EL TESTIMONIO DE VIDA
SERIE: EL CONFLICTO
EL
TESTIMONIO DE VIDA
LECCION
# 1
Leamos
en el libro de Apocalipsis 1:1-20; 2:1
En
el segundo y tercer capítulo del Libro de Apocalipsis, el Señor estaba
examinando a las siete Iglesias; los ojos que son como llamas de fuego, estaban
mirando a la Iglesia, viendo el verdadero estado espiritual de ella. Estaban
buscando la presencia (o la falta de ella), de lo que desde el punto de vista
del Señor, sería la razón para que El conservara esa Iglesia. El estaba mirando
en la vida espiritual de esas Iglesias, buscando aquella cosa que justificaría
que El la mantuviera como Iglesia. La pregunta clave era ¿Podían ellos continuar como testigos por El? ¿Podían ellos permanecer
como una Iglesia a sus ojos? Debemos saber, que nosotros llamamos Iglesia a
muchas cosas que El no llama Iglesia. El asunto clave era si Dios iba a remover
su candelero o no; si esa Iglesia iba a quedarse en relación con El o no. La
clave para todas las Iglesias era si ellos iban a continuar en una relación con
Dios de acuerdo con Su propósito, o si iban a salirse de esa relación. Así que
este asunto concerniente a todo instrumento o Iglesia levantada por Dios en
relación a Su propósito, es lo único que determina si El debe mantenerla como
Su instrumento. Al leer estos versículos, es evidente que hay ciertas cosas en
estas iglesias que le impiden conservarlas como Su instrumento.
En
primer lugar, el hecho de que Dios originalmente levantó una Iglesia y que vino
a la existencia por el Espíritu Santo, en sí mismo no justifica
que debemos mantenerla. Tampoco el hecho de que haya sido un instrumento
grandemente usado por Dios justifica que El la mantenga todavía como una
Iglesia. El hecho de que este instrumento tenga un gran registro de devoción a
Dios, que Dios la haya levantado, que
haya sido usada por Dios de una forma grande, que haya sido realmente una
expresión de la gracia y el poder de Dios, no le justifica para que la mantenga
como una Iglesia. Pensarás que esto es muy fuerte; quizás puedas pensar que si
Dios levantó un instrumento, si lo ha usado y bendecido y ha mostrado
características de su gracia y de su misericordia, seguramente esto en sí mismo
es suficiente para justificar que se mantenga. Entiende bien que estoy hablando
del instrumento en sí mismo, no en la salvación, estoy hablando de la
diferencia entre lo que Dios llama la Iglesia y lo que el hombre llama la
Iglesia. Están aquellos que fueron empezados por Dios y eran verdaderas
Iglesias, que a la vista de Dios ya no son más una Iglesia. Así que al ver
estas cosas en sí mismas no las justifican para que continúen, entonces ¿Qué es lo que justifica a Dios para que El
preserve y continúe trabajando con este instrumento? Para responder esta
pregunta, tenemos que ver ¿Qué es lo que
motivó a Dios tener una Iglesia? ¿Por qué fue creada la Iglesia desde un
principio? Debemos ver esto para saber que justifica a Dios para que la
mantenga como Su instrumento.
Encontraremos
todo lo que debemos saber al ver la descripción del instrumento en sí mismo. En
el pasaje que leímos se le llama el candelabro; esa es la Iglesia. Nuestro
conocimiento de la Palabra de Dios nos dará más luz acerca de lo que el
candelabro significa. En efecto, encontramos mucha ayuda en el Antiguo
Testamento, porque, sea el candelabro en el tabernáculo, o el candelabro todo
de oro que se encuentra en Zacarías lección 4, sabemos que ambos
estaban representando la expresión viva del Espíritu Santo. Donde quiera que encuentres el candelabro, no
representa a una cosa pasada, sino a una expresión viva del Espíritu Santo, con Sus energías y Su
luz obrando. Así que miramos el candelabro que es todo de oro y recordamos el
patrón de él, las siete copas, los siete tubos, y el aceite que salía de olivos
vivos. El aceite era para proveer la luz, y todo esto era una completa
ilustración de lo que vamos a decir. Lo principal que debemos entender es que
es algo vivo: el profeta no nos dice
que habían cisternas, tanques o reservorios, sino que habían árboles ahí que
estaban vivos, y el aceite siempre estaba manando de ahí, siempre fresco;
siempre estaba siendo derramado en el candelabro, manteniendo una luz constante, que no muere, una luz
que no mengua y no se apaga, sino siempre está mantenida a toda su potencia.
