SEGURIDAD DEL DESCANSO DE DIOS Y SATISFACCION EN CRISTO

SERIE 13: LA IGLESIA
SEGURIDAD DEL DESCANSO DE DIOS Y SATISFACCION EN CRISTO
LECCION # 6

Somos hechos como instrumentos del propósito eterno de Dios, y ahora veremos la razón por la cual existe la Iglesia.
En Efesios 1: 5 -6 y 12 dice, “…habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado…A fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.
Luego en Efesios 2: 10, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
También en Juan 17: 5 “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”.
En primer lugar, vemos el ataque sobre la seguridad. A través del uso de la gran mentira, Satanás ha hecho un gran avance en su campaña para debilitar la seguridad y confianza del creyente. Satanás ha continuado con esta maldición a través de la historia para destruir la confianza. Satanás sabe que un pueblo seguro lo coloca en un gran problema, y representa la situación más difícil para él. En los primeros tiempos de la Iglesia, el aspecto más resaltante era la seguridad; eran hombres que no estaban cuestionando o dudando, podían hablar con autoridad, porque sus corazones estaban bien, no tenían corazones divididos. Y la base de su seguridad era que el Espíritu Santo había venido y había grabado en ellos el hecho de que Jesús estaba en el trono, “Jesús…estaba a la diestra del Padre exaltado”.
Cuando el viento sopló sobre el aposento alto en el día de Pentecostés, ellos sabían que el Cristo que vieron ascender, había vuelto al Padre y se había sentado a su diestra y el derramamiento del Espíritu Santo fue evidencia en sus corazones que esto era verdad. El está ahí ahora sobre todos los principados y potestades. Así que las personas inseguras, se han convertido repentinamente en personas seguras de sí mismas. Pero es cuando la exaltación de Jesús se establece en tu corazón, que da seguridad para la vida. La estrategia del enemigo hoy es de minar la seguridad espiritual, pues la casa de Dios está edificada sobre esto; tú no puedes edificar sin la seguridad de que Jesús está exaltado y sentado a la diestra de Dios. Es imposible edificar. Hay personas inestables; a veces están bien, a veces no, salen y entran, por cualquier cosa son sacudidas.
En el caso de David y Salomón, notamos que la realidad de la casa de Dios se originó en el hecho de que Dios había asegurado tanto al rey y el como al trono para su rey. El hijo más grandioso de David está en el trono de tronos y en base a la seguridad de Dios de Su Rey en gloria y exaltación, la historia de la Iglesia se inicia. La nota suprema en la cual la Iglesia está edificada, es la nota de absoluta seguridad que viene de lo que Dios ha asegurado en gloria en Su Hijo. Si Jesús está exaltado a la diestra del Padre y yo estoy en El, entonces como la Biblia lo dice, estamos sentados con El en lugares celestiales con Cristo Jesús. Si Jesús está exaltado sobre todos los poderes y principados, y yo estoy en El entonces yo también estoy ahí, en El; por consiguiente, una gran seguridad tiene que venir al corazón. Ahora vemos el reposo de Dios en su Hijo; la seguridad viene del reposo en el corazón. No es por casualidad que Salomón tiene este nombre. Salomón significa “reposo”. Esteban refiriéndose a Salomón dijo: “Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo?” (Hechos 7: 47-49). Salomón tenía otro nombre, Jedidías, “Amado de Dios”, y esto es lo que leemos en el libro de Efesios concerniente a la Iglesia, “…nos hizo aceptos en el amado”. Jesús toma de Salomón ambos nombres: él es el reposo de Dios, “El lugar de reposo”. y “El es el amado de Dios, el amado del Padre”. Dios obtiene todo su corazón íntegramente. El recibe todo con referencia a su casa en la persona de su Hijo.
Tenemos que venir a la misma posición con el Padre respecto al Señor Jesús, antes de que podamos ser realmente una expresión de su casa. Nosotros somos la casa espiritual de Dios, pero no estamos puestos meramente como ladrillos, nosotros somos piedras vivas. La palabra “piedras vivas” implica una relación viva con la principal piedra del ángulo. Las partes, tú y yo, somos todos uno con la piedra del ángulo. Como el edificio, nosotros tomamos nuestro carácter de la principal piedra del ángulo que Dios ha escogido. Entiende esto. “Yo pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida y preciosa”. Entonces Dios obra por causa de El y para El. Tú y yo obramos por causa de El y para El. El corazón de Dios, está satisfecho en su Hijo, porque el Hijo siempre respondió a todo lo que El requería de una manera espiritual y moral. ¿Acaso no podemos entender que la misma predestinación de nuestras vidas debe ser conformada a su imagen, porque le representamos a El, lo representamos aquí mismo en el lugar de su rechazo? Los hombres deben de ser capaces de verlo a El, y ya he manifestado, que el ministerio de la Iglesia es el mismo ministerio de Cristo cuando El anduvo en tierra. Debemos ver aquí el valor de la sangre de Jesús, porque sino, el enemigo, el acusador de los hermanos, nos sacará del camino. Es por su preciosa Sangre que el reposo de Dios está asegurado en el Señor Jesús. La sangre de Jesús es el gran factor en el fin, nos tenemos que agarrar de esto. Hemos pasado varias horas mirando la Sangre. Es imperativo que comprendamos el lugar y el valor de Sangre. Satanás siempre está buscando robar a los hijos de Dios el reposo en los asuntos espirituales. Nunca debemos permitir que el otro lado de nuestra experiencia espiritual, el de la santificación, cruce la línea divisoria e ingrese en nuestra experiencia de salvación.
