UN ESPIRITU FIRME

SERIE 8: LA ORACION
UN ESPIRITU FIRME
LECCION # 5


Leemos en Santiago 1: 5-8 ,”Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Con el retroceder se pierde la visión; no sólo la visión de lo que se supone debemos hacer, sino la visión de Dios mismo. El ver y conocer a Dios, nos libra de todo temor.
Si yo guardo una buena relación con Dios, de tal manera que en toda situación yo puedo honestamente decir que Jesús está conmigo en la situación, entonces no tengo razón para temer. El dijo, “No te dejaré, ni te desampararé”. En una caída nosotros lo dejamos a El, y así perdemos nuestra visión de Dios. El proceso de regresar no siempre es fácil, pero lo puedes lograr. El hecho que Dios dijo que nada sería imposible para tí, implica sin lugar a dudas que te vas a encontrar en situaciones en la vida espiritual, que parecen total y absolutamente imposibles. Pero esto no es así. Nada será imposible para tí si andas con Dios; claro que se requiere una dedicación y una determinación que dice, “no voy a detenerme hasta obtener la victoria”. Esta habilidad para perseverar y este compromiso interno para la guerra y la oración que caracteriza a aquellos que la Biblia dice, “el Reino de los Cielos sufre violencia y sólo los violentos lo arrebatan” , se ha perdido. La estabilidad no está en la gran parte de la Iglesia. Si Dios no viene corriendo con la respuesta a los pocos minutos de haber orado, se olvidan de esto, lo dejan y buscan otra fuente de ayuda. Sin embargo, el poder de una nueva consagración, orando hasta “tocar a Dios” y que El nuevamente vuelva a ser real para mí y yo lo pueda ver, está disponible. Todo avivamiento en la historia ha venido cuando alguien tuvo una nueva visión de Jesús.
El avivamiento se ha perdido en las mentes de los hombres cuando codificamos nuestras creencias, ponemos un punto final en nuestros conceptos y ya no recibimos de Dios esa revelación fresca y progresiva. El avivamiento, entonces, viene a través de personas cuya manera de pensar no está enmarcada por toda esta tontería religiosa. Lo más difícil para cualquier persona es aceptar ideas que no son de su propio medio. Es difícil para un bautista pensar en algo más que no sea bautista. Es también difícil para un católico romano pensar en algo más que el catolicismo romano. Para un pentecostés, igualmente es difícil pensar más allá de las barreras que han sido puestas por su iglesia u organización particular. Pero el avivamiento siempre ha venido a través de gente que puede romper sus moldes religiosos. Cuando Dios estaba por llevar a cabo la Reforma, El cautivó y llamó la atención de un monje llamado Martín Lutero. En él, encontró a alguien que podía hacer una lectura cuidadosa de las Epístolas de Pablo con una mente capaz de pensar independientemente del dogma católico romano. Cuando él encontró esta mente, el avivamiento vino. Esto es lo que acontece cuando oramos hasta “tocar a Dios”. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Santiago dijo por el Espíritu Santo que el hombre de doble ánimo es inconstante. Seguramente has tratado con personas que nunca pueden tomar una decisión. Siempre con dudas de la vida. La indecisión y la incertidumbre están siempre ligadas al fracaso. No importa lo que estés haciendo. Si se trata de una ama de casa, o de un esposo trabajando en una oficina, llevando un negocio o realmente haciendo la obra de Dios, la indecisión y la incertidumbre siempre están ligadas al fracaso.
En este capítulo, quiero mostrarte que hay algunas cosas que tienen que ser fijadas en tu mente, si quieres perseverar con Dios. Un constructor debe entender que hay ciertos principios que no pueden ser violados si quiere edificar una casa que va a permanecer. Debemos saber que no puede haber indecisión o incertidumbre por nuestra parte cuando queremos buscar a Dios.
Cuando Elías apareció en escena, había una mezcla de baalismo y judaísmo. Después de tres años de ceguera, cuando Israel fue humillado, el hombre de Dios reapareció, y en el Monte Carmelo, él retó a los sacerdotes y profetas de Baal, y lo hizo con estas palabras, ” Y el Dios que respondiere por medio de fuego, ese sea Dios”. Lo que él estaba diciendo era “dejen de vacilar, decídanse. Si Dios es Dios, entonces sírvanlo, si Baal es Dios, síganlo, pero no pueden seguir a los dos”. Esto es lo que el Señor nos está diciendo a tí y a mí. No podemos servir a Dios y a este mundo. Se tiene que tomar una decisión. Si alguien quiere ir al infierno, puede hacerlo. Si quiere ir al cielo, puede ir allí, pero no puede ir a ambos lados. Establece tu camino, camina con Dios, fija tu corazón, y no dejes que nada te desvíe. Ese es el mensaje de Dios, tener un espíritu firme.
