UN DISCIPULO #2

SERIE 11: DISCIPULADO
UN DISCIPULO #2
LECCION # 5

En la epístola a los Hebreos 5: 14, se nos dice que: “…el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del el bien y el mal”.
Ya mencionamos que, antes de nacer de nuevo, sabíamos que estaba mal cometer adulterio, emborracharse, maldecir, y mentir. Discernir el bien y el mal, entonces, es saber qué es Dios y qué no es Dios. No hay nada bueno fuera de Dios. Si miramos a través de los ojos del Espíritu Santo podemos ver ambos lados. Puedes ver los caminos de Dios, de tal manera que ahora eres libre de elegir. Dios nunca hará ningún movimiento hasta que tomes tu elección. Cuando José afrontó la tentación de la esposa de Potifar, él primero huyó. Su testimonio fue, “¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39: 9). José eligió por Dios; él huyó. El no huyó de la mujer, el huyó de sí mismo, porque él sabía que si él se quedaba ahí, pecaría. Pero a causa del lugar donde estaba José, él podía ver los dos lados. José eligió a Dios, y Dios le dio la fuerza para resistir. Dios nunca te va a forzar a elegir Su voluntad, pero si eliges Su voluntad, El reforzará tu elección. Cuando Daniel tomó su decisión de orar, sabiendo que él iba a ser lanzado a este foso de leones, Dios cerró las mandíbulas de los leones. Cuando los jóvenes Hebreos dijeron, “No nos arrodillaremos”, Jesús entró al fuego con ellos. Los cielos nunca hicieron ningún movimiento hasta que ellos tomaron su elección. Juntamente con la tentación, Dios ya ha preparado una salida, y la salida es Jesús viniendo a nosotros mientras le obedecemos en esa prueba. Dios ha puesto en marcha el plan de salvación y liberación para la Iglesia.
Hace unos años tuvimos a mi amigo John Kilpatrick en una campaña y él mostró el plan bellamente en un mensaje que el llamó, “las 4 P’es”. Esto significa la promesa, el principio, el problema, y la provisión. Es bien difícil que Dios te hable, si no estás familiarizado con Su palabra. Hay una promesa en la palabra de Dios que cubre cada problema que vas a afrontar, cuando estés en una situación difícil, o cuando tengas una necesidad. En primer lugar, está la promesa, luego está el principio que gobierna a esa promesa, y este principio es: “obediencia”.
Dios puso a Adán y Eva en el huerto. El les dio todo para que disfruten, pero les dijo que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal. La relación de Adán con Dios dependía de su obediencia a este mandamiento. Cuando Eva participó del fruto prohibido, ella no lo supo, pero Dios la estaba observando. Este es el problema. Dios nos quita la conciencia de Su presencia. Tenemos tiempos secos, somos tentados, no reconocemos que Dios está ahí. Dios no puede irse a ningún lugar, porque Dios está en todo lugar. Job sabía esto. Llegó el momento en el que Job ya no podía ver a Dios, pero Job tenía certeza que Dios sabía dónde él estaba. Su testimonio fue simple, “El conoce mi camino”.
En este tiempo de problemas, en este tiempo en el que no puedes sentir a Dios, no puedes sentir Su presencia, y todo el infierno viene para acusarte, recuerda que Dios no te ha desamparado. El simplemente te ha quitado la conciencia de Su presencia. Cómo actúes en el problema determinará si obtendrás la provisión o no. ¿Cómo vas a actuar cuando no puedes sentir, oír, o ver a Dios? Es difícil orar cuando no hay nada para creer sino la promesa. Dios le habló a José cuando él era un niño; en un sueño El mostró a José que él sería el preservador de Israel. Después del sueño él fue vendido a esclavitud, puesto en un calabozo en Egipto. Mil demonios vinieron a José para decirle que Dios no le había hablado. El no podía ver o sentir a Dios. Lo que hiciera ahora determinaría si vería la promesa cumplida o no. José se asió de la palabra de Dios. Un día él estaba sentado en una cárcel fría, y el siguiente día él estaba manejando el segundo carro de Faraón. Como actúes en el problema va a determinar si obtienes o no la provisión.