Entiende que estamos hablando de aquello que representa a Su Iglesia, algo vivo en medio de la muerta, con
una luz que no muere. Es algo vivo,
no solo un tema; es el testimonio de una luz toda suficiente que no muere, que no es
abstracta, que no es algo guardado sino que está saliendo todo el tiempo de una
fuente que no se agota, una luz gloriosa que está fluyendo a través de ella
todo el tiempo. El hecho de que hayas sido lleno del Espíritu Santo en días pasados no es
suficiente, tienes que ser lleno hoy, es un fluir continuo de la vida, y
eso es lo que vamos a llevar a los pueblos. No es algo abstracto, es una
realidad, y mientras esa luz esté encendida, es una constante declaración de
victoria sobre la muerte. Eso es lo que somos, un testimonio de victoria sobre
la muerte, y esa luz está viva en medio de la muerte que la rodea; la
muerte en todo tiempo busca apagar esa llama, pero la vida, el candelabro, está
declarando a todo el mundo que la muerte no tiene poder sobre ella.
¿Qué es la única
cosa que justifica que Dios mantenga a cualquier instrumento, para que El
continuamente la pueda llamar Su Iglesia? Vimos que no es que tenga una gran historia, ni que
tenga una reputación, sino que hoy la misma vida divina que no muere, que es un
poderoso testimonio contra los poderes de la muerte, todavía está fluyendo,
está viva. En medio de toda la muerte, nosotros vivimos como un testimonio al mundo
que Cristo vive en nosotros. Esa es la justificación de Dios, y nada
más nos justifica de ser llamados la Iglesia, sino que esta vida esté fluyendo
continuamente de nosotros.
En
relación a los siete candelabros de oro, hay una referencia a los siete
espíritus de Dios y a Jesucristo el testigo fiel; así que Jesús está
relacionado con los candelabros. Los candelabros han sido llamados para ser una
expresión continua de Jesús. Aquellos candelabros de los cuales dijimos que son
la Iglesia, deben ser en todo tiempo y en todo lugar un testimonio continuo de
Cristo, de El que es llamado el testigo
fiel, El que Vive. La Iglesia debe ser eso por medio del poder del
Espíritu. Cuando analizamos el estado de estas Iglesias, vemos que todas habían
sido levantadas por Dios; si lees los capítulos
2 y 3, había mucho ahí que El aprobaba: habían sido fieles, hablaban la
verdad, sabían quién era falso y quien no lo era. Pero encontramos que en por
lo menos 5 de esas 7 Iglesias, hay una variedad de elementos, cada uno de los
cuales es una expresión de algo contrario a Dios; había algo en esas Iglesias
que era una contradicción al Espíritu Santo, una contradicción al Espíritu de Vida
que debía de manifestarse. Cuando tal cosa se encuentra en el pueblo del Señor,
eso es, dentro de la vasija misma, entonces esto viene a constituir un elemento
de muerte, y provee al diablo de un lugar donde puede entrar a este lugar
santo. Y el testimonio es anulado, por la mayor parte inconscientemente, dentro
del pueblo de Dios; viene a ser ineficaz. Todas estas cosas contradicen el
testimonio de Jesús y deben ser tratadas, o van a traer muerte, y aunque
continuamos siendo religiosos, el cielo no nos reconocerá como Iglesia. Así que
siempre debemos de vigilar contra aquellas cosas que contradicen a esta Vida.