La gente viene para ser sanada. Van a un servicio, gritan mucho, el mensaje es real y dicen “¡Oh!, estoy sano, estoy sano”. Lo he visto muchas veces. Lo he observado en grandes campañas donde el ambiente era emocionante y pasaban al frente, y el hombre de Dios imponía manos sobre ellos, se emocionaban, saltaban, gritaban “estoy sano”, testificaban por el micrófono, quizás hasta salían por televisión. Pero a la mañana siguiente ya no hay gritos, están solos y el diablo los ataca, y no saben ahora si están sanos o no. Nunca vas a obtener nada de Dios de esa forma. No puedes estar gobernado por las circunstancias, sólo debes estarlo por Dios mismo y por lo que El diga. Ya sea que estés arriba o abajo, seas rico o pobre, frío o caliente, debes estar totalmente gobernado por lo que Dios dice. Pablo pudo cantar y gritar en Filipos encerrado en una cárcel, al igual que pudo hacerlo en Jerusalén cuando fue alabado por todos. El testimonio de Pablo era, “He aprendido a contentarme en cualquiera que sea mi situación”. ¿Sabes por qué? El estaba contento con Jesús. El no tenía que tener cosas, no tenía que ser rico. No necesitaba de alguien que le dijera qué grande era. Jesús era todo para él. El fue impresionado por un hombre llamado Jesús. No era sensacionalismo. El no necesitaba tener una gran orquesta o grupo de alabanza. No necesitaba equipo de sonido ni un sintetizador para ponerse en onda; lo único que a él le impresionaba era Cristo y donde quiera que estuviera era lo mismo. Encerrado en la cárcel de Filipos, con los pies y brazos encadenados, Pablo decía en la oscuridad, “Silas, alabemos al Señor”.
Ese es el espíritu que va a ser vencedor siempre, siempre. Ese espíritu que persevera a pesar de las circunstancias, a pesar de lo que cualquiera diga, a pesar de lo que parezca, sigue adelante creyendo, hasta que la respuesta viene y dice, “Daniel, amado de Dios, fuiste escuchado desde el primer día, pero tuvimos un poco de problemas para llegar aquí”. El espíritu nunca debe dudar. Un gigante en el camino no me va a hacer desviar. Yo le pertenezco a Dios, y El me pertenece a mí. Las promesas de Dios no son sí y no. Son sí y amén, no pueden ser sí y no a la vez. Elías dijo, “Dejen de perder el tiempo, si Dios es Dios, entonces sírvanlo, pero si Baal es Dios, vayan con él, pero dejen de tratar de servir a los dos”. Lo que Dios ha dicho, es lo que El quería decir. Toda palabra de este Libro es la palabra de Dios y por cada una de estas palabras, el diablo quisiera hacer un cuestionamiento. Ninguna circunstancia puede alterar la eterna palabra de Dios.
Hay una historia en el libro de Reyes en la cual Dios envía a un joven profeta a profetizar en contra del altar de Jeroboam. El altar estaba mal. Jeroboam lo había construido porque había una división entre Israel y Judá. El es Rey de un lado, y no quiere que su pueblo vaya al gran altar en Jerusalén, así que construyó un altar para otro para que su pueblo lo adore; esto fue incorrecto. El gran altar de Dios estaba en el lugar correcto; Jeroboam había establecido su propia adoración privada y Dios envía al joven para maldecir este altar falso. El mensaje de Dios para el joven fue, “no comas ni bebas, no vayas a la casa de nadie; tú solamente anda, da la profecía y sal. No comas ni bebas, no converses con nadie”, entonces el joven llegó al altar y como ya sabes, profetizó contra él. Jeroboam el rey, trató de agarrarlo y cuando trató de agarrar al siervo de Dios, su mano se secó. Entonces el rey le dijo, “ora a Dios para que me sane”. El oró y Dios restauró su brazo y su mano. El rey estuvo agradecido y le ofreció grandes recompensas si el joven venía a su casa; el joven profeta dijo al rey, “si me ofrecieras la mitad de tu reino, no vendría”.
Las riquezas, no podían atraerlo. No, no. Nada que el rey le ofreciera podría desviarlo de lo que Dios le había dicho. Este rey le dijo, “Ven a mi casa hijo y yo haré grandes cosas por tí”. Pero él le dijo, “aún me dieras la mitad del reino yo no iría. Estoy bajo las órdenes del cielo”. El no podía ser comprado. Dos jóvenes, sin embargo vieron la escena. Ellos fueron y le contaron a su padre, quien era un profeta caído, lo que había sucedido allá en el altar de Jeroboam. El viejo profeta alistó su mula y fue a hablar con el joven invitándolo a su casa pero el joven rehusó, diciéndole que las instrucciones de Dios eran que no coma o beba, que no vaya a la casa de nadie. El truco más grande del diablo es imitar lo sobrenatural. Entonces el viejo dijo, “Un ángel se me apareció y cambió las órdenes. El me dijo que vinieras a mi casa”. Muy pocas personas pueden soportar tal presión. El joven cayó. Perdió su vida porque violó la palabra de Dios. El no fue firme en lo que Dios le dijo que hiciera.
