LEVANTANDO MANOS SANTAS I

SERIE 18: AVIVAMIENTO
LEVANTANDO MANOS SANTAS I
LECCION # 5



Leemos en 1 Timoteo 2: 8, “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”. Este texto habla sobre la oración que prevalece.

El encuentro de Jacob con Dios en Peniel es la primera instancia en la que el hombre ha tenido victoria con Dios; encontramos que en Génesis 32, Jacob ha llegado al límite de su camino: tiene que encontrarse con Esaú al día siguiente, con cuatrocientos hombres armados, y ellos vienen con el propósito de vengar a Esaú por haberle robado Jacob su primogenitura. Esa noche Jacob luchó con el ángel de Dios, y el ángel dijo, “Déjame porque raya el alba”, y Jacob le respondió, “No te dejaré, sino me bendices”. Aquí podemos ver a un hombre que estaba decidido a recibir la bendición, y la recibió; él prevaleció con Dios y la respuesta a esa oración fue “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” “..Y lo bendijo allí” (Génesis 32: 24 al 40). Aquí está registrada toda la historia de cuando el hombre por primera vez, verdaderamente prevaleció con Dios. Jacob prevaleció con Dios porque obtuvo de Dios lo que buscaba.
No puede haber avivamiento si no hay hombres y mujeres que sepan como prevalecer con Dios y que se entreguen a tal ministerio.
Primero que todo, la oración es una palabra comprensiva: podemos pensar en ella en términos de comunión, adoración, acción de gracias, alabanza, confesión, dar, etc. Aquí estamos interesados con un aspecto de la oración que la escritura llama peticiones, súplicas o intercesión. Las grandes promesas de la oración están ampliamente relacionadas a este aspecto de la oración, y cuán definidas son: “…les será hecho…” (Mateo 18: 19), “…y os vendrá…” (Marcos 11: 24), “…se os dará…” (Lucas 11: 9), “…Os será hecho” (Juan 15: 7), “…Os lo dará” (Juan 16: 23). Estas y muchas Escrituras confirman que es tanto el deseo como la intención de Dios que sus hijos no sólo pidan, sino que obtengan lo que piden. Que Dios realmente grabe este hecho sobre tu corazón de la misma manera indeleble como fue grabado sobre las páginas de la palabra de Dios.
Si vas a abrir una iglesia y así llevar la luz de Dios a territorio enemigo donde esa bestia ha gobernado y reinado por un tiempo largo, vas a tener que hacer salir a ese enemigo, vas a tener que saber lo que es prevalecer con Dios. Dios desea que prevalezcamos en la oración. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4: 16).
El término de la “oración que traspasa” o “que llega a la meta”, no lo vas a encontrar literalmente en la Biblia. Algunas veces es usada con el sentido prevalecer con Dios. Nuestros padres sabían lo que esto significaba. Ellos sabían que en el último análisis la habilidad de prevalecer con Dios, u “Oración que traspasa”, era realmente la fe. Es el ejercitar la oración que prevalece, y estos ejercicios son un aspecto importante en el asunto. Ha sido definida como el orar hasta tener una fe completa, emergiendo, mientras aún se está orando, con la seguridad de que has sido oído y aceptado por Dios. Eso es lo que quiere decir Marcos 11: 24, “Por tanto ,os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis , y os vendrá”.
Cuando en oración llegamos a ese punto de fe donde verdaderamente creemos que recibimos, a pesar del hecho de que no haya evidencia visible de la respuesta, entonces allí realmente hemos prevalecido en victoria con Dios y hemos traspasado los cielos. La oración de Ana por un hijo nos da un claro ejemplo de lo que significa “la Oración que traspasa”. Ella estaba en amargura de alma y oró al Señor y lloró (1 Samuel 1: 10). Pero luego Elí le dijo: “Ve en paz, y El Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” (v.17). Luego ella creyó que había sido aceptada y escuchada. Aunque no había señal de embarazo, ella creyó.
Cuando Ana creyó que ella había prevalecido con Dios, ella dejó de llorar y dejó de orar por este asunto. “…Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste…y Jehová se acordó de ella. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová” (1 Samuel 1: 18-20). La oración que traspasa los cielos siempre debe ser nuestro objetivo, pero Dios puede a veces permitirnos ver la respuesta antes de que estemos conscientes del hecho de que hayamos prevalecido. El prevalecer con Dios por el avivamiento es, “buscar al Señor hasta que El venga” en una bendición de avivamiento, ya sea que primero esa venida sólo esté como una convicción en nuestro corazón, o si es una manifestación plena de su gloria y su poder.
No todos los que oran con oraciones muy fervientes y prolongadas, tienen victoria en prevalecer con Dios. Presta atención, no todos, aunque parezcan ser muy fervientes. Quiero que comprendas que aunque sean oraciones prolongadas, no todos, repito, tienen victoria en prevalecer con Dios. De Moab leemos en Isaías 16: 12 “Y cuando apareciere Moab cansado sobre los lugares altos, cuando venga a su santuario a orar, no le valdrá”. La razón no era porque él no era la raza escogida, sino que Dios vio, “su arrogancia y su altivez” (Isaías 16: 6). Hay muchos impedimentos mencionados en las Escrituras que son razones específicas para que la oración no sea contestada. Son estos factores básicos al acercarnos a Dios que deben ser considerados. Si queremos prevalecer con Dios, vamos a tener que tratar con todo lo que en nuestra vida pueda impedir que prevalezcamos.
Observa la condición que lo incluye todo. Cuando David se preguntó: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” Y respondió diciendo, “El limpio de manos y puro de corazón” (Salmos 24: 3-4). En esa respuesta él pone delante de nosotros la condición que lo incluye todo para llegar a Dios.