Satanás va a hacer cualquier cosa para conseguir un lugar de muerte dentro de
la Iglesia, para que llegue a ser una contradicción, una mala representación de
Dios porque su Hijo no es visto en ella ni a través de ella. Quizás tiene un
nombre, tiene buenas obras, aún puede tener muchas cosas que ni siquiera el
Señor juzgaría, pero la cosa vital que va a justificar que sea llamada la
Iglesia y que la mantiene en relación con Dios, ha sido anulada. Aquello que
era contrario a la vida, la ha convertido en algo que Dios nunca quiso. No es
una cuestión de sí antes era bueno ni de si todavía sigue con éxito hoy en día,
sino de esa cosa básica, esa cosa central, la razón por la que El levantó esa
Iglesia, la razón por la cual la asió, y eso fue que Jesús viviera en ella, y que el
pueblo en donde esté esa Iglesia conozca que Dios levantó a Cristo de los
muertos porque ellos ven a Cristo en nosotros.
Todos
los que hemos nacido de Dios, hemos sido asidos por Dios por este propósito: para que el Señor Jesucristo pueda vivir en
y a través de nosotros. Dios nunca nos asió solamente para ser salvos; nuestra
salvación es algo básico e introductorio a algo mucho, mucho mayor. A Dios le ha complacido revelar a su hijo en
nosotros, y si El no puede revelar a Su Hijo a través tuyo, entonces tú no le eres de valor,
pues sólo Cristo es importante para El. Así que El nos ha asido con un
propósito, que su Hijo pueda vivir en nosotros. El Señor reúne a los suyos para
formarlos en una vasija corporal para Su propósito divino, y el peligro constante,
es que la cosa esencial para que Dios levantó a esa vasija se pierda, mientras
las otras cosas permanecen. Tú puedes continuar siendo religioso sin la vida;
como los Corintios quizás tú hables
en lenguas y has aprendido como profetizar, pero estás muerto, Cristo no se ve
en ti; lo único que se ve es una manifestación de ti mismo. En la escritura que
dice: “Convertíos de vuestros malos
caminos,” (2 Cron. 7.14) estos
malos caminos son tuyos y míos, son la carne, son el yo; debemos convertirnos
para que Cristo pueda vivir.
Tenemos
aquí el patrón de Dios para juzgar a todo: la clave que hemos aprendido en esta
examinación de las Iglesias, es que el Señor trata con cada individuo o vasija
a la luz de Su propósito, y no a la luz de su utilidad general. El examina a
cada uno de nosotros individualmente y a la Iglesia colectivamente, con este
único propósito: ¿Somos nosotros gente
que expresa la luz? No importa si hacemos cosas religiosas, ni si damos
dinero inclusive; podemos hacer estas cosa, pero si esa luz no está ahí,
entonces no somos la Iglesia. Estos capítulos nunca hubieran sido escritos si
el Señor hubiera tomado esta actitud: “Bueno,
no están totalmente mal, hay algunas cosas de valor; seguramente yo debo de
buscar las cosas buenas y apoyarlas.” ¿Por qué estamos diciendo esto?
Porque muchos me dicen que soy extremista por esto. Dicen ¿Por qué no estás satisfecho con aquello que es recomendable, aquello
que está cerca a lo que quizás debería de ser?”
Yo te digo porqué: la Palabra de Dios no lo permite; El no
viene por una Iglesia que es casi como El, El vendrá por una Iglesia a través
de la cual Su Hijo realmente vive. No importa cuánto sacrifiques, en efecto tu
puedes dar tu cuerpo para ser quemado, puedes gastar el resto de tu vida en la Selva,
enseñándoles todas las doctrinas verdaderas de la Biblia, pero si ellos no ven
a Jesús en ti, es mejor que te quedes aquí, porque nada de los que haces tiene
valor a menos que esta luz sea real.