Muy pocas personas pueden resistir tal presión. Estos seudo-evangelistas lo saben. Esa es la razón por la cual recibes una carta de ellos en la que te dicen que Dios les ha mostrado que tienes que enviarles cierta cantidad de dinero. Y ahora que tenemos computadoras, todo esto puede ser personal. Puede decir, “querida Rosa, Jesús vino donde mí y me dijo que tú deberías vender tu carro y darme el dinero”. Esto es una presión realmente. Pero Pablo dijo, que si un ángel viniera predicándome otro evangelio que no sea la Palabra de Dios, que sea anatema. Ninguna circunstancia, nada, nadie, ni un ángel del cielo puede alterar la eterna Palabra de Dios. Santiago dijo, “Pero pide con fe, no dudando nada”. Si queremos ser victoriosos y recibir de Dios, hay algunas cosas que debemos saber. Vamos a enfrentar algunas cosas en estos tiempos finales que son más que enfermedades. A medida que nos acercamos a la venida del Señor, toda clase de espíritus van a aparecer de todo lugar. Todo lo que puede ser removido va a ser removido. Y yo te quiero avisar, que si la gente se puede desmayar lo va a hacer. Si puede perderse, se perderá. La Biblia dice que el pueblo de Dios perece por falta de conocimiento.
Necesitamos saber algunas cosas si queremos ser victoriosos en esta vida cristiana, y debemos saber que estas cosas son serias y no nos debemos desviar de ellas. En este Siglo XX los hombres han sido llevados a creer que pueden acomodarse al mundo con ciertos principios. Creen que el fin justifica los medios. Vamos a ver algunas cosas de las que no nos podemos desviar si queremos ser victoriosos. Primero que nada, debemos saber que la victoria final en las cosas de Dios es por fe. Sé que mucha gente dirá, “bueno, ya sé esto”. Pero puede ser que tú no sepas lo que te voy a decir. Puede que sepas que no puedes obtener nada de Dios sino es por fe, pero que no sepas lo que te voy a dar en este capítulo. Hay más que este simple dicho, “Lo recibo por fe”.
A todas las vidas que han obtenido logros en la Biblia, se les puede adjudicar una frase simple y ésta es la clave, y es, “por fe”. Si lees el capítulo 11 de Hebreos dice, ” Por fe Enoc, por fe Moisés, por fe Abraham , por fe Sara”. Esto es un principio en la Biblia que no puede ser violado. Jesús puso un gran énfasis en la fe. El constantemente les decía a los que sanaba, “Tu fe te ha salvado”, “De acuerdo a tu fe te sea hecho”, “Si puedes creer”. Cuando la mujer con el flujo de sangre lo tocó, le dijo, “Mujer tu fe te ha salvado”. Al hombre con el muchacho loco, en el capítulo 9 del evangelio de Marcos, “Si puedes creer…”. Ahora, nos gustaría cambiar esto para que digan, “El Señor te ha sanado”. Claro, sabemos que el Señor es el que los ha sanado, pero el principio implicado aquí, es que tu fe es la que obra la bendición de Dios, y este principio no puede ser violado. Dios no te va a salvar porque le das pena. El no te va a sanar porque tengas una necesidad, sino que es tu fe la que va a obrar tu sanidad.
El segundo principio es que no solamente debo conocer que Dios es Todopoderoso, sino que debo creer por fe que es Todopoderoso en mí. Todos sabemos que hay un Dios. El diablo sabe que hay un Dios, y él cree y todos creen que, siendo que hay un Dios, El lo puede hacer todo. Si le preguntas a un pecador si cree que hay un Dios, él te dirá que Dios puede hacerlo todo. Los demonios creen y tiemblan. Cuando Jesús estuvo en la tierra, los demonios siempre lo reconocían, y gritaban “¿Por qué has venido a atormentarnos antes de tiempo?” El diablo sabe que El es Todopoderoso. El diablo sabe que tiene que obedecerlo. El hombre que tenía suficiente demonios para ahogar a dos mil cerdos, le dijo, “¿Por qué has venido a atormentarnos?”, “no nos envíes al infierno”. El diablo conoce el poder de Dios.