Cuando el diablo vino a Eva y la incitó a desobedecer a Dios, ella no sabía que Dios estaba ahí escuchando esa conversación; El estaba ahí, pero no iba a interferir. Eva sabía lo que era correcto, ella tenía la palabra de Dios. Ahora ella iba a tomar su decisión sin ninguna ayuda de Dios. Dios no me va a forzar a obedecerle, pero si yo elijo lo correcto, Dios reforzará lo que yo elegí. Somos tan gobernados por nuestros sentimientos, que cuando no sentimos nada, entonces concluimos que Dios de seguro nos ha dejado. Nos molestamos con Dios, nos molestamos con la iglesia, no queremos pagar nuestros diezmos; todo esto es la evidencia del egoísmo. En el problema, el “Yo” sale. Nunca actuamos al contrario de lo que somos. Si andamos en el Espíritu, actuaremos como Jesús. Si andamos en la carne, actuaremos como nosotros mismos. Si somos egoístas, malos, feos, entonces eso es lo que va a salir. El hombre espiritual, a pesar de que él no sienta u oiga a Dios, él todavía sabrá que Dios está ahí. Nosotros somos un pueblo de preguntas, y llegarán momentos en los que tendremos preguntas que nadie podrá responder. En esos momentos vamos a “orar hasta prevalecer”, o no lo obtendremos. Vamos a tener que agarrarnos de Dios, oír del cielo, y obtener una respuesta de Dios por nosotros mismos. Para hacer esto debemos creer que “Dios es”, ya sea que lo veamos o no.
La primera marca de un discípulo es la generosidad. El ha traído todo lo que tiene. Todo lo que espera ser, le pertenece a Jesús; él es un hombre fiel. Pablo dijo, “Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4: 12). El está comprometido, es generoso. Este es el tipo de hombre que Dios busca, y la Iglesia es responsable de hacer tales discípulos. Discípulos que oigan, que reconozcan, que la única senda es la senda de la obediencia.
El trabajo de la Iglesia es hacer discípulos a los no convertidos. Puedes convertir a una persona a cualquier cosa con un buen argumento, pero estamos hablando acerca de vida, acerca de que la Iglesia es un organismo reproductivo, y que ciertas características son reconocibles siempre en este discípulo verdadero. Y una de las grandes marcas que hemos estado mencionando, es la generosidad.
La Iglesia vino de la vida, y la vida engendra vida. Yo no soy redundante al repetir continuamente esto, pero debe registrarse en tí, porque eso no es lo que está siendo enseñado. La verdadera prueba para saber si es que somos la Iglesia es: ¿creamos condiciones de vida? Jesús dijo, “Si alguno quiere ser mi discípulo,” y cuando El había llamado a Sus discípulos a El mismo, les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame”. Se supone que la Iglesia debe producir este tipo de gente, discípulos. Hemos dicho que la primera evidencia es la generosidad, no existen cristianos egoístas; si la gracia de Dios está sobre tí, entonces producirá el espíritu de autoentrega que estuvo en el Señor Jesucristo. El alma liberada será ensanchada, porque el alma liberada es el alma a tono con Dios. Hay muchas marcas de egoísmo con las que hemos tratado. Quiero decirte algo en cuanto al egoísmo, que será lo más importante para tí, si es que estás seriamente pensando en recibir algo de Dios, y producir este tipo de discípulos que Dios quiere a través de tu ministerio. Si estás enfermo, tienes familiares perdidos, si tienes problemas en tu vida, antes que estas cosas puedan ser sanadas, nuestras vidas como cristianos, deben ser sanadas espiritualmente. Nosotros debemos venir a ser lo que Dios quiere que seamos si es que queremos que Dios obre en nuestras vidas. No puedes vivir una vida suelta, casual y egoísta y esperar que Dios sea generoso contigo. Si quieres misericordia, debes mostrar misericordia, si quieres tener amigos, debes mostrarte amigable, si quieres perdón, debes perdonar. Debemos sembrar las semillas que traerán una vida generosa. El egoísmo es la ley de la selva. En la tribulación, el egoísmo será la bestia que se aparecerá a los hombres y a las mujeres que no se fueron en el rapto. El egoísmo y la anarquía son términos convertibles. Es el espíritu de egoísmo el que ha tornado nuestras calles en selvas. Qué tragedia es ver que este espíritu se encuentra en la Iglesia. La ley de la selva es la ley de la autopreservación. Deja a un animal parir, y si la madre tiene hambre, se comerá a su propio hijo. La Biblia habla acerca de morderse unos a otros en la Iglesia. ¡Y todavía nos atrevemos a preguntar ¿por qué el Espíritu Santo no está obrando en la Iglesia? cuando tal espíritu de egoísmo está prevaleciendo ahí!