Esto es verdad en todos los aspectos de la oración, pero es especialmente verdadero en la oración intercesora. El hombre cuyas manos están limpias, cuyo corazón es puro, ha cumplido todas las condiciones básicas para la oración que prevalece.
Número uno, es un hombre justo, y la Biblia dice que la oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5: 16). Interceder es defendernos en la corte del Cielo contra nuestro adversario el diablo, y decir como la viuda en la parábola, “Hazme justicia de mi adversario” (Lucas 18: 3); pero el adversario está también en la misma corte para acusarnos. El está allí como el acusador de nuestros hermanos, conforme a Apocalipsis 12: 10, y cualquier injusticia que él pueda encontrar en nosotros va a fortalecer su caso en nuestra contra, y va a servir para nuestra derrota en el altar de la oración que prevalece. El juez de toda la tierra no puede vindicar a un desobediente de la ley, por lo tanto si él que suplica quiere ganar su juicio, debe tener un caso irreprensible que puede ser investigado.
La fuerza de nuestra apelación debe descansar en el hecho de que somos justos. “Los ojos de Jehová están sobre los justos; y atentos sus oídos al clamor de ellos” (Salmos 34: 15). ¿Quiénes son los justos? ¿Quiénes son los de corazón puro? Sólo aquellos que en arrepentimiento se han vuelto de sus pecados, han abandonado su propia justicia, y en fe se sujetan a la justicia de Dios (Romanos 10: 3- 4). Ningún otro hecho nos hace justos delante del gran Juez, ni nos da ningún derecho a presentar nuestra apelación en la corte del cielo. Esto no es todo. La obra de la salvación de Cristo en el creyente es la base, pero no es la garantía de un corazón puro. Quiero aclarar algo porque este asunto ha traído mucha confusión, y debido a que no lo reconocemos, ha derrotado a muchos en el altar de la oración que prevalece. El hecho de haber nacido de nuevo no necesariamente nos asegura que tenemos un corazón puro o que nuestras manos están limpias en el sentido de este pasaje que estamos mostrando aquí; o sea tiene que haber en nosotros el factor que lo incluye todo para que tengamos un lugar de victoria con Dios. Podemos ser verdaderos creyentes, pero sin embargo, no estar calificados para “subir al monte santo de Jehová” como intercesores eficaces.
Lot es descrito en 2 Pedro 2: 7, como un hombre justo, pero cuando Dios buscó un intercesor a pararse en la brecha por Sodoma para que El no la destruyera, El escogió a Abraham. Haríamos bien en notar que Abraham hizo mucho más por Sodoma desde afuera de lo que Lot hizo dentro de ella. La justicia del intercesor no es simplemente la que le es atribuída, o que es puesta a su cuenta cuando cree (Romanos 3: 21-28). Debe haber aquello que es impartido y manifestado en una vida santa. El creyente debe buscar esta justicia de acuerdo a Mateo 6: 33. Esto es, si él o ella quieren prevalecer como intercesores. Esto demanda un trato honesto con todo en nuestra vida que sea contrario a la justicia de Dios.
Debemos sobre todo tratar con toda injusticia que la Biblia específicamente dice va a impedir nuestras oraciones. Vamos a detenernos para ver estos impedimentos de la oración; vamos a examinarlos específicamente y vamos a nombrarlos uno a uno. Tú y yo hemos sido separados por Dios, esa es mi firme convicción. No es una casualidad que te estés preparando. Dios desea que tú seas esa persona que se pare en la brecha y seas ese vallado, que seas un intercesor, aquel que traiga vida a la actual situación de muerte; y debes saber y saber muy bien todo lo que te impide para que prevalezcas con Dios. Vamos a ver esto en la luz del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios. Mostraremos cómo nos afectan en el asunto de prevalecer con Dios. “Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos” (Isaías 66: 8). Esto no es una sugerencia, es una promesa de Dios: si es que la Iglesia prevalece con Dios, habrá tal mover de Dios que los pecadores serán convertidos y Dios será glorificado.
Yo debo entender lo que es prevalecer con Dios. Entiendo que es orar hasta traspasar y obtener la meta. Jacob traspasó los cielos y obtuvo aquello que buscaba. Debemos prevalecer con Dios hasta que venga el avivamiento. Debemos conocer lo que impide ese prevalecer si queremos ser eficaces.
Hay que entender que cuando la Iglesia prevalece, cuando tú y yo prevalecemos, hombres y mujeres nacen de nuevo debido a esa oración que prevalece; ahí hay victoria. Ahora veamos el otro lado de esto. Mucho de lo que no está escrito es tan poderoso como lo que está escrito. Lo que quiero decir es que si no prevalecemos, entonces la misma gente que hubiera nacido de nuevo, se perderá e irá al infierno. Me pregunto cuánta gente está en este momento en el infierno porque tú y yo no hemos prevalecido con Dios a favor de este mundo que está perdido bajo el control de Satanás, cautivo a su voluntad. Isaías dijo que él no abriría la puerta de su prisión. Cuando reconocemos estas cosas, entonces debemos darnos cuenta que debemos atar al hombre fuerte con esta oración de victoria. ¡Si queremos ver el avivamiento que arrasará al mundo al reino de Dios, tenemos que hacerlo!
Tú has sido llamado por Dios para aprender sus medios y cómo El se mueve, y así estar listo para operar con El en esta gran obra de la redención. La Iglesia en todo sentido de la palabra es una sociedad redentora. Si queremos que esto se cumpla, Dios tiene que encontrar esos intercesores entre nosotros.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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