Cuando
ves el propósito de Dios, cuando ves la razón por la cual Dios ha diseñado a la
Iglesia, nunca vas a estar satisfecho con aquello que solo tiene nombre, con
aquello que sólo es bondad general. Dios
nunca le dijo a nadie, “haz lo mejor
que puedas,” Dios ha dicho: “Andad en el Espíritu Santo para que Cristo
pueda vivir en la tierra.” Esta es la Iglesia que queremos poner en este
país; no queremos salir de aquí y establecer una Iglesia que es gobernada por
gente que profetiza para parecer espiritual. Queremos plantar en aquellos
pueblos aquella Iglesia a través de la cual Cristo vive, para que todos, al mirarnos,
sepan que Dios levantó a Jesús de los muertos. Una enseñanza como esta te
llevará adelante con Dios, y puedes llamarla extremismo, puedes llamarla como
quieras, pero la Palabra nos dicen muy claramente que no importa que una vasija
haya tenido un gran pasado o que Dios fue el que la trajo a la existencia, no
importa que hayan algunas cosas en ella que Dios pueda recomendar. Ninguna de
estas cosas en sí mismas son justificación para que Dios la mantenga como Su vasija.
El la va tener que dejar a menos que esa vida fluya a través de ella, aunque
probablemente va a seguir funcionando a través de la organización humana. Esta
es la razón por la cual no debemos permitir que ningún sentimiento humano se
interponga en lo que nosotros sabemos debe ser. No debemos permitir que nuestras ideas humanas
impidan a esa vasija de ser la vasija de Dios, porque no importa cuán organizado sea, cuanta
gente tenga, o cuánto dinero sea dado, si esa Iglesia no le muestra a ese
pueblo que Dios levantó a Jesús de los muertos, (y la única forma en que ellos
pueden creer esto es que ellos vean a Jesús en ti y en mi) entonces no puede
ser llamada la Iglesia; la Palabra es muy clara en este punto. Entonces, ¿por qué la Iglesia fue levantada y por qué
Dios va a poner Iglesias en esos pueblos? No es solo para poder dar un buen
reporte, no solo para decir que alguien ha empezado una Escuela Dominical.
Nunca fue el propósito de Dios tener una Iglesia general y luego tener una
Iglesia especial dentro de ella, ese nunca ha sido Su propósito; el hombre inventó eso, no Dios. El plan de Dios nunca ha sido una masa general
de creyentes y luego un pequeño grupo de personas dentro de ellos llamados “más
que vencedores”. La misma palabra “vencedor”
declara que algo anda mal aquí; cuando la Biblia
habla acerca del que venciere, implica que algunos han fracasado, porque cada hombre nacido de Dios debe ser vencedor. El propósito de Dios para
toda Su Iglesia, que quizás es solo realizada por pocos, es que debe mantener
el testimonio de la vida que ha conquistado la muerte, y que va a conquistar la
muerte hasta el fin.
Un
hombre o una mujer que camina con Dios, si cae en adulterio, no ha mantenido el
testimonio y ha muerto. Pero nosotros debemos mantener el testimonio que esta
es una vida que ha vencido la muerte. Yo no tengo que pecar voluntariamente, yo
puedo caminar con Dios y mantener el testimonio que yo tengo una vida que ha
vencido a la muerte. Fue por este propósito que Dios nos ha levantado, y que es
una cuestión de vida. El testimonio de Jesús siempre está relacionado con el
hecho de que fue levantado de la muerte. Jesús vive por le poder que conquistó la
muerte, (otra vez estamos hablando de Él como hombre). El dijo: “Yo soy… el que
vivo, y estuve muerto; más he aquí que
vivo… tengo las llaves de la muerte y del Hades”. La muerte no estaba en Su
futuro, sino en Su pasado: “Yo he vencido
la muerte, y porque Yo vivo ustedes pueden vivir.” Vencer significa que yo
demuestro todos los días que tengo una vida que ha vencido a la muerte; no doy
lugar al diablo, sino que camino con Dios. El vive por el poder que ha
conquistado la muerte, y debido a eso, El es ahora la vida. Y aquellos en el
Nuevo Testamento que son aprobados como testigos de Jesús, no son sólo personas
que hablan acerca de la verdad, sino que son personas que por su vida llevan el
testimonio de la resurrección. El testimonio de Jesús es que Dios le levantó de
los muertos y que El nunca más va a morir.
