LA COMUNION ENTRE CRISTO Y SU IGLESIA EN TESTIMONIO
SERIE: EL CONFLICTO
LA
COMUNION ENTRE CRISTO Y SU IGLESIA EN TESTIMONIO
LECCION # 4
Leamos
Juan capítulo 17. Luego leamos 1 Timoteo 3.16, “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria”.
La palabra traducida “piedad” en
este pasaje, es una palabra única en el Nuevo Testamento, no es la palabra
común que nosotros siempre usamos cuando queremos decir piedad. La palabra
traducida aquí “piedad”, significa
naturaleza divina. Así que corrigiendo el significado, este pasaje sería así: “Grande es el misterio de la naturaleza
divina; Dios fue manifestado en carne…” Leamos Efesios 5.32-33, “Grande es
este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la Iglesia. Por lo
demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer
respete a su marido”. En estos dos pasajes en Timoteo y Efesios, tenemos la interpretación de Juan capítulo 17. Cuando leemos este
versículo de Timoteo, si nos damos
cuenta de sus cláusulas, y llevamos todo a Juan
17, vemos una conexión doble. Primeramente vemos una conexión con Cristo
personalmente, y en segundo lugar vemos una conexión con aquellos que
constituyen su Iglesia.
“Manifestado en carne”, Dios
mismo fue manifestado en carne. No hay duda que este pasaje se refiere a Jesús;
la naturaleza divina fue encarnada en Cristo, y Juan 17 definitivamente habla de este hecho. En el versículo 8 dice: …porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron,
y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste”.
Este pasaje alude al hecho de que la naturaleza divina había sido manifestada
en carne. Juan 17 nos lleva adelante
hacia la Iglesia, y aunque no desvela este asunto en una forma plena como las
escrituras que vinieron después, claramente nos da la verdad acerca de su
cumplimiento final. Introduce esa verdad final en el versículo 23: “Yo en ellos…”,
esto indica una compañía de gente, constituidos como un organismo. “Yo en ellos”, claramente nos dice que
hay un organismo al cual llamamos la Iglesia en el cual El vive, y ellos fueron
los primeros miembros de este cuerpo constituido como tal. Tomando su lugar en
este cuerpo estaban aquellos que creían, que al final iban a ser las vasijas
del testimonio. El apóstol Pedro lo
dijo de esta forma, dice: “…por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia…”. 2 Pedro 1:4. Nosotros nunca vamos a llegar a ser deidades, nunca
llegaremos a ser dioses, pero no es una verdad menor que la gran y grandiosa
realidad por la cual hemos sido llamados, es formar un cuerpo para que Cristo
venga a morar en el. La Biblia nos dice que en El ésta naturaleza divina fue
manifestada. Nosotros formamos el cuerpo en el cual Cristo habita; en esta
verdad Dios está diciendo que ésta manifestación de la naturaleza divina en la
carne, no debió cesar en el mundo cuando El ascendió a su retorno la gloria.
Esto quiere decir que debe de haber una continuación de esta manifestación de
la naturaleza divina a través de la Iglesia. El mundo debe ver a Cristo en
nosotros, tanto como vio a Dios en Cristo.
Cuando
Felipe dijo “Muéstranos al Padre”, Jesús respondió inmediatamente; “El
que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Y ahora El está diciendo que
aquellos que nos ven deberían de ver a Cristo; somos Su cuerpo, a través del
cual la naturaleza divina debe ser visible. Es el propósito de Dios que haya
una manifestación continúa en la tierra de la naturaleza divina en Su cuerpo.