Es chocante ver el porcentaje de gente en la Iglesia cuyo interés es obtener; nunca vienen a dar. No tienen ningún interés en la palabra de Dios. Son parásitos, simples consumidores. Ellos se comen la semilla. Cuando este espíritu prevalece en la Iglesia, el Espíritu Santo se contrista, y la obra de Dios es detenida. El espíritu de egoísmo traza una línea que ningún hombre puede cruzar para ser salvo o sanado. El profeta Isaías habla de niños que están listos para nacer, pero no existe la suficiente fuerza para darlos a luz. ¿Cuántas veces has visto esto? Almas viniendo a nuestros altares, ellos buscaron a Dios, pero se quedaron sin salvarse. Tratamos de echarles la culpa, pero no hubo la suficiente fuerza en la iglesia para darlos a luz. Antes que la ciencia médica supiera algo sobre cesárea, cuando llegaba el momento en que este niño debía nacer, si la madre no podía dar a luz a este hijo, entonces ambos, madre e hijo morían. Lo mismo le ha pasado a la Iglesia; ella está tan debilitada por el espíritu de recibir y no dar, que no tiene la fuerza para librar a la gente que viene por ayuda. Que Dios nos ayude a corregir esta situación. El egoísmo y la falta de ley son términos convertibles, y no tienen lugar en la Iglesia. El egoísmo es esa naturaleza depravada humana que la Biblia llama, “la carne”.
El anticristo será la suma y el total de todo lo que implica la palabra “Yo”, por lo tanto, el “Yo” será la Bestia de la tribulación. El “Yo” es la esencia de la personalidad. Existen tres elementos en la personalidad humana: el juicio, el afecto y la voluntad. Primeramente, el juicio del hombre caído no puede ser confiable, porque confunde las tinieblas con la luz, y la luz con las tinieblas. En segundo lugar, los afectos son depravados: en vez de buscar las cosas que son de arriba, buscan las de abajo. Escuchemos la teología de hoy con su mensaje de prosperidad, haciendo a Dios un sirviente del hombre. Si escuchas este mensaje, pensarás que el amor de Dios hacia tí es demostrado por las cosas que El te da. Esto apela al “Yo” y a la codicia, y difama el carácter de Dios. Algunos de los mejores cristianos que yo conozco, viven del seguro social, y 90 % de la novia de Cristo nunca ha tenido instalación de agua; no puedes juzgar la relación de una persona con Dios por lo que ella tiene. Jesús dijo que la vida del hombre no consiste en la abundancia de cosas que tiene. Es un espíritu egoísta y maligno el que enseña eso.
El énfasis de la teología de hoy en día está puesto en las cosas de abajo, mientras Dios dice que pongamos nuestra mira en las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra del Padre. Como santos de Dios quizás nunca tengamos muchos de los bienes de este mundo, pero es bueno saber que de Jehová es la tierra y su plenitud. El mundo está contando nuestro dinero, está sentado en nuestra propiedad. Ellos son los invasores, no nosotros. Pronto vendrá Jesús y va a desalojar al diablo y a su muchedumbre, y nosotros que somos herederos y coherederos con El, lo poseeremos todo. Vale la pena esperar.