Existe este otro aspecto donde el Señor nos está conformando a la imagen de su Hijo. Y en este lado descubrimos en nosotros la profundidad de iniquidad encontrada en nuestra naturaleza caída. Nunca debemos permitir que lo que viene a la luz por la mano de Dios en su trato, cruce a este otro lugar de aceptación, y el estar en paz con Dios. Si esto ocurre, la seguridad de la que hablamos se pierde. Muchos cristianos fallan en mantener esta línea definida claramente, así que aceptan toda clase de acusaciones del enemigo, porque el Señor está tratando con ellos en esta forma. He dicho una y otra vez, que cuando Dios nos mira, él ve a Cristo, El no ve nada más que a Cristo, así que todo su trabajo es quitar de nosotros todo lo que no es de Cristo. Así que su trato con nosotros es para demostrarnos lo que Dios ya sabe, y así ser librados de esto. Si el diablo puede llevarnos al punto que permitamos que se cruce el proceso de santificación de ser conformados a la imagen de Cristo, y toque la experiencia de la justificación, entonces el acusador de los hermanos destruirá nuestra seguridad y nos llevará a una situación en la que ya no tengamos confianza en Dios porque hemos fallado. Cuando llegas al punto donde sabes que Dios te ha aceptado y que tienes paz con Dios, todo va bien por un tiempo. Luego en el trato de Dios, llegas a algo que tiene que ver con progreso espiritual y vida más profunda en Cristo, y tan pronto como mucha gente llega a esto, pierden su seguridad.
Solamente cuando caminamos con Dios venimos a conocer algo de la profundidad de la maldad en nuestra naturaleza, pero debemos darnos cuenta que esto es asunto de nuestro Señor. El es quien va a tratar con esto. Nunca debemos permitir que todos los problemas de santificación vengan y destruyan la seguridad de la justificación. Debemos tener mucho cuidado en mantener esta línea claramente definida, porque es el trabajo del diablo destruir el poder de la Iglesia. La Palabra de Dios dice: “Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero”. ¿A quién vencieron? Al acusador de los hermanos. El está buscando derrumbarlos mediante acusaciones, y la respuesta de ellos es: “La sangre del Cordero” La sangre no sólo pertenece a la salvación, sino que también es para el triunfo final; es el elemento final.
Martín Lutero, el gran reformador, da testimonio de cómo en su tiempo de estudio el diablo vino a él. Y dijo que el diablo tenía un rollo de papel muy largo. Y comenzó a leer todas las acusaciones y cosas que estaban mal con Lutero. El siguió leyendo, y Lutero estaba sentado ahí, sabiendo que todo lo que decía era verdad. El comenzó a ver que todo esto era verdad. Y cuando el diablo terminó tiró el rollo al piso, y le dijo, “¿Qué vas a hacer con esto Lutero?” Y Lutero dijo, “todo lo que has dicho es verdad, diablo, pero te olvidaste de lo fundamental”. Y el le dijo, “¿Qué es lo fundamental Lutero?”. “La sangre de Cristo me limpió de toda injusticia”. Nunca debes perder de vista el valor de la sangre de Jesús, porque si lo haces el diablo puede arruinar tu seguridad, y cuando esta seguridad se pierde, entonces el poder de la Iglesia se pierde.
Ve a la nueva creación de Dios. Dios vio a Adán y dijo que era muy bueno. Luego siguió la caída, la ruina en la creación. Y de una creación arruinada, Dios levantó una nación y la cosa mas grande que le dijo de Israel fue, “Israel mi gloria”. Israel fue la gloria de Dios, pero nuevamente viene el fracaso y la ruina. Finalmente, Dios regresa con una nueva creación en Cristo Jesús.
Dios dijo de Cristo, quien es el primogénito de una nueva creación: “…mi hijo amado en quien tengo complacencia”. A la nueva creación en Cristo, Dios está diciendo, “Es bueno”. Pablo dice a esta nueva creación en Efesios 4: 24, que ha sido creada en justicia y verdadera santidad. Dios dice de esta creación que es buena. Luego viene la Iglesia, su cuerpo, de una extensión de Cristo personal al Cristo corporal, y lo último que se ve de la Iglesia es, “está bajando del cielo y tiene la gloria de Dios”. Y esta es la respuesta final de Dios. Ya no va a haber otra caída o ruina en la creación de Dios. La última respuesta de Dios a todo el pasado de ruina y fracaso, es la Iglesia, la casa espiritual, la nueva creación. ¿Qué es la Iglesia? La Iglesia, la casa espiritual de Dios, es Cristo mismo. No es Cristo personalmente sino, es Cristo en tí y en mí, la esperanza de gloria; no es Cristo dividido en millones de fragmentos entre los creyentes, es un solo Cristo. Es Cristo en tí y en mí, la Iglesia, comprende. Dios nunca ha visto en esta Iglesia nada, sino sólo a su Hijo.