En otras palabras, lo que fue visto en El, debe ser visto en nosotros. Es un
llamado maravilloso que tú y yo somos edificados juntamente para morada de Dios
en el espíritu. El Espíritu de verdad ha venido de El, quien es la verdad, y a
medida que esa vida es manifestada en nosotros, aquel que es verdad, es visto
de nuevo. Y a menos que esto sea una realidad, no hay justificación para
llamarnos nosotros mismos la Iglesia. Este es un llamado maravilloso, pero
cosas como estas siempre son pruebas, tanto como testimonios, y siempre hay
desafíos, así como verdades gloriosas. El Señor está continuamente buscando
traer a Su pueblo cara a cara con la verdadera naturaleza de su llamado, y al
hacer esto, El requiere que nosotros nos encaremos con esta verdad. Yo te puedo
decir que Dios no está complacido con nosotros si solo sabemos lo que no está
siendo manifestado. Así que El está continuamente trayendo a Su pueblo cara a
cara con la naturaleza verdadera de su llamado, y luego demanda que nos
encaremos con esa verdad, que verdaderamente seamos lo que decimos que somos.
Lo
primero que la Iglesia es llamada a ser en cuanto a su relación con Cristo es
una manifestación de El, la naturaleza divina manifestada en carne. Jesús lo
puso en esta forma en Juan 17, “Yo en ellos…” El llamado de la Iglesia
entonces, es mantener aquí en la tierra un testimonio vivo de la presencia del
Señor; los hombres deben de saber que Dios lo levantó de los muertos porque lo
ven viviendo en nosotros, y no solo hablando acerca de El; los Budistas hablan
acerca de Buda, los Islamistas hablan acerca de Mahoma, pero nosotros debemos
manifestar a Cristo. Uno pensaría por lo que hay hoy en día, que el propósito
de la Iglesia en la tierra, es llevar a cabo reuniones religiosas, hacer toda
clase de obras caritativas, y mantener a la religión viva; eso es lo que tú
creerías al visitar una Iglesia de Pentecostés. Es revelado en el Nuevo
Testamento que la Iglesia fue levantada para mantener un testimonio de la
presencia viva del Señor Jesús. Pablo
dijo a los Gálatas: “le plació a Dios
revelar a su Hijo en mí”. Y le va aplacer a Dios revelar Su hijo en este
país a través de nosotros. Nada menos que esto justifica la continuación de
algo llamándose Iglesia, no importa cuántas buenas obras haga, no importa cuánto
le de alimento a los pobres, no importa cuántos programas tenga, o cuantas
palabras predique, si no hay un testimonio de que Cristo está vivo; entonces
ese cuerpo está muerto, y no es de valor para Dios. Somos el cuerpo de Cristo,
el cuerpo es un vehículo a través del cual la personalidad es manifestada. Así
que como el cuerpo de Cristo, deberíamos de mostrar que Cristo está vivo, nada
menos que eso va a complacer a Dios. Al reunirse los hombres y las mujeres,
deben registrar la presencia de Cristo, el Señor está vivo: “Donde están dos o tres congregados en mi
nombre, ahí esto yo en medio de ellos”. Reunirnos en Su nombre no solamente
quiere decir que alguien diga: “En el
nombre de Jesús”; significa que nos reunimos en Su lugar, le representamos.
Le representamos en un mundo donde fue rechazado, y El nos representa en el
Trono de Dios. No debemos de representarle mal, debemos de demostrar que El
está vivo. Cuando vemos el crucifijo en la iglesia católica, con Cristo colgado
en la cruz, o cuando vemos a María cargando al bebé, es idolatría; ya no
conocemos ningún según hombre según la carne, ni aún a Cristo. El no está en la
cruz, El no es un bebé en los brazos de su mamá, El es el hijo glorificado de
Dios, y la Iglesia debe manifestarle como lo que El es. Mucho que es inútil
puede ser traído a un sistema religioso, pero cuando nos reunimos, debemos de
registrar esa presencia viva; si perdemos eso, hemos perdido nuestro llamado.
Aquí vemos el misterio de esa naturaleza divina que fue manifestada en Cristo,
continuada en los suyos, en la Iglesia.