Más y más, vemos que el énfasis está puesto en los afectos de la naturaleza carnal. Queremos las cosas ahora. El pronombre “Yo” es muy prevaleciente. “Yo quiero una casa más grande, yo quiero un carro más grande, yo quiero esto y quiero lo otro”. Nunca es lo que Dios quiere; los deseos de la carne no son confiables. En tercer lugar, la voluntad ha perdido su poder real. Es fuerte donde debería ser débil, débil donde debería ser fuerte. El “Yo” es la bestia que va a manifestarse y aterrorizar en la Tribulación. El hombre egoísta está solo, pero él no lo sabe. Qué terrible despertar va a ser para el hombre egocéntrico en este día, su alma desnuda, sin amor, su corazón fuera del contacto con el universo alrededor de el. Luego vendrá cara a cara a la horrible soledad de un “Yo”, que nunca murió, y que en este día perdió la habilidad de morir. Si pierdes tu vida por Cristo, hallarás Su vida, pero si salvas tu vida, perderás a Cristo. Si rechazamos crucificar al “Yo”, nos despertaremos en el infierno con el “Yo” que no puede morir Jamás.
Estamos hablando ahora sobre el discípulo generoso, pero debo mostrarte lo que es el egoísmo realmente; el “Yo” es la naturaleza de una raza condenada, es la ciudadela de Satanás. Dios rechazo este “Yo”, cuando el hombre eligió su propio camino. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás…” (Génesis 2: 16-17). El hombre quería este árbol;. el hombre quería lo único que Dios dijo que no podía tener. En la caída, Dios echó al hombre de Su presencia. ¿El resultado? El “Yo” es la habitación y la misma vida del pecado.
Cuando la Biblia habla sobre la victoria, se refiere a la victoria sobre el “Yo”. El “Yo” es la raíz de todo pecado. Donde sea que vayas, la bestia del “Yo” está ahí dentro de tí. “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5: 19-21). Si no crucificas al “Yo”, el “Yo” va a crucificar a Cristo. Las obras del diablo son labradas en el “Yo”. La vida de Cristo no puede estar en nosotros, a menos que el espíritu del mundo, que es el amor propio y la búsqueda propia, sea renunciado y echado fuera. Todo temperamento y pasión que impide que Cristo sea formado en el alma es un asesino y destruidor del Señor de la Vida. Esa naturaleza depravada debe ser traída a sujeción. Para que puedas ser salvo de la lepra del pecado, primero debes ser salvo del “Yo”.
En el nuevo nacimiento la sangre de Jesús lava todos los pecados del pasado. “Justificado por la fe” significa que ahora estás como si nunca hubieras pecado. En este momento todo pecado se fue. La nueva criatura ahora afronta otra lucha, porque el “Yo” todavía está ahí. El pecado se va, pero el “Yo” sigue ahí. Toda una vida de santificación empieza. La santificación es el reemplazo de una vida con otra. Es a través del crecimiento del espíritu que la nueva criatura gana la ascendencia sobre la vieja naturaleza, entonces ser salvos del pecado es ser salvos del “Yo”. El “Yo”, la vieja naturaleza, es la raíz, las ramas y el árbol de toda la fuente del mal sobre este planeta. La anarquía es egoísmo, el egoísmo domina al criminal; esta es la razón de sus acciones. El va a matar, robar, violar, porque él cree que tiene el derecho. Tal como las bestias de la selva se tragan a las bestias mas débiles, la bestia del “Yo” se traga a otros humanos. El pecado es el resultado del “Yo” levantándose en el lugar de poder supremo en el alma.
Los santos de Dios deben tratar en todo momento con la “vieja naturaleza”. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que esta viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4: 22). Esto no está hablando a los pecadores, está hablando a los santos. Esa naturaleza depravada todavía sigue ahí aunque seas salvo. Hay dos personas en tí: está el “viejo hombre” y está el “nuevo hombre”. Es cierto que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, pero todavía está el viejo hombre con el cual se debe tratar cada día en tu vida, aquel que ha sido crucificado con Cristo, pero tiene que ser mantenido en la tumba. La naturaleza carnal odia a Dios, odia a Cristo, odia la justicia. Esa naturaleza está en tí y debe ser mantenida muerta.
