace algunos años, el estado en cómo estuvo, y la manera en que hemos estado tanto tiempo, hubiera pensado que en tan corto tiempo iba a haber tal cambio?” Y otra vez, “Qué tiempo tan muerto hubo por todas partes antes que esta obra empezara”.
Poco después que el avivamiento de 1,904 apareciera, el periodista del diario de Liverpool escribió, “Si alguien me hubiera preguntado un mes anterior que si era probable un avivamiento en Gales, yo hubiera respondido, ¡No! Me parecía que la “crítica alta” había totalmente arruinado la maquinaria del avivamiento, y que hasta que la teología fuera reformada de acuerdo con sus conclusiones, nada ocurriría para perturbar la apatía prevaleciente”. La inercia prevaleciente entre los creyentes y la abundante anarquía en el mundo no son un indicativo que el avivamiento es imposible, sino que es imperativo. Estamos en el tiempo para el obrar de Dios.
La desesperanza de la situación fue para el salmista uno de los argumentos más fuertes en favor de la intervención divina, porque él vio en esas condiciones un reto que el Dios Omnipotente no podía ignorar: para él la misma necesidad de los tiempos lo hacía clamar, “Es hora que el Señor actúe”. Entonces esta es una de las señales y sonidos reales de avivamiento.
Pero otra vez te digo, siempre hay precedente a un avivamiento un Espíritu de insatisfacción. Este segundo factor puede ser extendido entre personas de toda clase, o puede ser confinado a pocas personas de Dios que están siendo preparadas para lo que Dios está por hacer. Ahora, aunque esta insatisfacción extendida esté ahí en medida, no puede ser siempre discernida hasta que el movimiento esté en el camino; pero una marca segura del inminente avivamiento es cuando el espíritu de insatisfacción se vuelve aparente entre los creyentes. Esta inquietud espiritual, esta insatisfacción santa es colocada en el corazón por Dios. Tú debes saber de lo que estoy hablando.
En el corazón está ese espíritu de insatisfacción, que no viene de la carne, ni del diablo, sino que Dios lo ha puesto. Son los dolores de parto de esta nueva obra que Dios está por dar a luz. Es el trabajo de parto, de donde nace el avivamiento. “Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida” (Isaías 44: 3). Y luego otra vez , “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5: 6). La insatisfacción profunda con la que estos creyentes se ven a sí mismos y a la obra de Dios a su alrededor, es realmente una sed por Dios. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”, clamó el salmista en el Salmo 42: 1. Hay una sed por la santidad de Dios, por el poder de Dios, y por la verdad de Dios primero que todo.
En tiempos de avivamiento inminente, viene a los corazones que están hambrientos especialmente, una sed por la santidad de Dios. Un deseo vehemente llena el alma por la victoria sobre el pecado y por la liberación de la corrupción de esta mente carnal. El clamor es que Dios ponga corazón de carne en lugar de corazones de piedra, que sean quebrados delante de El, que sean totalmente santificados y conformados a la imagen del Hijo de Dios, y que sean como Enoc y puedan caminar en comunión ininterrumpida con Dios. Eso es una marca real de un avivamiento; sed por la santidad de Dios. Pero también hay sed por el poder de Dios. Los creyentes comienzan a ver con preocupación creciente la ineficacia de sus propios esfuerzos para servir al Señor. Se vuelven conscientes del oprobio del impío que dice que Dios no está presente entre ellos, así como le ocurrió a David. “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?” (Salmos 42: 3). Cuanto más revisamos las páginas del Nuevo Testamento y las vidas de quienes Dios ha usado, más convencidos estamos que necesitamos ser revestidos con el poder de lo alto.
Nace una sed por ser llenados con el Espíritu Santo y por hablar su Palabra con denuedo. Sed por santidad, sed por el poder de Dios. Luego hay una sed por la manifestación de Dios, esto es, por ver su poder y gloria expresados delante de los ojos de los hombres. David expresó su sed en otro Salmo, “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63: 1). En otro lugar David clamó a Dios y le dijo, “No dejes que muera hasta que haya mostrado a esta generación tu poder” (Paráfrasis).
Hay un anhelo vehemente de que Cristo sea vindicado, que El estire su mano y sane, y que señales y prodigios sean hechos en el nombre de Jesús, por una sola razón: que Jesucristo sea glorificado.
Antes de que el avivamiento venga, tiene que venir esta sed a los escogidos. Nace una sed por la verdad cuando el avivamiento es inminente. No sólo por la santidad, por el poder, por una manifestación de Dios, sino por la verdad. Siempre es algo prevaleciente al perder la Iglesia su identidad, que hay una disminución de la verdad. Esta unidad basada sobre otra cosa que la verdad de Dios se vuelve en algo que prevalece; pero cuando hay este inminente avivamiento, viene esta sed por la verdad.