El
es la casa de Dios, y la Biblia dice que por nuestra unión con El en Su muerte
y su resurrección, venimos a ser esa casa; “la cual casa somos nosotros” Heb. 3:6. “¿Ignorarais que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?”. 1 Cor. 6:19, somos esa casa. Así que
cuando dice: “manifestado en carne”,
nos habla de una continuación a través de nosotros, pero en lo segundo, El fue
justificado en el Espíritu, y eso también tiene que ser aplicado a la Iglesia. ¿Qué significa eso?. El hombre en Gadara
tenía 2.000 demonios, vivía en las tumbas, y Jesús vino y
él se acercó a Jesús diciéndole: “¿Has venido acá para atormentarnos antes de
tiempo?” Cuando leí eso, yo dije: “Por qué él no se quedó en los sepulcros?
Si no quería ser molestado por Jesús, ¿Por qué fue hacia El?” Pero me di
cuenta que no eran los demonios, sino el hombre que quería ser liberado, y los
demonios tuvieron que encarar a Jesús. Ahora, cuando leo acerca de Jesús el
Hijo de Dios, justificado en Espíritu. ¿Qué significa
esto? La justificación del señor
Jesús es que Dios le levantó de los muertos. El apóstol Pedro, en 1 Pedro3:18 hablando de Cristo, dice que ha sido crucificado en la
carne y vivificado en el espíritu. Cuando, en relación a esa muerte, Dios
intervino y le levantó de los muertos, Dios lo justificó; esto es
justificación. El estuvo en el lugar con Dios donde todo pecado y el juicio que
El voluntariamente sufrió, fueron puestos de lado por su Cruz. El tomó mi pecado y tu pecado, sufrió esa
cruz, y luego Dios lo levantó y fue justificado. Por esta
razón la Biblia dice que El es justificado, y es llamado Jesucristo el justo.
Esta justicia no era la que El tenía por naturaleza. Más bien era la justicia,
la santidad que era suya al haber sido hecho un hombre y hecho pecado, y al
haber llevado este pecado y juicio para
que Dios pudiera ser justo y aquel que justifica a todo aquel que cree.
¿Dónde encontramos resurrección en
Juan 17? En el versículo 2 dice: “… como les has dado
potestad sobre toda carne, para que de
vida eterna a todos los que le diste” Juan
17:2. No hay vida eterna excepto sobre la base de que Cristo ha resucitado:
“si Cristo no resucitó… vana es, nuestra
fe” 1 Cor. 15:14. No hay vida eterna a parte
de la resurrección, y El hablaba de ella como si ya había resucitado. Cuan
seguido en el capítulo 17, el Señor usó esta frase, “a los que tú me diste…” Jesús les dio tres cosas a los que el
Padre le dio a El: versículo 2, El
les dio vida eterna; versículo 6, El
les dio revelación del nombre del Padre; y versículo
8, El les dio la Palabra de Dios. El habla como si esa resurrección ya
hubiera ocurrido. Justificado en el Espíritu, El da vida eterna. La vida eterna
es el fruto de Su muerte y resurrección, sin esto no hubiera podido haber vida
eterna. No se podría hablar de vida eterna si la muerte no hubiese sido
destruida. Cristo no sólo destruyó la muerte, sino que destruyó al que tenía el
poder de la muerte, y en Su resurrección, El probó esto. Así que aquí tenemos
la dádiva de la vida eterna. Esta vida es nuestra, en la base de que Cristo
destruyó la muerte y entró por nosotros en la vida en la cual no hay muerte. ¿Cuál es el llamado de la Iglesia? Ha sido
levantada para mantener el testimonio en este mundo de una vida que ha vencido
a la muerte. Cada vez que un cristiano falla es porque está siendo vencido por
la muerte, pero tú y yo estamos acá para ser este testimonio. No estamos acá
para hacer primeramente una obra grande, estamos acá como testimonio que hemos
recibido la vida que vence a toda muerte. Eso significa que debe de haber un
pueblo santo, un pueblo que no sucumbe a las circunstancias, un pueblo que anda
con Dios.