Pablo se dirige a los santos, gente llena del Espíritu Santo, y les habla de un asunto del cual muchos predicadores no tratan hoy en día. Pablo sabía que la única forma en la que esta vida funcionaba es que haya una linea clara entre el hombre espiritual y el cielo. Jesús dijo en Juan 16: 7, “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros…” Siendo fiel a Su palabra, Jesús ascendió, y el Espíritu Santo descendió. Ahora Jesús le dice a Su Iglesia, “el que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. El comentario del apóstol Juan fue, “Esto dijo del Espíritu” El río que descendía del trono de Dios era el Espíritu Santo. La manera de Dios es que el río sea derramado desde el trono a la Iglesia, y de la Iglesia a la gente. El río exige una Iglesia, y la Iglesia exige un río. Nosotros somos las vasijas del Señor, el cuerpo de Cristo, lo que significa que somos el vehículo de expresión.
Un cuerpo es un vehículo a través del cual una personalidad es expresada. Si el mundo va a conocer el toque del Espíritu Santo, El debe tener una vasija a través de la cual pueda fluir. La debilidad de la Iglesia es que las arterias están obstruidas, el río está restringido. La ciencia médica ha aprendido que el colesterol obstruye las arterias, por lo tanto la sangre está restringida. Cuando no hay suficiente sangre fluyendo, existe un peligro de ataque. El único remedio es limpiar las arterias, desviarlas con una operación. Físicamente, la vida de la carne esta en la sangre. Espiritualmente, la vida de la iglesia está en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es llamado “Espíritu de vida”; “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8: 2). Cuando nuestras arterias espirituales están obstruidas por las obras de la carne, el fluir de la vida es restringido, y la muerte espiritual es el resultado final. El cuerpo de Cristo está paralizado por la necesidad de vida. Donde debiera haber vida, hay muerte. Si el mundo va a conocer a Dios, El debe ser capaz de derramarse a través de la Iglesia. El no puede fluir a través de un cuerpo egoísta y carnal. En respuesta, entonces, a esta condición deplorable Pablo clama, “en cuanto a la pasada manera de vivir despojaos del viejo hombre, que esta viciado conforme a los deseos engañosos”. ¡Qué tal palabra para la Iglesia! El no está hablando a un borracho, a un drogadicto, o a una prostituta, el está hablando a gente que ha nacido de Dios, gente llena del Espíritu Santo. Pablo dice en efecto, “despójate de tu egoísmo, o el mundo se va a morir sin el Evangelio”.
“Despojaos del viejo hombre…”. Tendemos a ver esto como algo meramente personal. Cuando hablamos del “viejo hombre”, hablamos de esa naturaleza que se levanta con la provocación. Es eso, pero es mucho más. Tal como el “nuevo hombre” es un ser universal, el “viejo hombre” es un ser universal. Tal como Cristo es la cabeza federal de una nueva raza, el primogénito de una nueva creación, Adán es la cabeza federal de la vieja creación. Cuando Dios dice, “despojaos del viejo hombre, con sus deseos…”, no tendrás ningún problema en darte cuenta de qué despojarte, si reconoces que el viejo hombre es universal. A cualquier parte del planeta a donde vayas, encontrarás que el viejo hombre es el mismo. Puede tener quizás otro color, puede hablar quizás otro lenguaje, puede vivir quizás en un clima diferente, pero si no ha nacido de nuevo, comete adulterio, mata, roba, es un fornicario, es un mentiroso, está en drogas, es el mismo donde sea que lo encuentres. Dios dijo que lo pongamos (el viejo hombre) fuera.