En
el Antiguo Testamento cuando Dios quería hablar acerca de poder, decía: “El Dios que partió las aguas del mar Rojo”
pero en el Nuevo Testamento cuando Dios quiere hablar de poder dice: “El Dios que levantó a Jesús de los
muertos,” y nosotros que somos Sus testigos, no solo damos testimonio con
nuestros labios, sino con lo que somos. Yo he estado caminando con El desde
1949, y no he robado nada, no he cometido adulterio, no he codiciado nada, he
caminado en una vida que ha vencido aquello que es muerte. Y si todos caminamos
en esta Vida, la gente no nos mirará, preguntándose si vamos a hacer alguna de
estas cosas mala, porque nos verán como alguien que ha sido levantado de los
muertos.
Nuestro
hermano Luis Seminario que estuvo en
la primera Escuela De Cristo en el Perú, está trabajando en las prisiones de
Perú. Estuvieron el prisión la semana pasada, y un hombre le dijo a nuestro
hermano Spackman, (que es un hermano que trabaja con Luis) “Luis antes era loco, era un hombre demente; tú no podías hablar con
él, él te hubiera matado, pero de un día al otro se transformó en el hombre que
ves ahora.” El testifica de Jesús está vivo, que hay una vida que ha
conquistado la muerte. Así que todo el asunto se resuelve en el testimonio de
la vida. No es principalmente un testimonio de verdad, es un testimonio de la
vida; cualquiera puede hablar acerca de la verdad y lo que dice puede ser
correcto, pero si tú ves esta verdad en mi, ese es el testimonio que Jesús
vive. ¿Está esa llama ardiendo como en el
principio? ¿Está ardiendo en tu corazón? ¿Estás testificando que Jesús vive y
es triunfador? ¿Está alumbrando en este lugar oscuro del mundo? El asunto
de esta hora para la Iglesia es el asunto de vida o muerte en el sentido
espiritual. ¿No estamos más y más
experimentando el agotamiento de la vida y la energía, especialmente en cuanto
a la oración? ¿Acaso no nos cuesta un esfuerzo orar? ¿Y no es un esfuerzo aun
mayor llegar a Dios una vez que hemos empezado? Detrás de todo esto está el
conflicto final de las edades; es un asunto espiritual de la vida o la muerte.
Cuando lo que te impide orar es reconocido como este mundo tenebroso y oscuro
viniendo en contra tuya que es la muerte tratando de vencer esa vida, entonces
aprendes a resistir, porque sabes dónde está la guerra. Cuando hablamos acerca
de guerra espiritual, no significa que vamos a echar los demonios de esas montañas;
esta guerra es para una manifestación de la Vida. La guerra que es contra
principados y potestades es para que esta Vida sea manifestada.
Jesucristo
va a volver por Su Iglesia, El va a atar al diablo por mil años, pero hasta que
llegue, el diablo va a estar corriendo por las montañas, y todo su esfuerzo va
a ser para detener y frustrar la Vida, para mantenerla fuera, para que no sea
manifestada. Esta es la razón por la cual tienes que empezar y terminar el día con
oración. Tu oración no debe ser solo peticiones, sino que tiene que ser
dirigida contra esos poderes que impiden que la Vida sea manifestada.
DIOS BENDIGA A SU PUEBLO!
Comentarios
Publicar un comentario