Yo
viajo a muchas iglesias en los Estados Unidos, y encuentro a gente que está en
el coro con una ropa que ni siquiera tapa su desnudez, personas que se llaman a
sí mismos cristianos, tomando alcohol, fumando, yendo a lugares que no deberían
de ir, y lo que ellos me están diciendo con sus hechos, es que la muerte les
está venciendo en ellos. El testimonio entonces, de que ellos están en posesión
de una vida que ha vencido la muerte no está ahí. Juan 17, nos habla de este mundo que odia todo lo que es justicia.
En el versículo 14 dice: “El mundo los aborreció”. En el versículo 15 dice: “No ruego que los quites del mundo, sino que
los guardes del mal”. Aquí vemos el mal y también un mundo que nos
aborrece, y cualquier persona espiritual te diría que en el texto eso es la
muerte; estamos totalmente rodeados de ello, pero el Espíritu que venció a la
muerte capacita al pueblo de Dios, y Dios no pide que seamos sacados fuera del
mundo, sino que nosotros aquí mismo mantengamos un testimonio en contra de él.
Así que el desafío supremo de la fidelidad de la Iglesia de su ministerio, de
su vocación, es si su condición es un testimonio de que no está siendo vencida
por la muerte.
Pero
mira a la Iglesia como un todo hoy: está siendo vencida por la muerte
espiritual, las cosas del mundo están entrando en la Iglesia, lo cual es
muerte, esto nos dice que ella ha sido vencida por la muerte espiritual. Hay dos
raíces a la palabra “fe”, una es la
palabra “tensión” y la otra es “dureza”. En estas dos palabras tenemos
la definición correcta de lo que es fe. El cristiano mundano siempre está en
una doble lucha; en el mundo, pero no del mundo. Y luego: yo no soy lo que era,
pero tampoco soy lo que voy a ser. Así que la verdadera fidelidad a Dios es que
nos mantengamos como extranjeros en este mundo. Y yo estoy viendo una cosa
extraña hoy en día: hay una extraña criatura emergiendo en la religión, y es
ese pueblo que se siente así mismo conservador, pero culturalmente son liberales;
la muerte está obrando ahí, han sido vencidos por la muerte espiritual, y el
testimonio se ha perdido. No permitas que la palabra “Iglesia” sea dejada de lado, no pienses que es una entidad aparte
de ti mismo; tú y yo debemos hacer una aplicación personal de todo lo que se
está diciendo, porque si nosotros estamos en una unión viva con Cristo,
entonces somos miembros de Su cuerpo colectivamente. Nuestro testimonio debe
ser que no estamos siendo vencidos por la muerte espiritual. Es algo triste
cuando ves a los individuos perdidos, vencidos por la muerte, pero esto no
ocurrió de la noche a la mañana. Si tú empiezas a permitir las cosas de este
mundo en tu vida, en lugar de vencer, serás vencido por la muerte. No todo el
pueblo de Dios tiene la ventaja de reunirse colectivamente; hay lugares en este
mundo donde es contra la ley reunirse como Iglesia. Estamos disfrutando de una
gran bendición de Dios, pero hay partes del cuerpo por allá que son torturados,
atormentados, y no tienen la ventaja de
reunirse colectivamente. En muchos lugares, quizás están solos y no hay mucha
vida espiritual donde están; sin embargo, esta palabra es para ellos, y para
nosotros. Dice en Isaías 58: “en las sequías tu alma será saciada”. Cuando
todo alrededor mío es muerte espiritual, no tengo que perder, porque Dios me ha
dado esta vida. Yo no la tengo porque
pertenezco a una Iglesia en algún lugar, yo la tengo a causa de Cristo. Así que
donde sea que esté, o esté solo, o esté en una gran compañía, yo tengo esa vida
que ha vencido la muerte, entonces yo puedo vivir para Dios. Si esto es
revelado como la voluntad del Señor, entonces admitamos la posibilidad de su
realización, y luego, aceptando el hecho de que es posible, pongámonos a favor
de esto. Si es posible para nosotros vivir así porque El nos ha dado una vida que
ha vencido la muerte, entonces no debemos de sucumbir ni al maligno, ni a este
mundo que nos aborrece. Porque vivimos por una vida que ha vencido esto, parémonos
en ello. Lo que hemos dicho está muy de acuerdo con la carta de los Efesios y su
revelación completa. Tú sabes lo que dice en Efesios 1:19-21; “…y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la
operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los
muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo
principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
sólo en este siglo, sino también en el venidero…”. Dice es “para
con nosotros los que creemos”. Nosotros debemos de mantenernos firmes a
favor de esto, porque es el testimonio del Señor Jesús. “… justificado en el Espíritu…” ¿Cuál es la justificación de la Iglesia?