La mujer hallada en adulterio fue llevada a Jesús, y sus acusadores querían apedrearla. Jesús les respondió, “el que esté sin pecado, tire la primera piedra”. Con esa palabra los acusadores se fueron, y Jesús le dijo a la mujer, “dónde están los que te acusaban?” Su respuesta fue “se han ido”. Jesús dijo, “yo tampoco te condeno: anda, y no peques más”; Jesús le habla a ella como una hija de Dios, porque ella ahora lo llamaba Señor. Ella había cambiado de equipo. Entonces El le dice, “yo tampoco te condeno”. ¿Por qué El no la condenó? Porque como pecadora, ella ya estaba condenaba. Los pecadores cometen adulterio, los santos no. “Despojaos del viejo hombre”. Veamos el siguiente versículo: “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”; eso también es universal. Donde sea que encuentres creyentes nacidos de nuevo son los mismos. Nada es más maravilloso que la familia de Dios. Donde encuentres nuevas criaturas, no importa qué idioma hablen, qué color de piel tengan, dónde vivan, ellos son iguales. “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer”. Todos son uno en este Cristo, esto es universal.
¿Qué es vestirse del nuevo hombre? Es despojarse del egoísmo. Todos hemos sido testigos de la separación religiosa sin el Espíritu. Hay hombres que quieren poner a todos en sus moldes religiosos; si no te pareces a ellos, o actúas como ellos, te mandarían al infierno sin ninguna emoción. Ellos son las personas más malas de la ciudad. Cuando el “Yo” crucifica al “Yo”, produce otra forma de “Yo” que es peor que aquella con la que empezaste. Cuando ves un hombre o una mujer espiritual que ha vencido al viejo hombre, entonces ves a Cristo. Ves amor, gozo y paz, y no egoísmo.
Vestíos del “nuevo hombre”; esto se pone mejor y peor a medida que avanzas. Efesios 4: 24 dice: “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. El versículo 25 dice, “por lo cual, desechando la mentira”. La pequeña palabra “por lo cual”, simplemente significa “porque”; porque tú te has vestido del nuevo hombre, despójate de la mentira, “hablad verdad cada uno con su prójimo”. Somos miembros unos de otros. La palabra es a los santos. Dios está diciendo a sus propios hijos, “dejen de mentirse unos a otros”. Quizás no digamos una mentira, pero somos hipócritas. Venimos a la iglesia y actuamos como un santo, pero en el trabajo somos tan malos como el diablo. Queremos que los hombres tengan un concepto más elevado de nosotros que lo que somos realmente. Dios nos dice, “que desechemos la mentira y seamos honestos.” Si necesitamos ayuda confesemos nuestras faltas unos a otros. Si somos débiles en la fe, hagamos que los hermanos oren por nosotros. No hagan creer otra cosa; seamos honestos. Si hay algo malo, debemos de reconocerlo. Si tienes algo en tu vida que necesitas vencer y actúas como si no estuviera ahí, estas mintiendo. No hay ayuda para el mentiroso.
Hubo una época en la que la Iglesia Pentecostés predicó la restitución. No hay mucho que decir sobre este tema hoy en día. Hubo también una época en la que se predicó que para estar bien con Dios, se debía estar bien con tu hermano. El mensaje era claro, “Si has tratado mal a una persona, debes arreglar la situación o sino Dios no oirá tu oración. “Confesad vuestras faltas unos a otros, para que seáis sanados” (Santiago 5: 16). Puedes oír el clamor, “no pude hacerlo, hubiera sido tan vergonzoso”. Avergüenza al “Yo” lo suficiente, y no lo hará otra vez. Dios dice, “deja de mentir, deja de actuar como si todo estuviera bien cuando hay pecado en tu vida”. Quizás no pagaste tus diezmos, robaste a Dios; vas a tener que corregirlo, o Dios ya no te va a volver a hablar.