Cristo es el templo de Dios y tú y yo nunca podemos pertenecer a la Iglesia a menos que Cristo esté en nosotros. En otros capítulos, hemos tratado con esta pequeña frase, “en Cristo” que aparecen más de 100 veces en el Nuevo Testamento, y dijimos que estar en Cristo es estar en la Iglesia. La casa espiritual es Cristo, y todo lo que no es de Cristo tiene que ser dejado en su propio lugar. Tenemos que buscar permanecer en la verdad, que es Cristo en nosotros; en cada uno de nosotros debe morar la gloria de Dios; debemos ser, como dijo Pablo, para la gloria de su gracia. Así es como la gracia empieza. Cristo en tí la esperanza de gloria. Mientras estemos en Cristo, se nos ordena a permanecer en Cristo. Habitamos ahí y esto se logra siempre por las decisiones que tomamos en la vida. Dios nos ve en Cristo, y como Dios nos ve en Cristo, entonces El nos considera como obra terminada de Cristo. Cristo no murió por él mismo. El no murió por sus propios pecados, sino por los míos. El resucitó por mí. El es glorificado, ahora, a la diestra del Padre, y mientras yo permanezco en Cristo, entonces Dios me ve como un producto terminado.
Pero todo el tiempo El está trabajando conmigo este principio de vida que es Cristo perfeccionado en mí; este principio de vida está conformándome progresivamente a la imagen de Cristo. Dijimos que esta vida, que es la sangre y el Espíritu, con el mismo código genético de Dios en ella, está conformándonos todo el tiempo; lo hace permanentemente a su imagen. Cuando estamos dormidos, cuando estamos despiertos, la vida en nosotros nos está conformando a Cristo. Dios sólo ve a Cristo pero hay cosas que El debe quitar de nosotros, y al hacer esto, El tiene que permitir que nosotros entremos en esas situaciones donde lo malo de esta naturaleza salga a la luz, y ya hemos visto que esta naturaleza, no se puede limpiar, debe morir. Pero debemos llegar a ese lugar y en ese lugar, Dios permite que veamos esta maldad que está todavía ahí. Entonces es aquí que el acusador viene, él viene para acusarnos, diciendo: “Tú no puedes estar bien”, y si le creemos, él destruye esta seguridad. Esto me ocurrió a mí.
Un hombre que estaba en la Iglesia que yo pastoreaba, un ser humano despreciable, había destruido a sus padres por las drogas. Cuando su mamá estuvo en el hospital, él vendió sus muebles. Ella tuvo que irse, y cuando se fue a vivir con su hermana, descubrimos que él había forzado a su madre de más o menos 80 años a ver películas pornográficas. El los había destruido físicamente. Algunos meses después, él me llamó por teléfono un lunes por la noche, reconocí su voz y sentí algo dentro de mí. Me dijo que necesitaba oración, y bueno hice una pequeña oración para acabar pronto. Pero al día siguiente en la reunión de oración de la cinco de la mañana, le dije a Dios, “permíteme verme como tú me ves”. Y escuché algo aquí dentro, “tendré mucho gusto de hacerlo”. El me dijo: “veo en tí a un hombre que piensa que es más sabio que yo”. ¿Podría haber algo más malo? y el diablo vino sobre mí. Me quebranté y comencé a llorar y le dije: “Señor, ¿por qué? ¿Qué he hecho?” Cómo podía haber tal maldad. Y El me dijo, “yo hice que un hombre te llamara anoche y tú decidiste que él no podía ser salvo”. Yo no tenía idea que había tal maldad en mí. La maldad estaba dentro de mí, yo tenía un concepto más alto de mí que el que debería tener y no lo sabía. Pero Dios lo permitió y si yo le hubiera dado lugar al diablo, él hubiera destruido mi seguridad totalmente.
Pero reconocí inmediatamente, que este era el proceso de crecimiento. Dios está sacándome de algo, y yo no debo permitir nunca que esto se cruce y toque la seguridad de justificación por la sangre, así que yo simplemente le confesé a Dios, me arrepentí, seguí adelante con Dios y fui libre de esas tinieblas. Este pecado voluntario se tiene que confesar, pero mientras que Dios nos mueve hacia la imagen de Cristo, El nos va a llevar a situaciones donde lo peor de nosotros o aquello que ignorábamos va a ser expuesto y sacado a la luz y luego vendrá el acusador. Debemos reconocerlo por lo que es, no permitiendo que nuestra seguridad sea destruida.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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