Es que ella está plantada en la base de la resurrección, manifestando la vida
resucitada. Este es el testimonio de la iglesia.
Dice
la Biblia también que fue “visto de los
ángeles”; después de Su resurrección El fue visto por los ángeles. Entiende
que todavía estamos hablando acerca de nosotros como la Iglesia, porque como El
fue en este mundo, así somos nosotros. “Justificado
en el Espíritu, visto de los ángeles”. ¿Dónde viene esta conexión con la
Iglesia? Dice en la carta a los Efesios
3:10, “…para que la multiforme
sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia a los
principados y potestades en los lugares celestiales…”. Esta es una de las
verdades más emocionantes de la Biblia, raramente vista por aquellos que leen
la Biblia. No hay duda que la referencia acá, principados y potestades, incluye
tanto a los ángeles caídos, como aquellos no caídos. Dios se está manifestando
a sí mismo en una forma maravillosa a Sus propios ministros, a Sus ángeles;
Dios se está revelando a este mundo angelical por lo que El está haciendo a
través de la Iglesia. Yo no puedo comprender esto, pero esta es una declaración
muy clara que Dios está enseñando a los ángeles, a los poderes, concerniente a
Su persona, con lo que El hace en la Iglesia. Cuando el enemigo trata de derrotarnos
señalando cada error, siempre debemos recordar que hay un ministerio mayor
yendo hacia los ángeles a través de aquellos que caminan con Dios. Hay un
ministerio que la Iglesia cumple, que va más allá de plataformas y
predicaciones: Dios está haciendo algo ahí a través de Sus tratos con la
Iglesia aquí.
Dice 1 Timoteo que El fue
“predicado a los gentiles”. No necesitamos
tomar mucho tiempo en esto; el nos mandó llevar este testimonio a todas las
naciones, a todo el mundo. Luego dice, “…creído
en el mundo…”. Esto sin duda fue cierto en la vida del Señor Jesús. Juan 17:8 dice: “Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron,
y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.”
En el versículo 21 dice esto, “…para que todos
sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Hay un creer de parte
del mundo que es el resultado de que El está en la Iglesia, y que El a través
de Su presencia está trayendo a ella una unidad espiritual. La Iglesia no va a
ser creída hasta que haya una manifestación del Espíritu Santo en amor mutuo.
Finalmente dice que El fue “recibido
arriba en gloria”. “No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en
un momento, en un abrir y cerrar de ojos”. Quizás eso no sea tan lejos como
tú piensas. El clamor de nuestro corazón debería ser ¡ven Señor Jesús! Va a
venir un día donde toda la maldad va a ser sacada de este cosmos; no va a ver
más guerras, no va a haber más odio, no va a haber más pecado, ¡Qué día! ¡Qué
tal época! Dios está trayendo los consejos de los hombres a nada, pero el
consejo de Dios dice, que Su palabra permanecerá para siempre. En los consejos
eternos de Dios hay una cosa ya determinada:
“Seremos arrebatados… en las nubes para recibir al Señor en el aire”. Ser
recibidos arriba en gloria, será también nuestro fin.
DIOS
BENDIGA A SU PUEBLO!
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