Dios te ama, Jesús murió por tí, hay una provisión hecha para la victoria, pero nunca podrás llegar ahí mientras tengas esto escondido. El que encubre su pecado no prosperará, pero el que lo confiesa y se aparta de él, este alcanzará misericordia. “Dejen la mentira”, ¿está hablando a los santos? ¡Por supuesto! La carne no santificada estaba llegando a la Iglesia, a esto es a lo que Dios se dirigía. Hay algunas cosas que te harán airar, por eso Dios dice, “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. La amargura es como un cáncer; te destruirá física y espiritualmente. No importa lo que otros hagan, debes hacer lo correcto. Si se lo devuelves, no eres mejor que ellos. Cuando los hombres dibujan su círculo y te dejan afuera, debes dibujar tu círculo lo suficientemente grande, como para que ellos estén dentro de él. Ora por aquellos que te menosprecian. Ama a tus enemigos. Jesús te amó para que puedas amar a tus enemigos.
Mantén tu corazón correcto, no permitas cosas en tu corazón que van a impedir que tu familia se acerque a Dios. “El que robó, ya no robe más” “¿Robará el hombre a Dios?, pues vosotros me habéis robado…en vuestros diezmos y ofrendas”. El diezmo es del Señor, es santo. Asegúrate que tu corazón esté correcto, que no le estés robando a Dios, que no tengas amargura contra tu hermano. No mientas a la Iglesia tratando de ser algo que no eres. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”. Solo dí las cosas que edifican. Jesús dijo, “Si alguno quiere ser mi discípulo, (¿primero qué?) niéguese a sí mismo”. Un verdadero discípulo es una persona no egoísta, y no guarda odio. Cuando Jesús fue abusado, (abusaron de El), El no respondió.
Amy McPherson fue una de las mujeres predicadoras más grandes de todos los tiempos. Un amigo mío vivía en Los Angeles cuando la hermana McPherson pastoreaba el gran templo Los Angeles. El era lechero, y en su recorrido pasaba a las 4 de la mañana por el Templo. Cada mañana cuando pasaba, la veía ahí en la torre con sus manos levantadas esperando en Dios. Cuando volvía en las tardes, ella aún seguía ahí con sus manos levantadas, esperando en Dios. Hubo una época en la que todo y todos vinieron en contra de la hermana McPherson. Hubieron muchas mentiras dichas contra esta hermana. Durante este momento, uno de los abogados más grandes de Los Angeles vino a ella y dijo, “Yo sé que todo lo dicho es una mentira, y si usted me lo permite, los enjuiciamos; le podrá beneficiar económicamente”. Su respuesta fue simple, “Nunca podría hacer eso”, y el abogado le preguntó por qué. Ella le respondió diciendo, “Cuando yo era una niña pequeña, yo leí cuando un perro ladró a una reina, pero la reina no le ladró de vuelta”. Esta es la actitud de los verdaderos discípulos. De esto se trata el ser hecho conforme a la imagen de Cristo; es espiritual y moral. No es andar sobre las aguas, no es levantar muertos, es cuando soy injuriado y yo no injurio de vuelta; cuando he sido maltratado, puedo orar por aquellos que me han maltratado. Cuando el perro me ladra, yo no le ladro al perro.
Si quieres ser sanado, si quieres la bendición, aquí es donde está. No es simplemente hablar sobre la fe. Tienes fe si has nacido de nuevo. La respuesta es vivir donde el canal esté abierto. En Efesios 4: 27 dice, “ni deis lugar al diablo”. Hemos oído que esto es predicado como si no debiéramos dejar al diablo entrar y tomar lo que es nuestro. Esto vale y es cierto, pero Dios está diciendo más. El está diciendo, que no demos lugar al diablo en nuestro enojo, nuestras actitudes, en nuestra relación con el prójimo. En todo momento en el que permitimos al “Yo” que se manifieste a sí mismo, le estamos dando lugar al diablo, porque esa naturaleza es su terreno, su cuerpo. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (versículo 30). ¿Cómo contristas al Espíritu Santo? Al permitir que la naturaleza carnal gobierne tus acciones; al recurrir al arma equivocada; cuando alguien habla acerca de tí y hablas acerca de él, cuando alguien te golpea, y también le golpeas. Esto contrista al Espíritu Santo.