Si quieres ser victorioso debes ir más allá de creer en Dios y aceptar Su poder. Debes saber que Dios es poderoso en tí. Ahí es donde Moisés tuvo problemas. A menos que yo sepa que Dios va a hacer lo que El ha prometido en la Palabra y que lo va a hacer a través de mí, voy a dudar, y al hacerlo voy a perder. La mayoría no son sanados, porque no lo ven así. Esta fue la controversia de Moisés con Dios en la zarza ardiendo. Aquí es donde estaba su problema. Dios le decía a Moisés, “Ven y te enviaré y tú vas a liberar a mi pueblo”. Dios no le dijo a Moisés, “anda a Egipto y ora para que yo libere al pueblo”. El dijo, “¡Anda y sácalos!” Sabemos que es Dios quien lo hace, pero yo debo saber también que Dios está en mí. Si has nacido de nuevo, El está en tí. Dios le estaba diciendo a Moisés, “he venido y te voy a enviar a liberar a mi pueblo”. Moisés estaba diciendo, “Yo sé Dios que tú lo puedes hacer, pero no a través de mí”. El poder de Dios no era el punto en cuestión. La cuestión era si Moisés iba a apropiarse del poder de Dios y ser obediente a la fe. Moisés fue. Moisés liberó al pueblo, y el Espíritu Santo registró que él lo hizo, “por fe”. El hizo lo que Dios le dijo que hiciera. El se dio cuenta que el poder de Dios estaba dentro de él.
Muchos han luchado. Tienen problemas en sus casas, en sus matrimonios, algunos problemas en su cuerpo, muchas dificultades. Han visto el obrar de Dios en sus vidas, pero se han chocado con algunas cosas que aparentemente no van a ceder. Si nosotros buscamos la fuente de nuestra debilidad en ejecutar esa fe autoritaria, encontraremos que nuestra vitalidad espiritual es disminuida por el fracaso de no asirnos valientemente de “Cristo en mí”. Nadie tiene que ir al cielo para traer al Señor aquí. El no está a una distancia de un millón de millas de nosotros. El está en tí.
La dama Guyon buscaba mucho a Dios. Ella había nacido de nuevo y ella lo sabía. Fue a un hombre de oración, un gran hombre de Dios, y ella le preguntó cómo encontrar a Dios de una manera real, Y él le dijo, “Tú estás buscando afuera, tú debes encontrarlo dentro de tí. El está en tí si has nacido de nuevo”. La debilidad de nuestra fe es nuestro fracaso; debemos agarrarnos valientemente del hecho que Cristo vive dentro de nosotros. Ya sea que esté en un avión, motel, en Africa, América o Rusia, Cristo vive en mí. El poder está en el reconocimiento de esta unión interna con Cristo. Estoy hablando de un espíritu firme frente a los problemas que vienen contra tí. La habilidad para permanecer está en el conocimiento de una unión interna con Cristo.
“El que está unido al Señor, un espíritu es con El”, dijo Pablo. ¿Puede otra cosa describir en forma más real esta unión? El que se une a una ramera es uno con ella. El que se une al Señor es un espíritu con El. El que viene contra mí (si estoy unido con Cristo) viene contra El. Yo sé que él no puede vencer a Cristo, así que permanezco con mis lomos ceñidos en la verdad. Pilatos dijo, “¿Qué es la verdad?” Jesús dijo, “Yo soy la verdad”. Y esto es. Esto me da el poder para pararme y no dudar frente a lo aparentemente imposible. Cuando estemos en situaciones que parecen sin esperanza y que no vamos a vencer, levántate. Levántate con tus lomos ceñidos con la verdad, sabiendo que El está contigo. Es esto lo que me da el poder para permanecer, “porque el que duda es como la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”.
Nuestra unión con Cristo significa que tenemos su mente. La Biblia lo dice en forma sencilla: El Espíritu Santo en nosotros es la mente de Dios. Hemos hablado de esto en otros capítulos sobre Neumatología. “El que conoce las cosas de Dios es el Espíritu de Dios”. ¿Cómo las conoces? Con tu mente. Tenemos la mente de Dios y el poder de Dios. Si El sanó a los enfermos, nosotros también lo podemos hacer. En vista de que todo el poder está en El, y El está en mí, tenemos poder; debemos agarrarnos de ello por fe. Yo debo venir al conocimiento en una manera valientemente declarada, que Cristo en mí, es todo el poder de Cristo en mí. Es absolutamente esencial que reconozcas dónde estaba Cristo cuando hizo esta declaración. El estaba por ir al cielo de regreso. El es un hombre glorificado, y El dice, ” toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. El fue crucificado, sepultado y resucitado. Hubo una pre- ascensión. El se presentó delante del Padre y fue aceptado por El y ahora es el primogénito de una nueva raza. El dice, ” este poder me ha sido dado”. Cristo está en nosotros, en tí y en mí. El Todopoderoso y todo el poder está dentro nuestro. En éste punto es donde la fe debe pararse, y no debemos dudar.

DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!

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