Los creyentes comienzan a anhelar un entendimiento más profundo de la palabra de Dios. Nace una saludable disposición para no aceptar sin preguntar todo lo que se enseña como si fuera verdad. Así que un espíritu de consulta y discernimiento exige un examen fresco de lo que la Escritura tiene que decir; hay una frecuente verificación de la raíz de la verdad, que no toma en cuenta lo superfluo de la interpretación humana y de la tradición. Es esta sed y hambre que hace que los hombres escudriñen más lo que acontece. Esto es lo que Juan quiso decir en 1 Juan 4: 1, “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probar los espíritus si son de Dios; Porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. Estos creyentes se dan cuenta que hay falsos maestros, entonces viene esta hambre por la verdad. James Burns señala uno de los hechos curiosos relacionados con la mente humana, y es “… Su poder el poder de esa mente, para ver sólo aquello que corresponde a la opinión corriente, y falta en ver, no por rechazo consciente, sino por una incapacidad extraña, todo lo que se le opone. Cada era es aprisionada en sus propias concepciones, y tiene que ser liberada por las mentes dominantes que rechazan ser esclavizadas”.
Ahora, tales mentes son levantadas por Dios en los tiempos precedentes a un avivamiento, tiempos cuando los corazones han sido inconscientemente preparados para recibir luz nueva de Dios. Todo esto entonces es esta sed por la verdad. Luego una gran marca y aspecto es tener un espíritu de la conciencia de pecado. Antes del avivamiento, en esos tiempos oscuros, el pecado es tratado ligeramente. En la Iglesia, una gracia barata ha aparecido, y ésta ha hecho del pecado algo legal en las mentes de muchos. Pero cuando los corazones están listos para el avivamiento, será evidenciado entre ellos una especial sensibilidad por el pecado.
Se podrá ver que la mayoría de estas señales de bendiciones inminentes serán anticipadas en los corazones de algunos pocos cristianos, en ese remanente, en esos escogidos. Esto es lo que va a caracterizar a todos los que van a ser afectados cuando venga el avivamiento. Lo que quiero decir, es que cuando tú veas a los escogidos de Dios llegando a este punto que estamos describiendo antes que el avivamiento llegue, ya está ocurriendo esto en sus corazones, ellos caracterizan a las personas que serán producidas en este avivamiento.
Así como la nube del tamaño de la mano de un hombre señalaba a Elías la venida del sonido de una gran lluvia, y fue a él a quien primero se le mostró lo que venía (1 Reyes 18: 44-45). Esta creciente sensibilidad al pecado en el corazón de algunos, indica a los que son verdaderamente espirituales, que el día está cerca cuando Dios va a hacer una visitación en santidad, y los hombres se van a arrepentir en silicio y ceniza. Dios que habita en la “altura y santidad” ha prometido “…vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57: 15).
Un espíritu de contrición entre los santos es un indicativo muy fuerte de que el avivamiento está ya en camino. Esta convicción de conciencia con relación al pecado personal es manifestado usualmente por medio de la confesión. Los cristianos no llegan fácilmente al punto donde están dispuestos a confesar sus pecados el uno al otro como se describe en Santiago 5: 16. El orgullo impide las disculpas, el pedir perdón, el perdonar y hacer restitución, pero cuando lo anterior ocurre, hay un profundo deseo por parte de los santos por caminar en la luz con Dios y en amor unos con otros; esto, hermano, es una evidencia absoluta que el espíritu de Dios está obrando ya el avivamiento.
Cuando haya un gran vuelco y un derramamiento del corazón confesando sus pecados, las puertas de los ríos se abrirán bruscamente de par en par y la salvación fluirá por todas partes. Esta es la observación del Hermano Finney, que habrá un espíritu de compasión y de preocupación por las almas.
Cuando existe tales sentimientos entre los creyentes, esto es una fuerte evidencia que el avivamiento está cerca. “Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, Porque es tiempo de tener misericordia de ella,…Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión” (Salmo 102: 13-14). Cuando la crítica dura y la murmuración dan lugar a una profunda preocupación de los unos por otros, el avivamiento estará pronto a aparecer. Cuando queremos llorar como el profeta , “¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!” (Jeremías 9: 1), entonces esto será evidencia de que las fuentes de las profundidades están por reventar, y que las ventanas del cielo muy pronto se abrirán. Cuando los santos clamen delante del Señor como lo hicieron Ana, Nehemías, Daniel, la respuesta del cielo no tardará en llegar. Finalmente la señal infalible del próximo avivamiento es un espíritu de oración por el avivamiento. Cuando veas evidencia entre el pueblo de Dios, puedes estar seguro que “…es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia” (Oseas 10: 12).



DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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