“Las armas de nuestra milicia no son carnales”; en esta guerra el amor reemplaza al odio. Los verdaderos discípulos pueden amar a sus enemigos. Se necesita más valentía para dar la otra mejilla que para devolver el golpe. Sólo un verdadero cristiano se alejaría. Cuando somos sinceros con Dios, no contristamos al Espíritu Santo. La amargura es al espíritu humano, lo que es el veneno a la vida física. Va a destruirla. Puedes gastar toda tu vida en búsqueda de algo que no vale la pena. “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería (discusión) y maledicencia, y toda malicia”. Cuando un hombre y su esposa tienen desacuerdos entre ellos, sus oraciones son impedidas. La palabra de Dios nos enseña que “Ponte de acuerdo con tu adversario” ¿Por qué voy a contristar al Espíritu Santo? ¿Por qué discutir? Sé como Cristo. No vas a poder convencer al diablo de nada. Entonces la palabra dice que deseches eso, anda en el Espíritu Santo; que toda maledicencia y malicia sea desechada de tí. Esto es hermoso, “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (versículo 32). Si el mundo pudiera encontrar este tipo de comunidad, se desesperarían para llegar a la puerta. El mundo busca amor, busca a alguien que se preocupe. Cuando ellos ven una iglesia con todos sus escándalos, odios y peleas, la esperanza es destruida. Donde el “Yo” está muerto, Cristo está vivo. Jesús dijo, “y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12: 32). Si ellos pueden ver a la Iglesia y ver al Señor Jesucristo, ellos serán atraídos a El. Ellos tienen hambre de Jesús. “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idolatría, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5: 1-5).
En el capítulo 6, después de catalogar el estilo de vida que Dios espera de sus santos, Pablo llegó a decir desde el versículo 10 al 13, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.
En esta época, la liberación se usa más que nada para lo físico. Este es un grave error: nunca veremos liberación física en la escala que Dios pretende, hasta que no haya una liberación espiritual. Toma toda la armadura de Dios, para que puedas estar de pie en contra de la amargura del infierno, para que puedas estar de pie contra los espíritus engañadores, para que puedas orar por aquellos que te menosprecian. No puedes hacer eso por tí mismo. No podrás vencer a la ira con ira. El que mata a espada morirá a espada. El que vive con la armadura de Dios, vivirá para siempre. Hemos deseado estas cosas para librar a otros, pero Dios quiere liberarnos a nosotros. El quiere librarnos de todos nuestros esfuerzos carnales, de toda nuestra religión “hágalo usted mismo”, de todo nuestro escándalo político, y marchas en las calles contra el aborto, poder nuclear, etc. Yo estoy en contra del aborto. Yo hubiera deseado que nunca hayan podido dividir al átomo. Y quiero que vuelva la oración en nuestras escuelas, pero habiendo dicho eso, yo debo decir más. Es inútil tratar de hacer que un profesor mundano ore con tu hijo, cuando no tienes un altar familiar en tu propia casa. Arregla la Iglesia, saca la amargura, la mentira, el robo, la ira, y la Iglesia sanará nuestra sociedad. Es la presencia de Dios en la Iglesia la que hace la sanidad. En el libro de Salmos, Dios dice que el mar Rojo huyó de la presencia de Dios en Judá.
Trae avivamiento a la Iglesia, sánala espiritualmente, y la presencia de Dios en la Iglesia hará que los criminales dejen nuestras calles. Cuando la palabra de Dios se perdió en el Antiguo Testamento, ellos no la encontraron en la escuela, ellos la encontraron en la casa de Dios. Allí es donde se perdió en primer lugar. Estoy hablando acerca del discípulo generoso, aquel que ha sido comprado con un precio. ¿Queremos que Dios haga milagros en nuestras iglesias? ¿Queremos que el Espíritu Santo obre? Entonces debemos dejar de contristarlo con nuestro egoísmo.
Es tan importante que puedas conocer este atributo del discípulo. Un verdadero discípulo no es egoísta en lo absoluto. A través de la palabra de Dios y la oración en el Espíritu, se produce tales discípulos para Dios.
DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!!!

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